Àlex Corretja: “Djokovic quiere morir matando”
El extenista, una de las principales voces televisivas en la cobertura del Open de Australia, analiza la nueva temporada y las posibilidades de sus protagonistas
En esta ocasión, a Àlex Corretja (Barcelona, 50 años) le ha tocado quedarse en tierra. “En lo personal es más cómodo, pero desde el punto de vista profesional, no tiene nada que ver. Vivirlo in situ lo cambia todo”, explica el extenista, que esta vez participa de la extensa cobertura ofrecida por los canales de Eurosport y Max desde España. Durante la videoconferencia, el comentarista aborda esta época de cambio en el tenis, el auge de la nueva ola y los borrones de los últimos tiempos asociados al dopaje. Prevé curvas esta temporada, otro intenso mano a mano entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, y dice que todavía hay que concederle crédito a la hornada de los castigados.
Pregunta. Tras el adiós de Federer, la retirada de Nadal marcó otro punto de inflexión. ¿Qué vislumbra para este 2025?
Respuesta. Percibo energías renovadas. Creo que va a ser un año de nuevas caras y algunas sorpresas, de subrayarse ese cambio generacional que hemos ido viendo, que va a haber movimientos entre los diez mejores. Eso no quiere decir que Alcaraz y Sinner no vayan a dominar el circuito, pero creo que hay jugadores que van a ser más peligrosos. Tengo la sensación de que la nueva generación ya está suelta, liberada, que por fin creen en ellos mismos, y que al margen solo queda el último mohicano, Djokovic. A partir de ahí, queda por ver qué hacen competidores consolidados como Zverev o Medvedev, porque llevan mucho tiempo ahí y puede ser que ya les toque, pero los que vienen de abajo vienen con tanto potencial que no será fácil.
P. ¿Considera que, de alguna manera, la generación intermedia de la que habla y que sufrió a los tres gigantes, y ahora a Sinner y Alcaraz, es una causa perdida?
R. No, yo no la doy por perdida porque, al final, la experiencia siempre ayuda y es un grado, y ellos son jugadores con nivel. Zverev, por ejemplo, ya está ahí; ha encontrado otro camino, hoy es el número dos y el año pasado jugó la final de Roland Garros, mientras que antes siempre sufría mucho en los grandes. El problema no es el nivel, sino que a ellos [Zverev, Medvedev, Tsitsipas…] les costó mucho dar ese paso porque había tres [Nadal, Federer y Djokovic] que les bloqueaban la entrada y tenían más experiencia que ellos; competir contra los mejores de la historia, por muy bueno que seas, es muy complicado. Sin embargo, siento que los de la última generación sí sienten que pueden conseguirlo. Se trata de una cuestión de consistencia.
Alcaraz es explosivo, debe aprender a exprimir su energía en los momentos en los que es necesario
P. Consistencia, esa es la cuestión.
R. Los chavales tienen muchísimo potencial, pero les cuesta mantener la estabilidad, algo que, al fin y al cabo, es un poco el denominador común de lo que vivimos hoy en día en todos los sentidos. Creo que la juventud tiene un potencial espectacular, infinito, y que son mucho más espabilados que nosotros, pero luego les cuesta un poco encontrar esa regularidad, eso que tiene Sinner o que tiene Carlos [Alcaraz] en la gran mayoría de los torneos; cuando se combina el talento que tienen los dos con la consistencia, eres casi imbatible.
P. Hasta hace no mucho lo era Djokovic, pero estamos en Australia y, por primera vez en mucho tiempo, no parte como favorito. ¿Qué espera de él?
R. Para mí es una incógnita, tengo una mezcla de sensaciones con él. El año pasado, cuando vimos ese episodio en dirección a Roland Garros, con las rodillas temblando [en Ginebra], me dije: no sé si va a tener ganas de más. Y después, con el oro en los Juegos, ya ha conseguido todo lo que soñaba. Pero ahora, la incorporación de Andy [Murray] es una forma de dar el último coletazo, de decir: quiero morir matando. A estas alturas ya no necesita tanto a un entrenador reputado, como a alguien que entienda lo que él ha vivido, que sepa cómo juega y también cómo le han jugado a él para hacerle daño. Es inviable descartar a Djokovic. Me cuesta creer que haya dicho su última palabra, pero es evidente que, si este año no triunfa en ninguno de los Grand Slams, se le hará muy difícil.
P. Teniendo en cuenta el perfil competitivo de ambos, la mezcla parece explosiva, ¿no? ¿Mezclarán bien durante los partidos?
R. Yo me imagino un Andy de menos a más, reservado e interpretando el juego, siendo en todo momento consciente de que el protagonista es Novak. Se conocen mucho en lo profesional, pero personalmente tienen que encontrarse y Andy debe detectar bien en qué momento tiene que entrar más o dejarle que haga lo que quiera, ya sea quejarse o gritar; uno y otro lo han hecho, así que, en ese sentido, pueden compenetrarse bien.
¿Sinner y Swiatek? Yo no puedo pensar mal, porque estaría pensando que mi deporte está manchado
P. Sinner es todo lo contrario, muy frío. ¿Cómo demonios se le puede sacar de la pista?
R. Es el rival a batir. Igual que hace un par de temporadas Djokovic era la referencia en dura, ahora lo es él y de manera merecida. Su ritmo es muy alto y su velocidad de piernas es muy rápida, pega muy duro de derecha y de revés, su saque es buenísimo y el resto también. Al de enfrente, lo único que le queda es estar preparado para ese envite que él propone, para ese maratón al esprint al que te invita. Él te dice: este es mi ritmo, a ver si lo aguantas. Y es muy difícil.
P. Solo perdió seis partidos el año pasado.
R. Hay muy pocos que puedan ganarle, porque necesitas variedad. Sinner es una especie de Novak, pero mejorado; igual que Djokovic mejoró la versión de Agassi, parece que él mejorará la de Nole, aunque lógicamente todavía le queda mucho recorrido. Yo no digo que le vaya a superar en cuanto a Grand Slams, pero en términos de juego, necesitas hacerlo perfecto para vencerle. Además, creo que a raíz de todo lo que sufrió el año pasado [a raíz del doble positivo por clostebol] ha aprendido mucho. Esa experiencia le ha hecho más maduro y más fuerte.
P. ¿Ha sido esa la clave, ese salto mental?
R. Creo que pocos jugadores hubieran soportado una situación así. Ojalá se acabe pronto esta situación [el fallo final será en abril], porque es bastante incomprensible que sigamos dándole vueltas y que haya sospechas sobre él. A mí particularmente me entristece mucho. Que tomen una decisión y le comuniquen lo que sea, pero se debe solucionar.
P. Primero su caso y, después, el de Swiatek. Dos manchas. ¿Hasta qué punto daña todo esto la imagen del tenis?
R. Hay que analizar caso por caso, porque no todos son iguales. Es como con las enfermedades: cada cuerpo es un mundo. Entonces, yo quiero pensar que si lo que detectaron no es para un beneficio y la cantidad es tan baja, es porque es así. Yo no puedo pensar mal, porque estaría pensando que mi deporte está manchado, y no lo pienso ni de lejos. Me sorprendería muchísimo que cualquiera de los que está arriba tomara algo para beneficiar su rendimiento, no me entra en la cabeza; tengo que darles el beneficio de la duda, y si han decidido lo que han decidido, pues ya está. Es como si te saltas un semáforo y te ponen una multa y te quitan dos puntos; no te han quitado el carné. Ya han pagado. Darle mucha bola a eso es manchar el deporte.
Badosa puede tocar algún techo y petarlo en algún momento. Ha nacido para explotar en algún sitio
P. Hablaba antes de madurez. ¿En qué punto sitúa a Alcaraz?
R. Creo que ha llegado fresco a Australia y que el hecho de no haber competido previamente en ningún torneo le habrá servido para rodarse bien. Él siempre empieza con mucha explosividad, y ha ido aprendiendo. El año pasado, después de un ligero bajón, se recuperó en Pekín, mientras que hace dos no lo hizo. Es un tema de calendario. Debe aprender a exprimir su energía en los momentos en los que es necesario. Es un jugador tan potente y con tanta vitalidad, que es casi imposible estar al cien por cien toda la temporada; es muy difícil para todos los jugadores, pero en su caso lo es más por esas características. Espero una muy buena versión de él y me sorprendería que no hiciera un buen torneo. Él y Sinner son los claros favoritos.
P. ¿Y qué me dice de Paula Badosa? Tiene 27 años, ¿hasta qué punto puede ser determinante este curso para ella?
R. Este principio de temporada va a ser muy importante, porque meterse entre las diez primeras le aportaría mucha confianza, un chute de fe, de creer que vuelve a pertenecer a ese grupo. Creo que es un año fundamental para que no se desinfle, necesita resultados. Todos estamos muy pendientes de lo que se dice en el exterior, y creo que ella también lo ha estado, pero, en mi opinión, ahora está preparada para jugar sin estar pendiente de lo que le puedan decirle en las redes sociales o los periodistas, y eso es un gran salto. Aparte, puede jugar bien en rápida y también en tierra, en todos lados, y eso es muy importante. Yo espero una muy buena temporada de ella, que acabe entre las diez mejores.
P. ¿Qué visualiza para ella?
R. Es una chica que tiene argumentos para hacer algo importante en el tenis, un petardazo; no digo que pueda hacerlo de manera constante, por su forma de ser, pero puede tocar algún techo y petarlo en algún momento. Creo que ha nacido para explotar en algún sitio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.