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TENIS | US OPEN
Columna
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Alerta: Sinner ha dado un salto mental

Se ha convertido en un jugador prácticamente intratable y superarlo desde el fondo de la pista es tarea casi imposible. La rivalidad con Alcaraz, definitivamente, está servida

Jannik Sinner
Sinner, durante la final contra Fritz en la Arthur Ashe.JOHN G. MABANGLO (EFE)
Toni Nadal

El domingo se dio por concluida con el encuentro entre Jannik Sinner y Taylor Fritz la 144ª edición del US Open, una edición que nosotros, los españoles, no recordaremos con especial agrado. Nuestros representantes no han tenido, en esta ocasión, una destacada actuación. En el cuadro femenino, una sola de nuestras cinco jugadoras, Paula Badosa, logró superar la tercera ronda y acabó cayendo derrotada en unos meritorios cuartos de final. En el masculino, el desenlace ha sido peor. De los ocho participantes que inicialmente completaron el cuadro, ninguno logró superar la segunda ronda.

Sin embargo, y como no podía ser de otra manera en un torneo de tal magnitud, los aficionados al tenis de todo el mundo hemos podido seguir disfrutando de magníficos partidos que culminaron en las dos finales, la femenina y la masculina, que se celebraron el sábado y el domingo, respectivamente.

En la primera de ellas, fue la bielorrusa Aryna Sabalenka quien se alzó con la victoria en un disputado partido contra la estadounidense Jessica Pegula. Con esta, Aryna suma ya tres torneos del Grand Slam y asegura con ello la continuidad de una reñida rivalidad con la polaca Iga Swiatek, quien a sus 23 años atesora ya cinco trofeos de los grandes, para desentrañar cuál de las dos será la mejor jugadora de la década. Sin duda, esta pugna ayudará a mantener, si no aumentar, el interés por el tenis femenino.

Con la victoria de Jannik Sinner por la parte masculina, también podemos acreditar más que nunca la que ya era una evidente rivalidad con nuestro gran campeón, Carlos Alcaraz. Con el del domingo, el jugador transalpino se adjudicó su segundo grande de este año, igualando la marca anual del jugador español y asegurándose, prácticamente, acabar el año como número uno del tenis mundial.

Si en la semana previa al inicio de la competición nos preguntábamos de qué manera le podía afectar la incesante polémica que se generó por su posible doble doping, después de la final y de su magnífica actuación, el italiano ha demostrado una vez más que no solo es poseedor de uno de los mejores juegos del circuito sino que, además, tiene el temple para afrontar situaciones realmente complicadas. Seguro que el hecho de saber que tiene la conciencia limpia le ha ayudado a sobrellevarlo. La de anteayer fue su sexta final del año y, como en las cinco precedentes, el triunfo cayó de su lado, un dato que explica por sí solo su alta fiabilidad.

Hoy en día se ha convertido en un jugador prácticamente intratable para la inmensa mayoría de sus oponentes. Es capaz de imprimir a cada uno de sus golpes una velocidad altísima y de cometer muy pocos errores no forzados. Superarlo desde el fondo de la pista es tarea casi imposible y este es, precisamente y a mi parecer, el error que cometió Fritz en los dos primeros sets: tomar la decisión equivocada de jugar rapidísimos peloteos desde el fondo de la pista y pretender sorprenderle o conectar un golpe ganador; pero provocar que el italiano errara era, como pudimos ver, tarea prácticamente imposible.

Si se me permite volver a Alcaraz, ya que es quien nos importa, debo decir que todavía disfruto más con su juego —me gusta aún más—, pero también admitir y temer que la notoria mejora del actual líder, especialmente a nivel mental, le pondrá las cosas realmente difíciles. La rivalidad, definitivamente, está servida.

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