Creo en la inocencia de Jannik Sinner
Conozco lo suficiente al jugador, uno de los más correctos del circuito, y me resulta impensable que pueda actuar falsamente a sabiendas de que lo está haciendo
A escasas horas del inicio del cuarto Grand Slam del año, el US Open, la noticia más relevante sigue siendo el doble positivo por clostebol que Jannik Sinner dio en el mes de marzo. Después de las pertinentes explicaciones dadas tanto por el jugador italiano como por su equipo, a mí me queda meridianamente clara la voluntad del transalpino de no delinquir y, mucho menos, de intentar buscar ventaja alguna por el uso de sustancias prohibidas.
Conozco lo suficiente al jugador como para poder afirmar sin reparos que es uno de los más correctos y educados del circuito. Me resulta impensable que pueda actuar falsamente a sabiendas de que lo está haciendo. En el ámbito de su equipo se produjo una equivocación que ha sido suficientemente saldada, creo yo, con la sanción económica que le impuso al tenista la Federación Internacional de Tenis (ITF) de 325.000 dólares (290.000 euros) y la pérdida de 400 puntos.
El día a día de los jugadores es, a veces, exageradamente vulnerable en este aspecto. Cualquier desliz o infortunado error les puede acarrear un castigo muchas veces exagerado. Recuerdo, por nombrar un solo ejemplo, un caso que vivimos de cerca durante mis años en el tour: la sanción impuesta a un doblista argentino quien, con evidentes problemas de alopecia, usaba habitualmente un medicamento que, de un año para otro, pasó a formar parte de los productos prohibidos. Los dirigentes sabían, evidentemente, que en aquel tenista no había habido intención de obtener ventaja ilícitamente. Y aun así, animados en certificar su compromiso con el teórico juego limpio y conocedores, además, de la poca trascendencia que aquel jugador tenía, quisieron que cayera sobre él todo el peso de la ley.
Estos días se les achaca a estos mismos dirigentes su doble vara de medir porque, en el caso que nos ocupa, han considerado que no debían sancionar a Sinner. Me llama poderosamente la atención que ciertos medios de comunicación, lejos de afearles los castigos desmesurados de otras ocasiones, exijan ahora un castigo similar para el actual número uno del ranking ATP. Que haya gente que sin un conocimiento completo de cada caso esté siempre dispuesta a opinar, juzgar y, sobre todo, condenar a los demás no deja de ser sorprendente.
Y, sin embargo, me asombra mucho más que sea desde dentro del propio circuito tenístico, algunos compañeros suyos, los que se hayan posicionado en su contra. No comprendo que algunos de sus propios colegas, tenistas que, con toda seguridad habrán entrenado con él o lo habrán tenido enfrente como rival y que conocen a la perfección el implacable seguimiento que hace de todos ellos la Agencia Mundial Antidopaje (con especial hincapié en los tenistas mejor posicionados; pregúntenles, si no), sean justamente los que siembran dudas sobre su inocencia o que directamente desean que se ejerza sobre él un castigo que saben a ciencia cierta que es desmesurado.
Por el bien de una sociedad sana, tanto en este caso como en muchos otros, cabría recordar, y no caer, en la sentencia de uno de los principales literatos y pensadores de la historia alemana, Johann Wolfgang von Goethe: “La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto”.
Como Jannik mismo ha señalado, esta no es la mejor manera de afrontar un torneo de estas características. La incógnita se va a despejar estos próximos días. Espero y deseo que sea de manera positiva y que el gran jugador italiano pueda competir ajeno a todas estas polémicas y que, una vez más, su tenis contribuya a hacernos disfrutar de esta gran cita.
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