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Mundial de Fútbol
Columna
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Game Over, CR7; nos queda Leo

Duele saber que la noche de tres goles de Cristiano Ronaldo ante España en Rusia eran parte de su última Copa siendo uno de los mejores deportistas

Ronaldo Qatar 2022
Cristiano Ronaldo después de que su equipo perdiera en cuartos de final, el 10 de diciembre.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)
Alejandro Gómez

Minuto 90. El tiempo se agotaba y Portugal estaba por quedarse fuera en la Copa de las sorpresas. Vino un pase a profundidad para Cristiano, quien entraba a toda velocidad al área. CR7 la recibía y al mismo tiempo se la acomodaba. ¿Cuántas veces lo vimos resolver así momentos aún más bravos que ese? Pero esta vez, pateó suave a la posición del arquero marroquí Yassine Bounou, o Bono, como le gusta que le llamen.

Y así, como cuando la vieja consola te recordaba que había que ponerse a hacer los deberes, apareció en la pantalla de la leyenda portuguesa el famoso “Game Over”.

¿Díganme que no pensaron que Cristiano resolvería el juego, cuando por fin Fernando Santos, técnico de Portugal, se animó a meterlo al terreno de juego a los 51 minutos de tiempo corrido? Lástima, esos tremendos marroquíes apenas lo dejaron tocar el Al Rihla.

Ahora, no lo digo porque me lleve la tristeza de ver salir bañado en lágrimas al Bicho, igual que el viernes a Neymar.

Esos Leones del Atlas jugaron increíblemente bien la mitad del futbol y con eso les ha bastado para estar entre los cuatro semifinalistas del torneo. Y eso fue bueno para Portugal, pues si supieran agredir como defienden, hubieran masacrado a los lusitanos. ¡Qué forma de fallar de cara a la portería!

Ya sé. Se vale y es menos complicado si Diogo Costa (portero portugués) te echa la manita, como lo hizo en el gol de Walid Cheddira.

Ya hablaremos más de los sorprendentes africanos, primeros en la historia de las Copas del Mundo en meterse a semifinales. Por ahora, déjenme que estoy llorando la partida de Cristiano.

Sé que tiene mucho de lo que dicen; seguramente es un pesado y con el ego más grande que esa enorme torre que montaron sobre Río Churubusco, pero también es un extraordinario profesional, con orden extra de disciplina, competitividad y garra. No es mentira lo que se cuenta sobre tantas veces que llegó a su habitación del hotel en turno, después de un juego bravo de Champions o uno de rutina en la Liga que gusten y pidió que le llenaran la tina con hielo, para sumergirse y corregir cualquier pequeño desgarre muscular.

Alguna vez, Nery Castillo fue invitado por la marca deportiva que lo patrocinaba a una cena a la que también llegó el Bicho; cuenta el habilidoso exseleccionado mexicano que, cuando le preguntaron qué quería cenar, se dejó ir y pidió un entrecot con papas a la francesa y, para podérsela pasar, una cerveza.

Digo, nada que lo hiciera sentir mal, pues para un atleta de alto rendimiento tampoco es que hubiera pedido tres gorditas de chicharrón y un six de chelas. Bueno, pues Cristiano eligió un pescado a la plancha, solo con un poco de aceite de oliva y sal. Ah, también una botella de agua sin gas.

No culpo al profe Santos por castigarlo y dejarlo en la banca tras sus berrinches; había que hacerlo. Y tampoco uno se puede engañar: sus mejores momentos como futbolista ya pasaron.

Solo duele saber que el tiempo no perdona, que ese juego de despedida que recuerdo de Pelé con el Cosmos de Nueva York, el 1 de octubre de 1977, fue en serio, y ya no lo vimos más jugar profesionalmente al futbol; que esos regates de Maradona en el Azteca quedan solamente en nuestra memoria y en algunos videos, y que esa noche de tres goles del Cristiano Ronaldo ante España, en Rusia, eran parte de su última Copa siendo uno de los mejores deportistas de todos los tiempos.

El viernes fue Neymar, aunque el astro brasileño aún tiene crédito por delante para volverlo a intentar en el Mundial United.

El sábado le tocó a Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro. Aún nos queda Leo.

Gracias, Bicho.

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