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La capitulación de las Guerreras: derrota contra Hungría (24-27) y eliminadas

La selección femenina de balonmano pierde su cuarto partido seguido en su peor torneo internacional de los últimos tiempos

Balonmano femenino JJOO París 2024
Alicia Fernández, frenada por la defensa húngara.MIGUEL GUTIERREZ (EFE)
Lorenzo Calonge

La derrota de las Guerreras contra Hungría (24-27), la cuarta en los cuatro partidos disputados en estos Juegos, puso el último clavo al triste recorrido de la selección femenina de balonmano en París. En la última jornada de la fase de grupos, este sábado (11.00), le quedará pasar el trago de cruzarse con la anfitriona y poderosa Francia. Este jueves, la cita en la que mostraron más entereza y resistencia a la adversidad, fue su capítulo final. Las matemáticas ya no dan más de sí. De los seis de cada grupo pasan cuatro y España está a fuera a falta de un encuentro. Su reacción en la segunda mitad ante las magiares para remontar un 15-20 y ponerse 21-20 con 15 minutos por delante acabó en nada.

Hay que rebobinar mucho para encontrar un campeonato tan negado del equipo en resultados y, durante muchos minutos, en juego y sensaciones. Sobre todo, por lo que supone el escaparate de unos Juegos. Hace tres años en Tokio, fueron novenas y, aunque tampoco pasaron a cuartos, ganaron dos encuentros (uno de ellos a Francia) y estuvieron en la brecha. En Río 2016, el último gran torneo internacional de la generación dorada, se quedaron con la quinta plaza tras caer de forma cruel en cuartos frente a las galas. Y en Londres 2012, el equipo se apuntó el gran éxito de su historia: bronce. Unos tiempos muy lejanos ya.

Las medallas quedan a mucha distancia hace tiempo, un mensaje asumido por todos, y en París no formaban parte de las obligaciones de las Guerreras. Sin embargo, la composición del grupo abría una ventana a un hipotético pase a cuartos. Los dos duelos iniciales con las sudamericanas y Angola, dos selecciones que no pertenecen a la élite mundial (España nunca había caído contra ellas), generaron unas expectativas inevitables. Lo que ha ocurrido, sin embargo, ha sido todo lo contrario: un gran chasco desde la dura derrota con Brasil (18-29).

Las declaraciones de las protagonistas, con el entrenador Ambros Martín a la cabeza, han apuntado a las dificultades del vestuario para gestionar mentalmente esa vía abierta. “La presión de jugar el primer partido en unos Juegos contra un rival directo nos ha superado”, admitió el seleccionador tras el severo correctivo de las sudamericanas. “No hemos mostrado ese gen que llevamos dentro. Tenemos que respetar la camiseta y todo el trabajo que llevamos haciendo durante mucho tiempo”, amplió la capitana Lara González (32 años), que debutó en la absoluta en 2013 y vivió el final de los mejores tiempos.

El angolazo del segundo choque (26-21), con apenas seis tantos en la segunda parte (los dos últimos en el minuto final y con todo finiquitado), confirmó que no habría paz para las Guerreras en París. Aquel partido añadió, además, un elemento simbólico a la quiebra: el conjunto africano está entrenado por Carlos Viver, el seleccionador español hasta después de los Juegos celebrados en 2021. “Tenemos que ser más disciplinadas”, lamentó Lara González esa tarde.

En los tres últimos años, la selección ha tenido tres técnicos: Viver fue destituido tras Tokio; su segundo, José Ignacio Prades, tomó el relevo en 2021, a solo dos meses del Mundial que organizó España (cuartas beneficiadas por ser anfitrionas); y Ambros Martín llegó en mayo de 2023. Ganador de cuatro Champions, su condición de entrenador más exitoso en el balonmano practicado por mujeres elevó inevitablemente las expectativas al calor de su nombre. Los resultados inmediatos, sin embargo, no han mejorado (13ª en el Mundial de hace nueve meses). Logró el objetivo de meterse en los Juegos a través del preolímpico organizado en casa (lo disputó favorecida por los resultados de terceros en el Mundial), pero el mal desarrollo en París supone un gran golpe para la imagen de un equipo que atrapó al público en el pasado por su capacidad competitiva. Lo contrario a lo que ha exhibido en la mayoría de los encuentros de estos Juegos. Este jueves, frente a Hungría, fue casi la excepción para tratar de frenar (sin éxito) la tendencia derrotista de un vestuario superado al inicio del torneo por la carga emocional de la cita y las expectativas.

Empezando por la fragilidad mental confesa en el arranque del torneo para manejar las aspiraciones, las Guerreras han evidenciado sus males habituales: muchas pérdidas de balón, irregularidad en el juego e inconsistencia competitiva. De todo el torneo, apenas son rescatables los primeros 20 minutos contra Holanda y la buena reacción en la segunda mitad frente a las magiares. Poco para sobrevivir en una cita de altura.

La muy meritoria plata mundial obtenida en 2019, con Viver en el banquillo, pareció abrir un nuevo tiempo en la selección después de la renovación efectuada tras Río 2016, el punto final de la mejor camada de jugadoras (Marta Mangué, Macarena Aguilar, Begoña Fernández…). Pero no. Desde entonces, apenas un cuarto puesto en el Mundial de 2021, empujada por un calendario amable. Dos oasis en la larga travesía de un equipo que se alejó de la élite (en los Europeos - bianuales-, el mejor resultado desde la plata de 2014 es un noveno puesto en 2022 y 2020), y que en París suma todos sus partidos con derrota.

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