Clara Pérez, la portera de hockey que huyó de la portería porque se sentía sola

Hubo un momento, que tampoco fue corto, en que la guardameta de la selección de hockey hierba, Clara Pérez (23 años), tuvo que alejarse de la portería. Su cabeza no pudo más. Ella lo simplifica con un símil tan recurrente como efectivo: “Es como si llevaras mucho tiempo en una relación y necesitaras darte un tiempo. Esa reflexión me llevó dos años. Ahí vi que quería estar con la portería y ahora estamos mejor que nunca”, comenta dentro de un relato muy pormenorizado la jugadora más determinante del preolímpico el pasado enero.

Este lunes, después de la gran victoria ante Gran Bretaña (1-2), España disputa un partido clave contra Estados Unidos (13.15) en sus aspiraciones de cuartos. En paralelo, la selección masculina derrotó a Alemania (0-2) tras el mal inicio ante los británicos (4-0).

En el verano de 2019, la crecida de Clara Pérez parecía imparable. España había ganado el Europeo sub-21 con un papel decisivo suyo y la absoluta ya le había convocado. Pero dentro de ella algo chirriaba. “Venía de un año personal duro. Y cuando volví en septiembre al Júnior [su club], le conté al entrenador que no estaba bien anímicamente. Quedamos en que aguantaría hasta diciembre y ahí decidiría. Tenía dudas de si quería ser portera. A eso se unió que fui a un par de concentraciones con la selección y me sentí muy sola. No me trataba con nadie, me daba respeto hablar con algunas y tampoco nadie daba el paso conmigo. La portera siempre está sola, no necesitas comunicarte con nadie salvo en defensa, pero conozco otras que se han integrado bien. Igual era mi parte más introvertida. Es verdad que luego, cuando estás en dinámica y ves que cada una hace su vida”, explica.

“Además, en los entrenamientos [con la selección] querían que jugara de una manera que no era mi estilo. No soy de las que dirigen al equipo todo el rato, pero me empujaban a eso. No sentía que me dejasen ser yo en el campo, y fuera yo no me dejaba ser yo”, concluye.

No sentía que me dejasen ser yo en el campo, y fuera yo no me dejaba ser yo

La crisis se la trasladó al seleccionador de ese momento, Adrian Lock, y su respuesta la tranquilizó. “Me dijo que no pasaba nada, que si lo quería dejar y en un tiempo regresaba y demostraba nivel, contaría conmigo”, cuenta. Así que rompió con casi todo, menos con el hockey. En diciembre de 2019 dejó la portería, el combinado nacional y su equipo de División de Honor para irse a Segunda, a su club de siempre, el Línea 22, a ser jugadora de campo, algo que ya había sido en sus orígenes aunque de forma amateur. “Allí estaba en un entorno seguro para mí. Necesitaba ese parón. O lo dejaba a medias, o dejaba luego el hockey”, sentencia Clara Pérez. En ese proceso de reconstrucción, añade que también le ayudó recibir el contacto de “ciertas jugadoras”.

Tres ‘shoot-out’ detenidos

Lejos de la portería estuvo dos temporadas (2020-22). El oficio de delantera no le resultaba ajeno del todo; durante su formación, sin presiones, lo había compatibilizado con la portería. “Esos dos años hice un crecimiento personal muy grande. A mí siempre me ha importado bastante lo que el resto piense de mí y di un paso de decir: ‘a quien no le guste, que no mire’. Eso me permite ahora no volverlo a dejar”, confiesa la portera, que comenzó bajo palos a los “ocho o nueve años”.

Su regreso a la meta se fraguó con un mensaje a un antiguo entrenador: “Creo que lo echo de menos”, le escribió a Jaume Borras. Y en marzo de 2022 quedaron a entrenar con la condición de que no volverían a hablar en un tiempo para ver qué poso le dejaba. “En abril le dije que seguía teniendo ganas”, indica. “También sabía que, si volvía, sería con él”, añade. Algo que le terminó llevando al Atlètic Terrassa.

Ahora, la soledad de la portería la trabajo con una psicóloga y cada vez la llevo mejor

A partir de ahí, de ese verano de 2022, todo ha ido muy rápido. “La seleccionadora sub-21 me ofreció entrenar y vi que era la mía. Me convocaron para la Copa de Europa. Yo flipaba. Me supo mal porque mi compañera se quedó fuera y yo acababa de volver, pero no podía dejar pasar la oportunidad. Me dieron el premio de mejor portera y en diciembre de 2022 debuté en un partido oficial con la absoluta”, recuerda. Ya nada la detuvo. En el preolímpico del pasado enero, en el choque ante Irlanda, paró tres shoot out, como le había prometido al seleccionador Carlos García Cuenca (relevo de Adrian Lock, diez años en el cargo).

“He aprendido que no me lo puedo comer sola. A mi padre no le dije nada hasta que dejé la selección. Siempre me ha costado hablar de mis sentimientos. Me sentía sola en el hockey. Dejé de tener ganas de entrenar, y eso nunca me había pasado. Ahora, la soledad de la portería la trabajo con una psicóloga y cada vez la llevo mejor”, desvela la guardameta, que dice que aspira a que las niñas quieran ponerse bajo palos. “Siempre dicen que la portera es la rara, la vaga, la que no corre… Y yo no era así”, asegura.

“En los Juegos me pido no estar demasiado pendiente de hacerlo mal”, cierra la guardameta.

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