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Los segundos Juegos con el cruzado roto de Álvaro Iglesias

El capitán de la selección de hockey hierba, lesionado de gravedad en los ligamentos en 2020, logra seguir compitiendo sin operarse de este grave problema físico

Alvaro Iglesias
El capitán de la selección de hockey hierba Álvaro Iglesias, en el CAR de Madrid.Samuel Sánchez
Lorenzo Calonge

Álvaro Iglesias no quiere ni oír hablar de someterse a una resonancia para ver cómo tiene la rodilla izquierda. Puede jugar al hockey hierba, y punto. No necesita saber más. Estos van a ser sus segundos Juegos con el ligamento cruzado anterior roto. Un caso nada habitual con una lesión que provoca las peores pesadillas en los deportistas. Pero ahí sigue este madrileño de 31 años, capitán de una selección que este sábado (10.00) se estrena contra Gran Bretaña a las afueras de París con el objetivo de saltar el muro de los cuartos, algo que no pudo en Río ni Tokio.

En la capital japonesa volvió a maldecir “el partido más importante de sus vidas”, la frontera que da acceso a las medallas, un amargo final tras su gran conquista personal, la que le llevó a la cita olímpica. Su rodilla izquierda había hecho crac ocho meses antes, el 18 de noviembre de 2020. Una fecha que suelta de carrerilla. Lo común era operarse, pero los plazos de recuperación dejaban en el aire su presencia al otro lado del planeta. Vieron que le quedaba “algún hilito muy fino” que podía sostenerle, cabía la opción de riesgo de no pasar por el quirófano y no lo dudó. “No tuve ni que pedir segundas opiniones a mi familia. Plan b ya”, exclama.

El siguiente paso le llevó al Real Madrid de baloncesto. “Era vecino de Sergio Llull, coincidíamos sacando a los perros y me contaba mucho de su lesión [se rompió el cruzado en 2017, aunque él se operó]. Me habló muy bien del cuerpo médico del equipo, le pedí el teléfono y me ayudó”, recuerda Álvaro Iglesias. “Estuve cuatro meses con ellos y luego hacía dos visitas mensuales. Todos los días me apuntaba los ejercicios y, desde entonces, cuando me noto algo, vuelvo a ese pdf”, explica el jugador del Club de Campo Villa de Madrid, plata europea en 2019 con España.

Álvaro Iglesias, capitán de la selección española de hockey sobre hierba, en el campo del CAR en Madrid.
Álvaro Iglesias, capitán de la selección española de hockey sobre hierba, en el campo del CAR en Madrid.Samuel Sánchez

Sin cirugía, su tratamiento consistió en trabajar todos los músculos que rodean la zona afectada para crear una coraza de protección que le permitiera huir hacia adelante. “Los isquios, cuádriceps, gemelos, el aductor, el glúteo… Todos los debía tener muy fuertes. Eso es lo que me sostiene porque si me hacen la prueba del cajón [el primer test para averiguar si el cruzado se ha roto], doy positivo. En los planes físicos, el 80% del tiempo lo dedico a entrenar esa parte. Si hay semanas con más partidos que gimnasio, noto el déficit de fuerza. No puedo parar de trabajar esa musculatura”, detalla Iglesias, que volvió a jugar cuatro meses y medio después.

Regresó a la competición en abril de 2021, fue a Tokio a finales de julio y eso le bastó. Logrado el éxito de disputar los Juegos, tampoco luego se le ha pasado por la cabeza operarse. “Me molesta, sí, pero no me impide jugar”, subraya. Admite que ha perdido velocidad y en los partidos ya no se mete “tanto en barullos”, aunque con lo que más ha sufrido es con el sistema nervioso. “Si me pides que mande la señal con el cerebro, al derecho lo hago sin problema, pero al izquierdo no puedo”, confiesa el capitán de los Redsticks, que cuenta que ha entrenado mucho tiempo descalzo.

“Este caso no me parece la norma”, destaca el doctor Diego García-Germán, director médico de la Federación de Deportes de Invierno y traumatólogo del Hospital Universitario HM Torrelodones. “Esto está muy estudiado. La estadística es tremenda a favor de hacer una cirugía. Porque, además, si un paciente tiene un ligamento roto y sigue haciendo actividad, la probabilidad de que se acabe rompiendo los meniscos es muy alta”, detalla el cirujano, que añade que el hockey es una disciplina “muy demandante” para las rodillas. “Se juega en superficies de hierba artificial, con pivote y giro, igual que el fútbol. Si fuera un nadador de libre o ciclista, no tendría muchos problemas”, explica.

El consejo de ministros de los Redsticks

Estos son los terceros Juegos de Álvaro Iglesias. Quizá, los últimos. “Siempre he sido el pequeño del equipo y ahora soy el mayor. Tengo que liderar, hay pocos jugadores con experiencia olímpica”, confiesa. Algo que él hace desde su participación en una especie de consejo de ministros de la selección, un grupo de seis veteranos que se ha venido reuniendo cada lunes por videollamada para tratar diferentes temas y trasladárselos al entrenador, el argentino Max Caldas.

Álvaro Iglesias, capitán de la selección española de hockey sobre hierba, en el campo del CAR en Madrid.
Álvaro Iglesias, capitán de la selección española de hockey sobre hierba, en el campo del CAR en Madrid.Samuel Sánchez

“Hemos hablado de qué queríamos entrenar, qué necesitábamos para tener más rendimiento, cómo íbamos a encarar una competición, cambios en las rutinas… Acordamos cosas y se la comunicamos al seleccionador, que al final decide”, explica Iglesias, procedente de una familia entregada al completo al hockey. Su padre (Tono) fue olímpico en Seúl y Barcelona, su madre también jugaba en el Club de Campo Villa de Madrid, su única hermana (Belén) estuvo en Tokio y repite en París, y su mujer (Begoña García) disputará como él estos Juegos tras hacerlo en Río y Tokio.

El partido de cuartos ha orientado las sesiones de este consejo de ministros. “Sin que suene mal, hemos tratado de quitarle importancia a los clubes en la temporada. Lo relevante ha sido París, jugar incluso cansados en nuestros equipos para entrenar el cansancio que esperamos sentir en el sexto encuentro [el de cuartos]”, concluye Álvaro Iglesias, capitán y con el cruzado roto. Sus segundos Juegos así. Un caso fuera de la norma.

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