Dressel y Milak exploran la frontera de lo imposible en el 100 mariposa
El estadounidense y el húngaro baten dos récords olímpicos en las semifinales y se citan este sábado para dirimir el dueño del oro en la prueba más vanguardista del campeonato
Espoleado por el imperturbable Kristof Milak, que dejó el récord olímpico en 50,62s y luego paseó su cuerpo cerúleo y su cara de pan sin hacer concesiones a los fotógrafos, Caeleb Dressel desplegó toda su envergadura de telamón para poner el agua de la piscina de Tokio en ebullición este viernes por la mañana. Durante los primeros 90 metros de su semifinal de 100 mariposa, el estadounidense nadó por debajo del umbral del récord absoluto. Sin dar la sensación de que apretaba en las últimas brazadas y tras un final descoordinado, cubrió el segundo largo como un rayo: 23,20 segundos. Hizo 49,71s, nuevo récord olímpico en menos de 10 minutos y tercera mejor marca de todos los tiempos. A 21 centésimas de hacer lo que no hizo nadie (él tiene el récord mundial con 49,50s, logrado en 2019).
Dressel emitió el jueves la clase de confesión que esconde un reverso: “Michael Phelps es mejor nadador que yo”. Bajo la capa formal de sometimiento al más grande, el muchacho de la selva de Florida esconde una ilusión de superarle. Al menos, en lo que respecta a las distancias de 100 y los 50 metros, un ámbito de difícil acceso para el fenotipo de Phelps, más alargado, más elástico, más adaptable a la resistencia. Dressel se sabe más potente. A base de gestos explosivos pretende construir un reino que trascienda, al menos en parte, el insoportable peso del ídolo.
Michael Phelps vivió su experiencia en la natación competitiva como el cocodrilo en la charca. Entre 2003 y 2009 batió 39 veces el récord mundial de las tres pruebas de relevos, los 400 y los 200 estilos, los 200 libre, y los 200 y los 100 mariposa. Cuando abandonó su residencia acuática, el equilibrio ecológico se había desintegrado. En la charca no quedaban apenas peces grandes. La mariposa fue la excepción. Resulta una paradoja que el estilo que definió a Phelps sea aquel en el que se abren nuevas vías de evolución. La aparición de Kristof Milak y Caeleb Dressel en el Mundial de 2017 inició un duelo inesperado. Desde entonces, entre los dos han recortado las marcas de Phelps en 100 y 200 mariposa en cada campeonato. Los juegos de Tokio representan la culminación de la batalla. El punto de encuentro son los 100 metros mariposa que comenzaron a disputarse el jueves. Camino de la final del sábado, Milak y Dressel batieron dos récords olímpicos. El desenlace del campeonato en el Centro Acuático de Tokio coincide con esta exploración en los límites de lo posible.
El húngaro Milak, igual que Phelps, proviene del mediofondo. En 2019 batió el récord de 1m 51,51s que Phelps ostentaba en 200 mariposa, una hazaña que se creía imposible. Lo recortó hasta 1m 50,73s. Con solo 20 años, aquello tuvo dimensiones épicas. Su oro olímpico en la distancia consolidó su obra. En Hungría, Milak ya es un prócer. Pero él no se conforma. Quiere buscarse a sí mismo y no se le ha ocurrido nada mejor que internarse en el 100. Es un país peligroso, habitado por gente más fuerte, hombres que dan patadas como latigazos y mueven hectolitros de agua cada segundo en cada mano. A Milak solo parece inquietarle Milak.
Milak lleva una máscara de cemento. Si además se pone un gorro de látex y unas gafas negras espejadas, toda su apariencia adquiere un misterio insondable. De esa guisa inauguró este viernes la sesión matinal de la piscina de Tokio. No fue el primero en romper el manto de agua. Ese honor correspondió a egipcio Ramadan y al israelí Frankel, que acabaron respectivamente en los puestos 14º y 21º. Milak se lo tomó con más calma. Nadó el primer largo en 23,74s, cuarto parcial de las semifinales, y volvió como vuelven los fondistas, ganando impulso hasta tocar la pared en 50,31s. La dimensión de esta marca solo puede comprenderse en términos históricos.
Phelps, con el mono
Phelps hizo sus mejores tiempos en 100 mariposa con monos de poliuretano. El crepúsculo de la goma, en torno a 2010, coincidió con su progresivo abandono de los entrenamientos. Su mejor marca sin bañador impermeable fue de 50,70s, en 2011. Milak, sin apenas parecer esforzado, ondulando entre el aire y el agua en busca de la menor resistencia, ágil y ligero, hizo 50,62s. Dio la impresión de que estaba listo para volar más por debajo de los 50,18s que hizo en el Europeo de mayo.
Caeleb Dressel recibió el mensaje. En la siguiente semifinal, el estadounidense pronunció su declaración. Nadó el primer parcial en 23,20s, reservándose más de lo habitual, y clavó el regreso en 26,51s. Su segundo largo más rápido de siempre. El día que estableció el récord mundial en 49,50s regresó en 26,67s.
Es posible que Milak esconda unos gramos de combustible para intentar dar el zarpazo. El 49,71s de su rival recuerda que si la final se decidiera exclusivamente por la fuerza orgánica, el oro correspondería a Dressel, el único hombre que ha bajado de 50 sin bañador impermeable, y el único que da síntomas de avecinarse a la frontera que él mismo señaló antes de la pandemia.
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