Baraja vuelve a atreverse con un Valencia de remiendos
“Nuestro nivel de inversión no puede ser alto por las dificultades económicas y tenemos que adaptarnos”, dice el entrenador, que no quiere perder energía lamentándose
La Valencia cálida y húmeda sobrevive al final del verano con la ilusión del Valencia-Barcelona de este sábado (21.30, Movistar). La ciudad, barrida definitivamente por el turismo, un fenómeno que también permite vender más entradas cada partido, ha sucumbido también a un equipo donde da igual la falta de estímulos, los fichajes sin luces de neón y una Liga que se descorcha sin grandes aspiraciones. Da igual que haya carteles de “Lim, Go Home” en balcones, antros nocturnos y hasta en los puentes de entrada. Da igual que no huelan ni de lejos a un Kylian Mbappé o a un Dani Olmo. Y parece que tampoco importe que su estrella, el portero georgiano Giorgi Mamardashvili, tenga un pie en el Liverpool. Este sábado Mestalla estará a reventar. Como sucedía la temporada pasada y, muy probablemente, como sucederá esta que empieza. La afición no falla.
El entrenador, Rubén Baraja, sabe dónde pisa. Y ya hace tiempo que decidió que era una pérdida de tiempo frustrarse o lamentarse por la confección de la plantilla. Al menos en público. Peter Lim no compró el Valencia para hacer un equipo que pudiera competir en la Liga de Campeones. Así que este verano el técnico blanquinegro se conforma con que, al menos, no le han desmontado el bloque que construyó el curso pasado con la plantilla más joven de todo el campeonato nacional. El vallisoletano conoce de sobra cuál es su misión: mantener a flote un equipo lleno de remiendos. “Nuestro nivel de inversión no puede ser alto por las dificultades económicas y tenemos que adaptarnos”, dijo ayer en su comparecencia previa al estreno de esta noche en la Liga contra el Barcelona.
Mamardashvili aún está en Valencia y Baraja ha dejado claro que mientras siga, juega. “Tiene contrato, es jugador nuestro; para mí está para participar en el partido de mañana”. Es una pieza mayor. El georgiano salvó muchos puntos la temporada pasada, y aunque el club ha traído un recambio muy fiable, Stole Dimitrievski (procedente del Rayo Vallecano), será difícil que ofrezca las prestaciones del todavía portero titular, tasado en 45 millones de euros.
En medio de todas estas circunstancias, Baraja tiene una ventaja. Hay varios jugadores que quieren estar en el Valencia. Su amor por el club les ha hecho entrar por la puerta y no moverse. Como José Luis Gayá, el capitán, todavía lesionado; Pepelu, el andamio de este equipo; Hugo Duro, el máximo goleador; Sergi Canós, uno de los dos extremos, junto a Fran Pérez, lesionados, o Rafa Mir, un nuevo delantero que completa la terna de refuerzos junto a Dimitrievski y Dani Gómez, cedido por el Levante.
Luego tiene a una legión de canteranos —incluido Javi Guerra, tras su fallido fichaje por el Atlético— que en la última Liga dieron la cara y tendrán un año más de experiencia, incluidos los campeones olímpicos Christian Mosquera y Diego López.
No hay muchos más argumentos para ilusionarse con este Valencia premeditadamente venido a menos. Pero Baraja sabe las cartas que le han tocado y con ellas piensa jugar su tercera temporada —la segunda desde su llegada al banquillo—. “Cuando vas a renovar tienes que sentir la energía, sentir que en ese camino puedes aportar cosas, que los jugadores te van a seguir... Esa es la idea que yo tengo. Y el esfuerzo de los jugadores y el compromiso están fuera de toda duda. Mi objetivo es mejorar, ser ambicioso y sobreponernos a la dificultad. No me voy a lamentar, es gastar energía. Estoy focalizado en la competición”.
No tendrá un inicio sencillo. De entrante, el Barcelona de Hansi Flick, que sucede en el puesto a Xavi Hernández. Baraja pone en valor el esbozo mostrado por su colega. “Hemos visto que es muy atrevido, muy vertical, que busca con velocidad la portería rival y tiene precisión entre líneas. Sus jugadores meten pases de gol con mucha facilidad y tenemos que estar atentos”. Y una vez más, un comentario recurrente en su discurso, mira hacia la grada en busca de la ayuda que pueda equilibrar algunos duelos. “Si no ponemos el 120% o el máximo en cada partido, no podemos competir contra nadie. Mañana jugamos contra un gran equipo, pero jugamos en casa y ahí tenemos ese intangible que es Mestalla, nuestro campo, y Mestalla siempre responde”.
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