El Madrid se seca sin Bellingham
Sin el habitual rescate del inglés, el equipo de Ancelotti se estrella contra la resistencia de un Rayo muy serio, y deja al Girona solo en cabeza de la Liga
Sin la iluminación de Jude Bellingham, el Real Madrid no encuentra el camino al gol, y eso que contra el Rayo Vallecano lo buscó de mil maneras. Intentó 22 tiros, para nada. Sin la inspiración del inglés, se quedó seco contra un equipo que se mantuvo en pie sin olvidarse nunca de jugar e intentar acercarse al área de Kepa. Pero no empiezan a marcar Vini y Rodrygo, como reclama Ancelotti, y también Joselu parece haber roto su pequeño idilio con el gol en el Bernabéu. El empate deja al Girona solo en cabeza de la tabla y aboca al Madrid a una semana de dudas con un partido de Champions el miércoles, contra el Braga, y otro de Liga el sábado, contra el Valencia.
Que el momento irreal de Bellingham se iba a torcer se temió casi desde el principio. Hubo un momento en que el estadio contuvo la respiración. Se detuvo el bombo y se apagaron las voces poco a poco por el graderío, a medida que se extendía la constatación de que el inglés había caído. Y no se levantaba. Se agachó a controlar una pelota baja con el pecho y al llegar a la hierba y apoyarse con el brazo izquierdo, le asaltó el dolor en el hombro. Pasaban los segundos, los sanitarios le manipulaban la articulación, se avisaba a la camilla, y el Bernabéu aguardaba con el volumen a cero. Silencio por la inquietud de la grada con su último gran amor. Hasta que, cuatro minutos más tarde, regresó al campo, y poco a poco fue engrasando al equipo.
El Madrid jugó el partido como si calentara una cazuela con agua, aumentando poco a poco la temperatura en busca del punto de ebullición, que no llegaba. Comenzó explorando la banda izquierda, donde se juntaban a sumar pases Vini, Bellingham, Fran García, Modric y Camavinga, como si el balón fuera suyo y no hubiera prisa por nada. Así, toca que toca, se fueron acercando a la línea de fondo, una vez Bellingham, otra Vini, todavía exploraciones preliminares a bajas revoluciones.
El Rayo escapaba poco del cerco, aunque el toque de su centro del campo les procuraba tiempo para respirar. Movían bien la pelota Isi, Unai López, Óscar Valentín y Pahté Ciss. El equipo de Francisco también se acercó a la portería contraria por la izquierda, pero había un abismo entre ambos ataques. Cuando Álvaro García alcanzaba el área y miraba, solo encontraba camisetas blancas.
En el otro lado, el Madrid iba subiendo la presión de la caldera. Camavinga barría el centro desde el pivote que ha dejado el lesionado Tchouameni. El francés dominó la zona al corte, distribuyó con acierto y aceleró hacia arriba para añadir picante de cuando en cuando. Él y Valverde volaban por allí, y el uruguayo superaba líneas al galope como si los rivales estuvieran parados.
Pero el futbolista que ayudaba a conectar las piezas era, de nuevo, Jude Bellingham, repuesto de un susto gigantesco. Aparecía entre líneas para dar salida cualquiera que necesitara un apoyo para progresar. Pisaba las zonas que solía pisar Modric, esta vez más retrasado, sin Kroos en el once. El inglés abría vías para que llegaran hasta Fran García y Alaba a rematar, dos tiros que se fueron por encima del larguero.
También fue cogiendo temperatura Vini. En esta ocasión no se encontró enfrente a uno de sus antagonistas más intensos. Iván Balliu desapareció de la lista del Rayo poco antes del encuentro por unas molestias. En su lugar, Francisco colocó al rumano Ratiu en el lateral derecho. El brasileño se acercó un paso más a esa versión de las dos últimas temporadas capaz de desequilibrar cualquier sistema defensivo. Poco a poco fue encontrando el camino para deshacerse de Ratiu y de las ayudas que le prestaban Isi, Lejeune, Mumin, o quien pasara por ahí. Vini volvía a inventar, fantasía de juego de pies, pánico en el área, diversión en la grada, y un par de centros de exterior cargados de veneno.
Pero ni así encontraba el Madrid el gol, inmerso en un monólogo en el que a Joselu se le escapaba por poco un cabezazo en plancha y Vinicius no alcanzaba por un pelo a empujarla a unos centímetros de la raya. Ancelotti echó aún más carbón. Fuera Modric y dentro Rodrygo, que cruzó demasiado el primer tiro del que dispuso, y Kroos a la arena en lugar de Fran García, lo que llevó a Camavinga al lateral.
En el otro banquillo, Francisco no contemplaba resguardarse, y metió a Trejo, Bebé y Falcao. Pero los de Ancelotti mantenían el asedio, creciente en la misma medida que su desesperación con la resistencia del Rayo y sus demoras. Y al final, nada.
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