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Fernando Alonso ante su gran premio número 400: “Cuando gané el mundial en 2006 estaba 99% seguro de que 2009 sería mi último año en la F1”

El asturiano, el piloto con más grandes premios en la historia de la competición, sufre esta temporada el frenazo de su equipo, que está a la espera de la llegada de Adrian Newey

Fernando Alonso durante el GP de Estados Unidos el pasado fin de semana.
Fernando Alonso durante el GP de Estados Unidos el pasado fin de semana.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)
Oriol Puigdemont

Fernando Alonso vive enjaulado por las limitaciones del monoplaza que conduce actualmente y con la inquietud de saber si seguirá afilado dentro de dos años, cuando entre en escena el nuevo reglamento técnico de la Fórmula 1. Su contrato, hasta el final de 2026, así lo contempla; habrá que ver si sus reflejos hacen justicia a ese compromiso. Será entonces cuando Aston Martin ponga en pista el primer prototipo que habrá nacido de los trazos del lápiz de Adrian Newey, el ingeniero más influyente en la historia moderna, que hace unos meses anunció su salida de Red Bull —con ellos puede celebrar este curso su octavo título— para unirse al fabricante que le cedía los coches a James Bond. Si el agente secreto con licencia para matar sirvió en su día para darle brillo a la marca británica, la promoción de la arista más extrema de la compañía la abandera Alonso por paradójico que pueda parecer tratándose del integrante más veterano de la parrilla actual. A sus 43 años, el español afronta este domingo, en México (a las 22.00 horas, Dazn) su gran premio número 400 en el Mundial, una cifra que le coloca, de lejos, como el piloto con más experiencia de siempre; en ese podio de honor le acompañan Kimi Raikkonen (353, ya retirado) y Lewis Hamilton (351, todavía en activo).

Además de los dos títulos mundiales (2005 y 2006), logrados cuando Renault tenía suficiente empaque como para cuestionar la hegemonía de Ferrari y Michael Schumacher; las 32 victorias, los 106 podios, las 22 pole position y las 26 vueltas rápidas que figuran en la hoja de servicios del asturiano, puede que lo más sorprendente de todo sea su longevidad en un ecosistema tan competitivo y hostil como la F1: Alonso ha participado en más de un tercio (36%) del total de las pruebas del campeonato (1120), que echó a rodar en Silverstone en 1950. Desde aquel gran premio de Australia de 2001, en el que se estrenó subido a un Minardi, el ovetense ha ido acumulando kilómetros (alrededor de 108.000 en carrera) y vueltas (casi 73.000), muchos más de los que nunca se hubiera imaginado. “Cuando gané el segundo Mundial, en 2006, firmé un contrato de tres años con McLaren. En aquel momento estaba 99% seguro de que 2009 sería mi último año en la F1. Ese era el plan que tenía muy claro en mi cabeza”, reconoce Alonso en el podcast Beyond the grid.

El plan que por aquel entonces tenía en la cabeza el bicampeón no se cumplió ni en su primer capítulo. En McLaren solo estuvo un curso después de coincidir allí con Lewis Hamilton, la nueva sensación. Luego vinieron dos años más en el cobijo de Renault (2008 y 2009), un lustro agridulce con Ferrari (2010-2014) y otro regreso, a McLaren (2015), que terminó como el rosario de la aurora y con una primera retirada (2019 y 2020). Más o menos de la misma forma concluyó su retorno con Alpine (2021 y 2022), antes de que Lawrence Stroll le convenciera para unirse al proyecto de Aston Martin (2023), con quien este año firmó la renovación, como mínimo, por otras dos temporadas.

La toma de contacto con la estructura de los bólidos no pudo ser más fructífera, con ocho podios y una cuarta posición final que no tuvo continuidad este ejercicio: figura el noveno en la tabla general y su mejor resultado es el quinto puesto alcanzado en Arabia Saudí, la segunda parada del calendario. Si tenemos en cuenta que 2025 debería ser de transición, Alonso y Aston Martin tienen la mirilla puesta en 2026, con la esperanza puesta en que la sacudida en el reglamento y la influencia de Newey derive en una gran revolución. Según explicó el propio Alonso, a quien se conoce en el paddock como el Padre, él mismo tentó al ingeniero nada más enterarse de que quedaba libre, a través de un mensaje. “Tenía su número de teléfono y le mandé un mensaje en el que le hacía saber que sería un honor trabajar con él”, desvela Alonso, consciente de que los beneficios de incorporar al gurú de la aerodinámica puede que se los lleve alguien más joven: “Evidentemente, que me gustaría ganar con el volante en mis manos, pero también creo que lo disfrutaría si no soy yo quien conduce”.

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