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Blogs / Deportes
El Montañista
Coordinado por Óscar Gogorza

Marc Toralles, Bru Busom y Rubén Sanmartín firman una ascensión de otra galaxia al Yerupajá

El trío firma la primera travesía de la cumbre andina abriendo una nueva vía en la cara este, pasando por la cima principal (sin ascensiones en los últimos 20 años) y descendiendo por la vertiente sur

En la cima del Yerupajá. De izquierda a derecha, Toralles, Busom y Sanmartín
Óscar Gogorza

“Existen muchísimas razones para escalar, algunas malas, y he de decir que yo mismo las he empleado casi todas. Las peores son la búsqueda de la fama y el dinero. Normalmente, se suele citar la exploración o el descubrimiento, pero cada vez tiene menos sentido en el mundo actual. La única buena razón para escalar es superarse”, asegura Yvon Chouinard, un alpinista de leyenda, triunfador también en el mundo empresarial con su firma Patagonia.

Marc Toralles (equipo Haglöfs), Bru Busom y Rubén Sanmartín (ambos del equipo Scarpa) no buscan la fama, y el dinero lo encuentran trabajando como guías de montaña. De haber nacido en Boulder, Colorado, por señalar un lugar en Estados Unidos, tendrían su vida resuelta a la sombra de su leyenda. Pero los dos primeros son catalanes y el segundo aragonés. Lo cierto es que siguen sin saber venderse, pero a estas alturas de sus carreras es porque en realidad ni siquiera les importa. Sin embargo, su última actividad en la cordillera peruana del Huayhuash les ha permitido emplear casi todas las razones saludables que existen para abrazar el alpinismo: han explorado a su manera el Yerupajá (6.634 m), donde han descubierto que era posible completar la primera travesía de la montaña. De paso, han logrado superarse. Todas las motivaciones buenas citadas por Chouinard caben en el nombre con el que han bautizado su actividad: La esencia del compromiso. Los tres han escalado montañas técnicamente más complejas, pero jamás se habían expuesto de manera tan evidente al compromiso de tener que pasar obligatoriamente por la cima para buscar una forma de descender y sobrevivir. El dato, que parece baladí, lo cambia todo en el juego de escalar montañas.

Progresando por la arista del Yerupajá.

Entre el 4 y el 9 de agosto, el trío abrió una nueva vía en la cara este de la montaña más alta de la cordillera hasta alcanzar su arista. Su apertura resultó ser lo más sencillo de la empresa: podían escalar protegiéndose sobre terreno vertical de roca y mixto. En la arista que lleva a la cima principal, un interminable caos de hongos de nieve inestables y colgantes les aguardaba. En algunos puntos, de haberse caído el primero de cuerda, los tres hubieran acabado lanzados al vacío volando sobre un bloque de nieve.

Mikel Zabalza, exdirector del equipo de jóvenes alpinistas de la FEDME por donde pasó el trío, siempre recuerda, entre admirado y espantado, la valentía de Bru Busom y Rubén Sanmartín. No es que Toralles, se arrugue: es un alpinista sólido de verdad, pero él mismo reconoce que el empuje de sus dos compañeros es un asunto que raya lo sobrenatural. En su caso, valentía no rima con despreocupación: antes de lanzarse al Yerupajá buscaron todas la información posible, estudiaron el ascenso y el descenso, preguntaron a alpinistas familiarizados con la montaña y resolvieron aceptar el reto… con más dudas de las que arrastraban inicialmente. Era eso o renunciar sin haberlo intentado.

Para este tipo de alpinistas sumamente técnicos y experimentados, lo difícil no es resolver los problemas de la vía, lo realmente complejo es decidirse a sabiendas de que un error o la falta de fortuna acabará en drama colectivo. El compromiso, en su caso, es tener que lidiar con una certeza: una vez en la montaña nadie podrá ayudarles, no habrá helicóptero milagroso, y solo su determinación y su olfato y experiencia podrá salvarles. La obligación de pasar por la cima principal para poder bajar tenía su gracia: en los últimos 20 años nadie había pisado dicha cumbre, todos ahuyentados por su estética intimidante: una arista de roca salpicada de enormes masas de nieve haciendo equilibrios sobre el vacío. “Con el cambio climático, cada vez hay menos nieve y más cuelgan los hongos, más miedo da pensando que te puedes ir con todo hacia abajo”, explica Bru Busom minutos después de aterrizar en España.

Rubén Sanmartín, haciendo equilibrios sobre nieve inestable.

En apenas día y medio de escalada, el trío superó la pared este. Después, necesitaron cuatro días y medio más para pisar la cumbre principal, descender por un terreno siempre complejo y expuesto hasta un collado, escalar la cima sur y emprender un muy delicado camino a base de rápeles hasta la seguridad del pie de la montaña.

“En general”, explica Rubén Sanmartín, “fue todo bastante rodado, pero justito de visibilidad con las nubes que amenazaban con dejarnos a ciegas, lo que hubiera sido un grave problema. Sacamos unas pocas fotos a la carrera y seguimos avanzando: ver bien es clave para no errar y encontrar el camino más seguro”. El Yerupajá es una montaña muy pocas veces escalada, por algo lleva el sobrenombre de El Carnicero, pero una de sus ascensiones más notables corrió a cargo de tres alpinistas catalanes: Jordi Canyameres, Quico Dalmases y Miquel Lunch, en 1986, superando la pared oeste.

La esencia del compromiso no se ajusta a una definición precisa, única. Tendrá siempre un grado de subjetividad. Con todo, el compromiso siempre es un indicador relevante a la hora de explicar el valor definitivo de una ascensión. En el caso de Rubén Sanmartín: “es una relación entre la condición de la montaña y la dificultad técnica de la misma, unida a la posibilidad de abandonar retirándote por tus propios medios. Aquí, lo de menos ha sido la dificultad técnica y lo de más han sido las condiciones de nieve en la arista”, explica.

Bru Busom define el compromiso como “la capacidad de riesgo” que es capaz de asumir. “Esta vez empecé la actividad con mucho más miedo del que hubiera deseado. Suelo ir más decidido. El hecho de tener que atravesar la montaña obligatoriamente no te permite escalar de forma confortable. Ha sido un trabajo, pero ha sido bonito disfrutarlo”.

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Sobre la firma

Óscar Gogorza
Periodista especializado en actividades de montaña y escalada, escribe para EL PAÍS desde 1998. Coordina el blog 'El Montañista'. Dirigió la revista' CampoBase' durante una década y es guía de alta montaña UIAGM.

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