El esquí de montaña y el reto del segundo oro español en los deportes olímpicos de invierno
Oriol Cardona aspirará a lo más alto en individual y relevos mixtos en los Juegos de Milán-Cortina de 2026
En apenas un año, el esquí de montaña hará su debut como disciplina olímpica en los Juegos de Milán-Cortina, novedad que podría proporcionar la segunda medalla de oro en un certamen olímpico invernal tras la obtenida en 1972 por Paquito Fernández Ochoa en Eslalon. Oriol Cardona vive atado a la obsesión de colgarse un oro. Incluso podrían ser dos. El esquiador catalán compite en individual y en el relevo mixto. Para ingresar como disciplina olímpica, el esquí de montaña se ha desvestido de su esencia para reinventarse como una prueba tan breve como espectacular y ajustable a los moldes televisivos del presente. El esquí de montaña, también conocido como esquí alpinismo o, más recientemente, abreviado a skimo, tiene en las montañas su razón de ser. Es un tipo de esquí que da la espalda a las estaciones y sus teleféricos para buscar una relación con la montaña invernal que exige conocimientos de nivología, de seguridad y técnicas del alpinismo clásico.
Un esquiador de montaña sube deslizándose sobre sus esquís, cuyos patines quedan cubiertos por pieles sintéticas que impiden resbalar y permiten avanzar sobre la nieve de forma cómoda. Las botas, más ligeras, y las fijaciones, de dos piezas, permiten liberar el talón para que el movimiento sea tan natural como eficaz. A la hora de encarar los descensos, el esquiador retira las pieles, ancla la bota a la fijación, cierra los anclajes de su bota y desciende como si tuviese un equipo de alpino. O casi: el equipamiento de la élite exige un compromiso tremendo entre ligereza y eficacia. Para ascender de forma veloz, resulta imprescindible llevar el mínimo peso en los pies: “son unos 800 gramos por esquí y 550 gramos por bota”, aclara Oriol Cardona. Tanta ligereza se paga, obviamente, en los descensos de nieve compleja en alta montaña. Pero en la cita olímpica, o en las pruebas de la Copa del Mundo, las competiciones se celebran en estaciones de esquí.
Las pruebas tradicionales de esquí de montaña solían durar cerca de tres horas, acercándose un poco a etapas de una vuelta ciclista, pura resistencia y desnivel acumulado. Pero para acceder al olimpismo, se ha condensado su esencia: ahora se trata de un sprint. “Los trazados son muy similares y las carreras duran unos tres minutos. El desnivel a superar oscila entre los 60 y los 80 metros. Salimos a tope corriendo sobre los esquís, esquivamos unos rombos artificiales en ascenso, nos quitamos los esquís y subimos una fuerte pendiente con escaleras o peldaños tallados en la nieve, nos ponemos las tablas de nuevo y llegamos al punto más alto donde hacemos la transición a descenso quitándonos lo antes posible las pieles y lanzándonos a tope hasta meta”, describe Cardona.
Cada una de las nueve citas de la Copa del Mundo es un ensayo de cara a los Juegos, y este año Eurosport ofrece cobertura en directo. Cada participante afronta primero una contrarreloj individual y solo los treinta mejores pasan a cuartos de final. Aquí, se realizan cinco mangas de seis participantes, hombre y mujeres por separado, de los cuales solo 12 se clasifican para la semifinal. En la final, los seis mejores se juegan el triunfo. Celebradas dos mangas de la Copa del Mundo, Cardona se impuso en la primera y no llegó a la final en la segunda: “tuve un día malo”, resume, mientras aspira a revalidar en 2025 su título de campeón mundial.
En la pantalla, el transcurrir de las mangas se revela emocionante, asemejándose un poco a las grandes citas de los 800 metros lisos, donde los fallos se pagan carísimos. Las transiciones resultan tan importantes como el puro rendimiento físico: un error al quitarse las pieles o al guardar los esquís en la mochila para subir a pie el tramo de escalera puede suponer la pérdida de dos segundos y arruinar las mejores expectativas.
“He tenido que cambiar mi forma de entrenar y tampoco compito en verano corriendo ultra trails. Necesito ahora ser resistente para poder correr cuatro mangas seguidas pero igualmente muy explosivo, hago mucho gimnasio, también bici en pretemporada y sigo trabajando la técnica para no cometer fallos en las transiciones. Son poco más de dos minutos de esfuerzo, pero son agónicos”, advierte. Entre cada serie, Cardona se sube al rodillo buscando eliminar ácido láctico y sigue una pauta alimenticia de recuperación.
En sus inicios al más alto nivel, Cardona coincidió con Kilian Jornet en la selección española: si este último es una leyenda de las carreras por montaña, lo es igualmente como esquiador de montaña. Antes de abandonar la competición, Jornet lo ganó todo, impulsando de paso la mayoría de edad del skimo nacional, abanderada principalmente por la federación catalana. Si Suiza es la gran potencia a batir, España y Francia presentan equipos femeninos y masculinos de altísimo nivel. “No sé aún quién será mi pareja en relevos pero tenemos varias compañeras con un nivel tremendo, caso de Ana Alonso o de Marta García”, advierte.
Oriol Cardona, de 30 años, estudió Ciencias de la Actividad Física y del deporte, fue entrenador, ejerció de modelo… “Y ahora lo he aparcado todo, todo, para centrarme en los Juegos. Con las ayudas institucionales y mis patrocinadores privados puedo vivir y dedicarme en exclusiva a este sueño. Después ya veremos…”, aventura. De obtener una medalla, sería la sexta cosechada por el olimpismo invernal español, tras el oro de Paquito, el bronce de Blanca Fernández Ochoa (Eslalon, 1992), los bronces de Javier Fernández (Patinaje artístico, 2018) y Regino Hernández (Snowboard cross, 2018) y la plata de la catalana Queralt Castellet (Snowboard halfpipe, 2022).
El estreno olímpico del esquí de montaña coincide con el futuro incierto de las estaciones de esquí, muchas de ellas abocadas a desaparecer por el cambio climático: apenas nieva en cotas bajas, lo que ha disparado la popularidad del skimo. De momento, a fuerza de pulmones sigue siendo posible encontrar nieve y soledad en el medio natural.
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