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Sin Groves en pie, Van Aert no tiene rival al ‘sprint’ en la Vuelta a España

El ciclista del Visma, ayudado por la generosidad de Kuss, se impone con holgura en el último arreón para sumar su segundo triunfo de etapa

Van Aert Vuelta a España
Van Aert celebra su triunfo al 'sprint', su segunda etapa en la Vuelta.Javier Lizon (EFE)
Jordi Quixano

Su esfuerzo fue descomunal, titánico, toda vez que aguantó las embestidas de los escaladores en el puerto del día. Lo conseguí, se debió decir, dichoso porque eso de subir nunca se le dio bien, orgulloso porque pocos pudieron mantenerse en pie. Pero Kevin Groves (Alpecin) cometió un error de lo más infantil porque se giró un segundo para ver cuánto trecho había con los de atrás. Y fue en ese instante cuando se le torció la etapa, pues hizo el afilador -su rueda delantera rozó con la trasera de Nairo Quintana- y se dio de bruces con el suelo. Etapa al traste. Y vía libre a Van Aert (Visma), que se quedó sin rival para el sprint final, por más que Marc Soler trató de escaparse en un pequeño repecho, por más que Vlasov intentó la machada en última instancia. Pero las cartas, en esta ocasión gracias a la inmensa labor de persecución de Sepp Kuss, estaban repartidas. Sin Groves en la parrilla, Van Aert no tiene eco ni rival en velocidad. Segunda etapa para él.

La salida fue en Archidona, de nuevo un baño de masas, gente por doquier con bicicletas y maillots, familias al completo con cestas de pícnic, ambiente festivo. Es la señal de que el ciclismo tiene imán, de que es un espectáculo con tirón. Así, por las calles empedradas del pueblo malagueño, de acento contagioso y de callejones estrechos al punto de que en alguno casi se podían dar la mano los vecinos entre los balcones, también con un paso por la coqueta plaza del Ayuntamiento, los ciclistas salieron en una etapa de contrastes, pues el monstruo de Ben O’Connor refulgió como nunca para destartalar las predicciones en la Vuelta, ya que los que se presuponían favoritos miran desde abajo al australiano, ahora con cinco minutos de ventaja y con el maillot rojo impoluto.

Suyo fue el triunfo de la resistencia en una etapa de cuatro puertos y calor abrasivo. Condición inflexible en Andalucía, pues este viernes siguió azotando con fiereza el sol a los corredores, que no dan con el ritmo imaginado por la organización, que no hay etapa que la cumplan en los plazos previstos. Jornaleros bajo el astro rey -hasta 43 grados marcaba el termómetro en Córdoba-, sin embargo, no se les puede achacar un pero, pues las piernas dan hasta donde dan. Como a Xabier Isasa, del Euskaltel, equipo cheerleader de la Vuelta, que sacó los pompones de buenas a primeras, sprint al ponerse en verde el semáforo, fuga al canto. Sucedió que el Kern Pharma -el otro animador de la carrera-, decidió reservar fuerzas por una vez tras etapas de desgaste, por lo que Isasa se quedó solo ante el peligro. Si bien llegó a tener más de ocho minutos de ventaja, se sabía que el pelotón no daría opción a la escapada, menos todavía si solo era de un efectivo. Pero el estajanovista ciclista del Euskaltel cumplió con el cometido, guiño a sus patrocinadores y palmadita de los organizadores de la Vuelta, que por algo los invitaron al certamen. A 38 kilómetros de meta, le envolvió la serpiente de colores. Quedaba el puerto del día, la etapa de verdad.

Dolido en el orgullo, necesitado también de la resurrección de su líder Roglic, Bora fue el primero en enfilar el pelotón, corre, corre, que te pillo, no sea que O’Connor tuviera un mal día. Se sumó después Visma a la tarea del desgaste, preocupado en desgajar a la masa, en descontar a posibles sprinters para que Van Aert no tuviera sombra en la llegada. Condición que favoreció el propio Roglic, que decidió ponerse al frente, que vino a decir que quien quisiera el triunfo aguantara sus piernas. Todavía más, pues hasta en dos ocasiones probó el demarraje, la segunda para coger los puntos de bonificación en lo alto del puerto. Todo vale en su misión de recortar con O’Connor. Acabado el puerto y comenzado el drama particular de Groves -también de Lazkano, que se pegó un fuerte costalazo-, llegó el turno de la velocidad. Soler trató de evitarlo con una escapada. “Había poca gente para trabajar en un grupo reducido, tenía que intentarlo”, reflexionó el ciclista de UAE. Pero Sepp Kuss, tan líder como gregario, decidió negarle la mayor. Enorme trabajo de zapa el suyo. Después lo probó Vlasov (Bora), pero ya no había margen. Van Aert ya había sacado el colmillo. Ese que enseñó en los últimos metros, ese que le valió para el triunfo. Por detrás, Vacek (Lidl-Trek) y un meritorio Pau Miquel (Kern Pharma). Aunque no fueron rival para Van Aert, que se fundió en un abrazo sentido con Kuss a modo de agradecimiento, también con la promesa de que como recompensa le ayudaría llegar al podio de Madrid. Pero todo eso poco le importó a Groves.

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