Camino del sueño olímpico: Iñigo Martínez de Albornoz, un esquiador de montaña con alma surfista
El donostiarra compite este fin de semana en Boí Taüll en busca de una de las dos plazas masculinas para los Juegos de Milano-Cortina
Los abuelos de Iñigo Albornoz se conocieron en la nieve. También sus padres, esquiando. Nacido en Donosti, prácticamente en la playa, lo más lógico es que Iñigo se hubiese dedicado al surf, de hecho es una de sus grandes pasiones. Sin embargo, aspira ahora a convertirse en deportista olímpico invernal de la mano de su especialidad: el esquí de montaña. En apenas un año, en los próximos Juegos de Milano-Cortina, dos hombres y dos mujeres podrán representar a España en el estreno olímpico de las pruebas individuales de esquí y de relevos en la modalidad de sprint, una oportunidad que ha cambiado la vida de los aspirantes. Iñigo Albornoz, ingeniero, 28 años, ha reducido al mínimo su jornada laboral en el Wave Garden de Aizarnazabal (Gipuzkoa), una empresa pionera en la creación de olas artificiales y que conoce un éxito creciente: “Se trata de una oportunidad única de alcanzar el sueño olímpico, así que me ha tocado dejar un poco de lado mi vida habitual para aprender de nuevo a entrenarme, ser rápido, explosivo y al mismo tiempo resistente”, explica. En el caso de que lograse clasificarse para los Juegos, si entrase en la final se jugaría las medallas en apenas dos minutos y medio de agonía vertical y unos 40 segundos de descenso frenético sobre unas tablas ridículamente ligeras y estrechas. Se trata de una prueba tremendamente exigente desde el punto vista físico y técnico, con transiciones obligatorias en las que los esquiadores han de quitarse las tablas, colocárselas en la mochila y ascender a pie un tramo de escalera para remontar una pala final, quitarse las pieles sintéticas que impiden que resbalen durante el ascenso y lanzarse hasta la meta. Todo se juega en milésimas. Perder un segundo en una transición puede desalojar del podio a cualquiera.
Iñigo reside ahora en Candanchú, donde entrena en solitario casi el 70 % del tiempo porque el grueso del equipo nacional está compuesto por esquiadores catalanes que se concentran en Font Romeu. Hoy todos se enfrentan a la tercera prueba de la Copa del Mundo en Boí Taüll, compitiendo contras las potencias de Francia y Suiza pero también entre ellos, puesto que salvo la plaza de Oriol Cardona, el resto está en el aire. Para acompañar a Oriol, Iñigo y Ot Ferrer parecen los mejor colocados, una rivalidad desconocida que ambos gestionan de la mejor manera: “Nos llevamos muy bien. Ot es muy joven pero lo da todo para crecer”.
Hace unos años, nada más ingresar en el equipo vasco de la especialidad, Iñigo asombraba por sus prestaciones en descenso, un valor que le permitía competir en los países del arco alpino sin desentonar ni perder el tiempo que podía ganar subiendo. “Es cierto que esquío desde que cumplí los tres años y eso es una ventaja evidente, pero en la época en la que me asomé a las competiciones de esquí de montaña todavía me atraía mucho el surf. Ahora es todo muy diferente y exigente y aunque tengo claro que la carrera de mis sueños es la Pierra Menta, el formato olímpico supone un reto que también me motiva”, analiza Iñigo. En paralelo, figuras históricas del esquí de montaña clásico critican con dureza el nuevo formato, desnatado y muy alejado de la esencia montañera de la disciplina.
El alto rendimiento, en cambio, se frota las manos. El técnico del BAT Basque Team Zentroa de Getxo, Aitor Alberdi, considera que Iñigo “llegó un poco tarde al mundo del entrenamiento científico, pero viendo su potencial y su evolución, se puede decir que tiene aún dos o tres años por delante para ser aún mejor”. Alberdi y su equipo han instalado en el centro de alto rendimiento una máquina ideada por ingenieros alaveses y que permite a los esquiadores realizar sobre ella pruebas de esfuerzo y entrenamientos. Se trata de una cinta transportadora sobre la que el atleta se sube con esquís, botas y bastones y la base de caucho permite simular el avance.
Aitor Alberdi, técnico del Basque Team Zentroa, explica que el “invento es único en España, y muy raro de ver en el resto del mundo. Nos permite realizar un trabajo muy específico porque la cinta puede inclinarse hasta los 25 grados para simular las condiciones de carrera. Además es muy ancha para que el atleta se mueva a sus anchas”.
La modalidad olímpica de sprint es tan joven que observa un amplio margen de crecimiento y evolución, tanto como el propio Iñigo Albornoz: “Ha tenido que transformarse en atleta explosivo, de calidad, porque el sprint es otra forma de esquí de montaña”, asegura. “Mis características físicas me acercan más al sprint que al formato clásico de las carreras al uso, mucho más largas”, reconoce Iñigo, mientras que Oriol Cardona, un prodigio de la resistencia ha tenido que reforzar su explosividad y velocidad para hacerse a la disciplina. Aitor Alberdi reconoce que el nuevo formato es un reto para los técnicos y aventura que “en el futuro llegarán deportistas menos resistentes pero mucho más veloces, fruto de la especialización que requiere la disciplina”.
La transformación radical de la disciplina para ajustarse al formato televisivo sigue el ejemplo de disciplinas como el Mountain Bike o la escalada, con audiencias interesantes que incluso han permitido que ambas disciplinas evolucionen y ganen un público numeroso. Iñigo Albornoz se pregunta en voz alta si la televisión hace justicia al deporte que tanto ama. La cita de Boí Taüll se ofrece en directo por Eurosport y, para el equipo español, se presenta como una final entre las nueve citas de la Copa del Mundo, junto al Mundial de Suiza.
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