Samaranch presenta su candidatura como una proclama para el cambio en el movimiento olímpico
El banquero catalán es uno de los siete candidatos para suceder a Thomas Bach en la presidencia del Comité Olímpico Internacional: “Las viejas fórmulas ya no valen”
A Juan Antonio Samaranch, candidato a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI) siempre le preguntan por su padre, el presidente que durante sus 22 años de mandato (1980-2001) revolucionó la vieja organización, y antes que mostrar fatiga por la insistencia, otra vez explicar lo mismo, la utiliza para marcar distancias y como trampolín para elevar su programa. Así lo hizo el jueves en Lausana, donde se dirigió al COI reunido, como los restantes seis candidatos, y después habló con la prensa. Y respondió a la pregunta obligada. “Aprecio enormemente su legado [el de su padre], su ejemplo está siempre conmigo, pero las viejas fórmulas ya no valen”, dijo. “Nuestra obligación es acelerar los cambios”.
Con un rigor formal que contradice, por su ingenuidad, el chalaneo, o geopolítica de las simpatías y los intereses trabada en el networking entablado en el lobby del hotel Palace la víspera que está en la base de las decisiones de voto, los candidatos a la presidencia del Comité Olímpico Internacional presentaron el jueves en Lausana a sus pares su programa electoral. Fue la única ocasión desde que en septiembre se abrió la campaña electoral en la que se les ha permitido hablar a la asamblea de votantes reunida, íntima y callada, pues estaban prohibidas las preguntas, y los móviles los tuvieron que dejar en la puerta.
Siete son los aspirantes para suceder al alemán Thomas Bach, que deja la presidencia una vez cumplidos los 12 años de límite máximo en el cargo. Ante la asamblea, más de 100 miembros, reunida a sus pies en la moderna sede junto al lago de Ginebra, cada uno de ellos —por orden de actuación: Príncipe Feisal Al Hussein (Jordania), David Lappartient (Francia), Johan Eliasch (Gran Bretaña y Suecia), Juan Antonio Samaranch (España), Kirsty Coventry (Zimbabue), Lord Sebastian Coe (Gran Bretaña) y Morinari Watanabe (Japón)— tuvo un máximo de 15 minutos y 30 segundos, momento en el que se escamoteó su micrófono, para presentar un manifiesto que todos habían hecho ya público en Navidades.
Serán tres quienes, según todos los bookmakers, se jugarán el puesto, entre ellos Samaranch, el candidato que representa en cierta forma el olimpismo de toda la vida. Samaranch, banquero barcelonés de 65 años, cumple ya 25 años como miembro del COI, más que ningún otro candidato, y entró en el gran senado olímpico cooptado por su valor individual. Según algunos sabios del olimpismo su perfil, que aúna tradición, experiencia y atrevimiento en las propuestas para una mayor eficiencia económica, podría salir beneficiado de la lucha encarnizada que se desarrolla entre Coe, de 68 años, y Coventry, de 41, los candidatos más disruptivos.
De Coe, de 68 años, cuelga, al mismo tiempo que un currículo inigualable, las mejores credenciales —atleta campeón olímpico, organizador de unos excelentes Juegos en Londres 2012, presidente de World Athletics, la federación más fuerte—, el sambenito de un exceso de ambición y de soberbia propia del mundo británico anglosajón, que tantos recelos despierta en el mundo latino y en el europeo continental. Por eso, quizás, Coe dedicó su discurso a hacer la pelota a la asamblea —”en esta sala hay personas con capacidades y experiencia extraordinarias”, piropeó a los miembros del COI, aristócratas, billonarios, federativos, élites políticas. “Cerebros del tamaño de planetas. Fuerza de carácter y determinación en cantidades que simplemente no se pueden encontrar en ningún grupo equivalente en el mundo. Un propósito y una pasión que superan a cualquiera” para presentarles la clave del arco de su programa: “Vamos a convertir a los deportistas en nuestros socios comerciales dándoles derechos, datos, activos, acceso y los medios para ganar dinero adicional”.
Si algo teme Bach, y luchará con todas sus fuerzas por evitarlo, es un triunfo de Coe, rival archijurado, siempre en los términos de la diplomacia cardenalicia, terciopelo puro y puñales, del movimiento olímpico. Por eso, se asegura en tales círculos, y así creen todos, el gran rival de Coe no es Coventry, sino el propio Bach, que en ella ha depositado todas sus complacencias y energías, y a la que abre puertas. Ministra de Deportes en Zimbabue, Coventry, doble campeona olímpica en natación en los Juegos de Atenas de 2004, forma parte del COI desde 2013, cuando fue elegida en el cupo reservado a los deportistas. Para muchos, tiene el perfil ideal para convertirse en una presidenta única en los 130 años de historia del movimiento olímpico: sería la primera mujer, la persona más joven que ocupara la presidencia y la primera africana. Esa tarjeta de presentación la refuerza en su programa sabiamente. “Quiero mostrar a las personas y a las mujeres de África y del mundo: no tengáis miedo de nada”, dijo. “Si creéis en algo y sabéis que podéis dirigir una organización, no tengáis miedo de levantar la mano y hacerlo. Es hora de que las mujeres de África se levanten y lideren, de que no tengan miedo de liderar y de que no tengan miedo de hacerlo de una manera diferente”.
Así se funciona para elegir a la persona que ocupará el puesto con más poder en el deporte mundial, dueño del mayor espectáculo posible, los Juegos Olímpicos. La elección se celebrará el 20 de marzo en el resort griego de Costa Navarino, en las playas del mar Jónico.
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