Juan Antonio Samaranch: “Mi padre fue presidente hace 44 años. No hay un continuismo ni posible ni imaginable”
Entrevista al dirigente deportivo español, candidato a la presidencia del Comité Olímpico Internacional: “Lo importante no es participar, es dar lo mejor de ti mismo. Participar no vale. Tienes que competir.”
Hacia mediados de marzo próximo, para San José de 2025, los 111 miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) elegirán en Atenas su décimo presidente. Juan Antonio Samaranch Salisachs (Barcelona, 65 años), hijo del séptimo presidente, es uno de los siete candidatos a presidir una entidad de la que es miembro desde 2001. “Lleva desde entonces preparándose para ser presidente”, deja caer, con cierta malicia, Sebastian Coe, otro de los candidatos. “Mi padre fue presidente en el año 80. Hace 44 años de eso. No hay un continuismo ni posible ni imaginable”, reflexiona durante una entrevista concedida en la oficina madrileña de su banco, GBS Finance, amplio ventanal con vistas a una calle de Velázquez gris invierno, y la luz de Madrid. “Yo no tengo la ambición de ser el hombre más importante del mundo, ni mucho menos”, añade, mes y medio antes de presentar, el próximo 30 de enero, su programa en Lausana ante quienes votarán para decidir.
Pregunta. ¿Llamarse Juan Antonio Samaranch es una ventaja o un inconveniente? ¿Teme que el miedo a que acusen de nepotismo a los miembros del COI pueda restarle votos?
Respuesta. No, no, no, yo no lo temo porque nunca he intentado apoyarme en la figura de mi padre. Él fue presidente en el año 80. Hace 44 años de eso. No hay un continuismo ni posible ni imaginable. Y nunca he considerado que eso me iba a ayudar a progresar en mi carrera dentro del movimiento olímpico. También he esperado y he pedido que no me perjudicara. Yo en el año 2007 me presenté a la ejecutiva, en Guatemala. Mi padre era presidente de honor y salí derrotado a la grande por Gerhard Heiberg. Cinco años más tarde, 2012, cuando mi padre ya había fallecido, me presenté de nuevo a la ejecutiva contra cinco o seis candidatos potentísimos todos ellos y, sí, fui el elegido con el mayor número de votos. Al final cada uno tiene que demostrar lo que vale.
P. ¿Cree que el presidente del COI el día de la inauguración de los juegos es la persona más poderosa del mundo? Reyes, emperadores, presidentes, todos se inclinan ante él. ¿Eso colma la ambición única de una persona?
R. Yo no tengo la ambición de ser el hombre más importante del mundo, ni mucho menos. De verdad que no la tengo. Es una oportunidad, en un momento importante en mi vida, de tener la ocasión de servir, y me hace muchísima ilusión a pesar de los peajes que tienes que pagar para estar ahí en temas de privacidad. Yo no necesito mucho foco. Tengo una vida muy sencilla. Me gusta estar con mi familia, pero es tan apasionante lo que hay delante, que voy a por ello, claro, y lo que no vas a por ello es un poquito. Si vas, vas. Dicen que lo importante no es ganar sino participar, y no es verdad, no estoy de acuerdo. Lo importante no es participar, es dar lo mejor de ti mismo. Participar no vale. Tienes que competir. Tienes que estar satisfecho del trabajo realizado. Luego ganas o no.
P. ¿Qué es el olimpismo?
R. La maravilla de las maravillas. ¿Tuvo ocasión de estar en los Juegos de París? Son los mejores en los que he estado. Allí se produjo la magia de los Juegos Olímpicos. Está basada en algo que es muy especial, que es el tema de los valores olímpicos y la universalidad. Nos estamos volviendo tribales hasta el infinito. Y en este momento de tribalismo que vive a humanidad hay muy pocos sistemas de valores como el olímpico que te permitan pensar que lo que une a la humanidad es más que lo que nos separa y darnos una esperanza de que un mundo mejor es posible. Y eso lo tengo dentro, y lo he tenido dentro desde muy pequeño.
P. En los genes, se podría decir...
R. No sé si en los genes, pero está muy dentro, ¿eh?, muy dentro.
P. ¿Por eso quiere presidir el Comité Olímpico Internacional, como hizo su padre durante 22 años?
R. El privilegio de poder estar trabajando en ese sistema de valores, haberlo recibido de la generación anterior para poderlo pasar a las siguientes generaciones, es un privilegio que respeto y agradezco infinitamente. Creo que en este momento de mi vida, con muchísima experiencia en el mundo olímpico o fuera del mundo olímpico, con mi experiencia profesional, creo, sí, que tengo el grupo de experiencias que me dan la perspectiva y el juicio suficiente para poder hacer un buen trabajo y llevar el movimiento olímpico hacia adelante. Mi motivación es un tema completamente de valores. Tengo la edad adecuada, la energía adecuada y la experiencia adecuada para poderlo hacer. El presidente tiene que tener muchísima experiencia y perspectiva, que también viene con la experiencia, para poder decidir qué batallas das y qué batallas no das, y necesita muy buen juicio para poder tener las decisiones correctas. Lo que no podemos aquí es empezar a hacer experimentos.
P. ¿Qué batalla hay que dar? ¿Qué amenaza al movimiento olímpico?
R. Lo de siempre. En el momento en que sucumbamos a intereses de parte y perdamos la visión de la universalidad y nuestra neutralidad, ponemos todo en peligro. Todo significa todo. La misma existencia de los Juegos Olímpicos. Si nosotros, si el Comité Olímpico Internacional se convierte en una entidad muy alineada con los valores occidentales o con los orientales con los del Gran Sur... En el momento en que nosotros no podamos ser universales, no podamos invitar, y que estén cómodos y sean parte de la familia olímpica, a los jóvenes de todos los países del mundo, entonces perderíamos la razón de ser.
P. Rusia, uno de los países más importantes del mundo, una de sus grandes culturas, está excluida del movimiento olímpico. ¿Debe ser reintegrado ya o tiene que llegarse a un acuerdo de paz en Ucrania?
R. No, la guerra no es el problema, no. Nosotros no podemos decir si la guerra sí o no, pero sí que el comité olímpico ruso lo que hizo fue usurpar las responsabilidades de otro comité olímpico, que era el de Ucrania, en unos territorios que estaban bajo la gestión olímpica del Comité Olímpico de Ucrania. Esto va directamente contra la Carta Olímpica, no teníamos más remedio que suspenderlo.
P. ¿Le molesta que se sancione a Rusia por la invasión de Ucrania y no se haga lo mismo con Israel por el genocidio en Gaza?
R. No son situaciones comparables. El Comité Olímpico Internacional es la única entidad supranacional que respeta las resoluciones de Naciones Unidas de dos Estados y un territorio. Reconocemos al Comité Olímpico de Israel y al Comité Olímpico de Palestina, que comparten territorio, y los dos estuvieron invitados y participaron con sus atletas en los Juegos Olímpicos. No podemos ir al Estado de Israel y decirle, oiga no me gusta cómo usted se comporta con sus vecinos. ¿Tengo que tomar partido? No podemos. Hay más de 40 conflictos armados en este momento en el mundo. Al día siguiente de que empecemos a tomar partido no invitaremos a ciertos comités olímpicos a participar porque están en el lado oscuro. Y luego vendrá alguien que dirá que el animalismo es muy importante y España no puede participar porque tiene los toros. Y los países que tienen pena de muerte, tampoco. Al final acabaríamos haciendo Juegos pequeños entre países que piensan igual. Y eso no sirve al propósito del Comité Olímpico Internacional ni a los valores olímpicos. No serviría de nada.
P. ¿Las mujeres trans podrán competir en la categoría femenina?
R. Lo que tenemos que defender es que las competiciones femeninas, y no hablo solo las de alto nivel, sean seguras y justas para las mujeres. Si yo soy presidente, ni un paso atrás en la defensa de las categorías femeninas. Ni un paso atrás. Ha costado mucho y el esfuerzo de muchísima gente y generaciones llegar hasta aquí, a una participación paritaria en los Juegos de París. Es un logro que hay que mantener y defender con todas nuestras fuerzas. Ante un derecho fundamental de una persona trans, de la comunidad trans, también hay un derecho fundamental a una competición justa y segura. Tenemos que tomar partido.
P. ¿Sancionaría, si se repitieran en Los Ángeles, gestos como el de Tommie Smith y John Carlos, levantar el puño enguantado en defensa del black power, que les costaron la expulsión en los Juegos de México 68?
R. Los atletas tienen todo el derecho del mundo a expresar sus visiones políticas. sin ninguna duda, pero necesitamos, para mantener la universalidad, que el podio, las medallas y el terreno de juego sean terrenos absolutamente vírgenes de mensajes políticos. Absolutamente vírgenes. Un mensaje de derechos humanos clarísimo en Occidente a lo mejor es un mensaje ofensivo en África. Y es así. Hay que proteger ese símbolo de la gloria olímpica y ese terreno de competencia donde somos todos iguales, más allá de la raza, la religión o el sistema político en el que hemos nacido, hay que protegerlo. En la Villa Olímpica pueden hablar de lo que quieran, pueden hablar en prensa, pueden hablar en redes sociales, pueden en la zona mixta incluso. Pero yo creo que tenemos que defender, tenemos que evitar la politización del podio y del terreno de juego.
P. ¿Le preocupa que el gran financiador del deporte mundial sea el fondo soberano de un país como Arabia Saudí que busca lavar su imagen así?
R. No, no me preocupa. Yo creo que cuantas más partes del mundo se unan a los movimientos deportivos para dar a la juventud del mundo la posibilidad de inspirarse en los valores del deporte, pues mejor, mejor para todos. Además tampoco veo que haya una preponderancia de una parte del mundo haciendo esto. Yo creo que si miramos de dónde viene todo el dinero y dónde se hacen las competiciones, están bastante repartidas.
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