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Andrea Fuentes: “Con Estados Unidos repetí la historia de España 20 años después”

La nueva seleccionadora española reflexiona sobre la experiencia adquirida como refundadora del equipo americano que consiguió una plata en París

Andrea Fuentes
Andrea Fuentes, seleccionadora del equipo nacional de natación artística, posa en la piscina del centro de alto rendimiento de San Cugat.ROBERTO PALOMO
Diego Torres

“Tengo que mirar en cada alma para dirigirlas a un punto que ellas todavía desconocen; de ahí viene la palabra coach, de carro, de vehículo. ¡Yo soy el vehículo!”.

Andrea Fuentes, la muchacha que parecía tímida e insegura fuera del agua y que luego cuando nadaba arrastraba a todo el equipo con una fuerza incontenible, medita sobre la naturaleza de su nueva misión. Ha cumplido 41 años. La luz se filtra entre las hojas de los árboles. Como los santuarios prehistóricos, el templo de la natación artística de España se levanta en un paraje recóndito. La piscina cubierta del último pabellón del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, junto a una cañada poblada de pinos y encinas, es tan familiar para la seleccionadora como su propia casa. Es el lugar que ella ayudó a construir con las cuatro medallas olímpicas que colocaron a España entre las grandes potencias entre 2000 y 2012, y el lugar al que ha regresado después de refundar el equipo de Estados Unidos en un viaje que se inscribe entre las grandes epopeyas de la historia de este deporte y que culminó con la plata en los Juegos de París.

“Cuando me llamó en 2018″, recuerda, “la federación de Estados Unidos era una mujer de 70 años diciéndome por teléfono: ‘Mi nombre es Linda Loehndorf, yo soy la federación de natación artística. Estoy trabajando voluntariamente desde mi casa y estoy buscando una entrenadora”.

“Estados Unidos alcanzó la cima en los Juegos de 1996 y luego se fue a pique totalmente. En 2017 la seleccionadora tuvo problemas y dimitió. Fue como una reacción en cadena. Se fue uno, y otro, y otro, y se fue todo el mundo. Y una señora de 70 años dijo: ‘Yo salvaré lo que queda’. El presupuesto que le daba el Comité Olímpico americano era de 60.000 dólares para todo el país por año. Es decir: cero. En aquella época España tenía 500.000 euros para un país mucho más pequeño. Yo le dije: ‘Linda, yo no tengo experiencia como entrenadora, yo nunca he llevado un equipo. ¿Me estás llamando a mí?’. Y ella dijo: ‘Sé que tú vas a llegar lejos. Tengo un sexto sentido y lo sé’. Había sido juez en los Juegos de 2012 y me había visto nadar en el dúo del Tango con Ona [Carbonell]. Y me dijo: ‘Yo te he visto nadar y he visto tus ojos y yo sé que tú vas a ser una gran entrenadora’. Y yo le dije: ‘¿Estás segura? No tengo título.’ Y me dijo: ‘Es que no tenemos nada más y creo en ti’. Y yo le dije: ‘Pues yo me voy a dejar la piel, ¡que lo sepas!”.

Las nadadoras me dijeron que querían ser felices y que si sufrían preferían no ir a los Juegos. Yo les dije: ‘Construir algo provoca felicidad, construir algo bueno más, y construir algo juntas en equipo más todavía’

Andrea Fuentes se instaló en California y comprobó que la cosas estaban más torcidas de lo que imaginaba. Las mejores nadadoras de Estados Unidos no mostraban interés en unirse a una selección tan hundida en el ránking que había dejado de servir como puente de acceso a las becas universitarias, principal atractivo de los deportes olímpicos en un país en el que cada día es más difícil financiarse una carrera. “Nadie quería estar porque había que pagárselo”, recuerda. “No había ni una beca y había que trasladarse a California, pagarse la casa, hacerte tu propia comida… todo sin ninguna ventaja porque eran las 15ª del mundo y tenían que gastarse 3.000 dólares al mes. Y ¿para qué? Entonces dije: ‘Lo único que puedo darles es un sueño, eso no tiene rival. La universidad te dará seguridad, un camino. Pero ¿un sueño? Poca gente te lo puede dar’. Entonces poco a poco construimos el sueño olímpico”.

“Empezamos a trabajar para estar en los Juegos. Y se hizo difícil. En el primer año hubo un momento en que ellas me dijeron: ‘No queremos entrenar tanto’. Y les dije: ‘Pero si queréis ir a los Juegos hay que entrenar’. Me respondieron: ‘Vale, entonces no queremos ser olímpicas”.

“Me quedé a cuadros”, dice la entrenadora, todavía hoy perpleja ante la gran dimisión. “En mi vida me hubiese imaginado que un deportista de selección me llegaría a decir algo así. Y les pregunté: ‘Vale, entonces, ¿cuál es el objetivo?’ Les di dos horas para encontrarlo. Lo pensaron y me vinieron a ver y dijeron: ‘queremos ser felices”.


17/12/24 - San Cugat del Valles, Barcelona. Andrea Fuentes, seleccionadora española de natacion artistica rodeadad de las nadadores a las que dirige en el centro de alto rendimiento de deportistas olimpicos.
17/12/24 - San Cugat del Valles, Barcelona. Andrea Fuentes, seleccionadora española de natacion artistica rodeadad de las nadadores a las que dirige en el centro de alto rendimiento de deportistas olimpicos.ROBERTO PALOMO

El problema la obligó a plantear cuestiones que trascendían la meta del alto rendimiento para indagar en el sentido último de un deporte que se practica en equipos de ocho personas hundidas en piscinas de más de tres metros de profundidad. “¿Qué significa ser felices?”, se preguntó. “Estudié. Leí muchos libros. Uno en especial: Cada momento cuenta, de John O’Sullivan. Las reuní y les dije: ‘Construir algo provoca felicidad, construir algo bueno más, y construir algo juntas en equipo más todavía’. Estudié las hormonas, la dopamina, las endorfinas, la oxitocina, todas las hormonas que eliminan cortisol y te hacen sentir mejor. Es lo que sientes cuando dices: ‘Me lo he pasado bien, me quedaría más rato, me siento poderoso’. Son hormonas. ¿Cómo se consigue la oxitocina? La unión entre personas la provoca. La dopamina es la hormona del progreso: la segrego si veo que mejoro, y más en equipo. La serotonina es la hormona del esfuerzo. Los cazadores paleolíticos no podían vivir sin ella. Dije: ‘para ser felices tenemos que crecer juntas.’ Ese fue nuestro eslogan: grow together. Crecer y hacer algo que ayude como animal social al de afuera, eso es más satisfactorio que un chute de placer por ganar una medalla. Nos importa un pedo ir a los Juegos. Ese fue el primer paso. Eliminé todos los aros olímpicos de las paredes de la piscina. Me inventé un sistema de misiones para hacerlo más divertido. Se lo tienen que pasar bien. Esta generación no está dispuesta a sufrir simplemente porque le toca. Me di cuenta de que cuando hacía juegos, mini-competiciones, se esforzaban el triple. Se dejaban la piel. Y de repente fuimos a una competición y ganamos a Francia y a Grecia. Pensamos: si ganamos a Grecia y Francia podemos clasificarnos para los Juegos. Nos dimos cuenta de que estábamos en condiciones de ir a los Juegos sin haberlo pretendido”.

Andrea Fuentes construyó un equipo olímpico sin pretenderlo, como se construyó a sí misma como entrenadora, sin pretenderlo. Desde que era nadadora y su padre, profesor de Filosofía, la animó a estudiar Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona y comenzó a darle vueltas a conceptos que años más tarde le servirían en California como ahora en España. “Mi sistema son cuatro principios”, dice. “Primero autenticidad, esto implica que no puede haber mentiras ni cosas por detrás. Tiene que ser todo agua clara. Para poder ser auténticos no puede haber miedo a que me juzguen. Busco que la autenticidad personal de cada uno se proteja, no que se intente abolir”.

El primer principio de mi sistema es la autenticidad, esto implica que no puede haber mentiras ni cosas por detrás. Tiene que ser todo agua clara. Para poder ser auténticos no puede haber miedo a que me juzguen. Busco que la autenticidad personal de cada uno se proteja, no que se intente abolir

“El segundo principio”, señala, “es el de unión. Gracias a la transparencia y a la autenticidad hay confianza. Si hay secretos, retenciones o juzgamientos no hay unión porque si yo me siento juzgada no tengo seguridad para ser yo misma. Tengo que sentir que esto es como una familia en el sentido de que tengo la seguridad de ser yo misma al cien por cien. Gracias a eso confío en ti, tú confías en mi, y nos vamos a ayudar a ser un equipo más potente y único”.

“El tercer principio es la determinación”, advierte. “Porque a veces las nadadoras confunden mi sistema con el cuarto principio, que es la diversión, el optimismo, que sea una experiencia que quieras repetir si volvieras a nacer. Y dicen: ‘me relajo’. Yo tengo máxima exigencia con máximo positivismo. Te quiero empoderar y nunca te voy ni a insultar ni hacer que te sientas pequeña, con lo que intentaré no gritarte ni darte miedo sino inspirarte para que saques lo más profundo de ti”.

Andrea Fuentes medita sobre el miedo como herramienta de persuasión y manipulación psicológica. Algo que suelen usar los entrenadores en todas las disciplinas, a veces de forma visceral. “Alguien que está habituado a que le griten o le pongan una presión basada en el miedo”, dice, “cuando me ve a mí por primera vez puede llegar a relajarse porque hablamos de la vida, y yo me abro porque soy la primera en ser sincera y transparente. Se necesita una transición de meses para entenderlo. Que yo no diga que aquí no hay miedo ni tensión, en el sentido de que no hay malas energías, no significa que no saco lo máximo sino que lo voy a sacar todavía más al final porque voy a basarme en la inspiración y en el amor. Uno se hace a los demás. Lo voy a hacer porque te quiero no porque me de miedo tu reacción, aunque tal vez el miedo va a existir siempre porque nadie quiere perder su sitio. Yo tampoco, pero normalmente yo no causo miedo. Causo inspiración y respeto. Es diferente a lo que mucha gente está acostumbrada en este deporte”.

Andrea Fuentes, seleccionadora del equipo nacional de natación artística española posa en el centro de alto rendimiento de San Cugat del Vallés.
Andrea Fuentes, seleccionadora del equipo nacional de natación artística española posa en el centro de alto rendimiento de San Cugat del Vallés.ROBERTO PALOMO

Ana Tarrés y Bet Fernández, el dúo de seleccionadora y ayudante que hace tres décadas crearon el equipo español de natación sincronizada de la nada, son como dos planetas alrededor de los cuales gravitan las nadadoras y exnadadoras que pasan por San Cugat. Fueron ellas quienes elevaron a Andrea Fuentes a la capitanía de la mejor selección de la historia de España tras una larga travesía por el desierto que incluyó quedar fuera de la clasificación para los Juegos de Sidney 2000 y caerse del podio por los pelos en Atenas 2004. “Yo no sé si hubiese hecho lo que hice con Estados Unidos si no hubiese vivido como nadadora lo que construyeron Ana y Bet con nosotras”, dice. “Yo llegué a Estados Unidos y dije: ‘Es posible sacar a un equipo de la nada y llevarlo a las medallas olímpicas. Yo lo sé porque lo he vivido en mi propia piel’. Todo estaba ocurriendo 20 años más tarde. No nos clasificamos para los primeros Juegos en el 2020 igual que en el 2000. Yo sé lo que duele, estaba en el equipo con 17 años… En París le decía a Ana: ‘¡Estoy repitiendo la historia y no quiero quedar cuarta como nosotras en Atenas!”.

“Yo sabía lo que quería repetir y lo que no”, reflexiona. “Y aporté cosas nuevas. Pero sin la experiencia que viví con Bet y Ana habría ido quinientas mil veces más lenta. De hecho fui más rápida porque me ahorré muchas pruebas de laboratorio. Pero Estados Unidos es una cultura diferente y no quiero repetir lo que he hecho allí. Para mí España no es un segundo plato. Esto son un nuevo primer plato que nunca he probado y quiero que sea el primer plato de la historia. Estoy descubriendo a las nadadoras. Y preguntándome qué quiero llevar que sea lo nunca visto. Si no rompes el esquema no cambias el juego. Yo no nací para mantener el juego sino para cambiarlo. Es la dopamina… ¡A mí seguro que me la produce!”

La gran sacerdotisa de la sincro se ríe de sí misma. Lleva ocho horas junto a la piscina y todavía le queda media jornada de trabajo. Sus nadadoras salen del agua después de una serie de interminables ejercicios en apnea cabeza abajo. Juegan con la falta de oxígeno. Como los anfibios. La rodean expectantes y ella parafrasea a Martina Navratilova para recordarles que con la implicación no basta: “En el desayuno inglés la gallina pone los huevos y el cerdo pone el beicon. La gallina está implicada, sí, pero el cerdo está comprometido. ¡Yo a vosotras os quiero comprometidas!”.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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