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Más estrategia que arte en la batalla de la sincronizada

Los castigos marcan un torneo en el que España marcha tercera por detrás de China y Estados Unidos

Un momento del ejercicio de rutina libre del equipo español.
Un momento del ejercicio de rutina libre del equipo español.Lavandeira Jr (EFE)
Diego Torres

Anita Álvarez, la nadadora que se desmayó a tres metros de profundidad y corrió el riesgo de ahogarse en el Mundial de 2022, superó la afección cardiaca que amenazaba con retirarla de la competición y este martes en el Centro Acuático de París lideró al equipo de Estados Unidos hacia una remontada memorable en la rutina libre de la final olímpica de natación artística más estresante de todos los tiempos, según opinión de las nadadoras y las técnicas involucradas. “Con el nuevo reglamento la natación artística se ha convertido, principalmente, en un juego mental muy duro”, dijo Anita, sonriente al salir de la piscina tras adelantarse a España en la segunda jornada de las tres que decidirán la final por equipos. “Pero nuestra entrenadora nos ha adiestrado para darle la vuelta a la presión y asumir riesgos sin miedo al fracaso, sin miedo al error y al castigo del base mark

La entrenadora que colocó a Estados Unidos en posición de ganar la primera medalla en natación sincronizada desde los Juegos de 2004 es Andrea Fuentes, la nadadora española de sincro más condecorada en la historia olímpica, que actualmente ejerce de seleccionadora americana con la ayuda de su marido, Víctor Cano, que fue gimnasta del equipo nacional y es experto en desarrollar las acrobacias que tantos problemas le dan a España. Precisamente en la última acrobacia las nadadoras españolas recibieron un base mark, la penalización más temida, el ogro del nuevo reglamento. La norma prevé que seis de los 16 jueces, denominados controladores, se especialicen en vigilar que el plan de cada rutina entregado por cada equipo sea exactamente lo que ejecuten las nadadoras. Si hay disonancias, restan puntos, como sucedió en el último salto español. “Los demás países han tenido una saltadora desde pequeñita”, explicó Blanca Toledano; “a nosotras nos ha costado encontrar una. De hecho hemos apostado desde cuatro meses por la capitana Txell Mas”.

Tras la final técnica y libre, resta la final exclusivamente dedicada a las acrobacias, otra innovación en un reglamento que ha convertido el torneo en un aro de fuego para las nadadoras. Se disputará este miércoles para computar todas las puntuaciones de una clasificación que, de momento, encabeza China con 712 puntos, Estados Unidos con 643, España con 633 y Japón, duramente penalizado ayer con un base mark, con 627.

“Podemos acabar muy arriba o novenas”, dijo Mayu Fujiki, la seleccionadora japonesa de España, antes de lanzar a sus chicas a la piscina de París. “Con el antiguo reglamento sabíamos más o menos dónde íbamos a quedar. Ahora puede pasar cualquier cosa. Por eso la clave del nuevo reglamento es la adaptación al cambio en los híbridos, los movimientos de piernas que haces en apnea, cabeza abajo. Puedes entrenar una cosa un día y al día siguiente cambiarlo. El equipo que sea eficaz cambiando tendrá una ventaja”.

Sabedora de que Estados Unidos, México y China tienen mejores acróbatas, Fujiki elevó el nivel de dificultad de la rutina libre de ayer para intentar sacar ventaja en los híbridos. El error en la última acrobacia fue casi predecible, pero quizás compense. “Es una competición con mucha presión, ilusión y adrenalina”, dijo Paula Ramírez. “El base mark hace el deporte más justo porque si declaras una cosa y no la cumples tal y como es, pues tienes un cero. Es duro psicológicamente. Pero gracias a esto pudimos ganar el oro en Fukuoka y la plata en Doha, y gracias a esto las medallas se mueven de país. Antes la sincro era muy artística, y ahora se ha vuelto mucho más estratégica. Hoy hemos arriesgado para sacar una coreografía muy difícil”.

Anita Álvarez se encogió de hombros: “A veces creo que realmente es imposible no cometer un pequeño error que justifique un base mark. Nosotras practicamos cada día como si fuera una competición y nos chequeamos los base marks nosotras mismas”.

La chica que se quedó dormida en el fondo de la piscina de Budapest ha vuelto a lo grande en los Juegos de París. Ahora es el escollo que debe sortear España.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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