El Barcelona pierde con un Arsenal mucho más rodado en su estreno de pretemporada
El partido disputado en el estadio más caro del mundo resulta agotador para los azulgrana, atropellados por la vigorosidad del equipo ganador
Vestido de blanco, recién salido del campo de entrenamiento de la pretemporada, el Barça rompió a sudar nada más pisar la hierba recién puesta del Sofi Stadium de Los Ángeles. El partido disputado en el estadio más caro del mundo ―costó unos cinco mil millones de dólares― resultó agotador para los azulgrana, atropellados ―que no rendidos ― por la vigorosidad del Arsenal, finalmente ganador por 3-5. El marcador no fue precisamente lo peor para el Barcelona. Aunque llegaron tarde al campo por un atasco y obligaron a retrasar el encuentro media hora, una suerte para los 70.300 espectadores que se acomodaron en las gradas, los gunners no dieron respiro ni resuello al Barça.
Los barcelonistas se batieron con entereza y compitieron colectivamente porque la cita no dio para resaltar a las individualidades, ni siquiera a Gündogan. A falta de ritmo y de juego, y también de pelota y, por tanto, de control, el Barça se aplicó en el achique de espacios en su campo y en la puntería en el área contraria para salir con decoro de una contienda muy desigual por el tono físico de los dos contendientes, muy lozano al Arsenal y asfixiado el Barça por más valiente y deportivo que fuera Xavi.
El técnico respondió con una alineación muy sugerente a las expectativas generadas por el estreno 2023/2024. Junto a Dest y Abde, futbolistas que están de vuelta, formaron Gündogan y Oriol Romeu, dos de los tres fichajes del verano, y jugadores ya referentes del campeonato conquistado la temporada pasada como Ter Stegen, Lewandowski, Araujo y Pedri. El once lo completaban Christensen, Marcos Alonso y Raphinha. Un equipo que no dejó rastro en el campo y, en cambio, supo encontrar el marco de Ramsdale. La gastroenteritis que obligó a suspender el estreno con la Juve era más noticiosa que el fútbol en el Barça.
El virus tumbó a Gavi y no debió afectar, por el contrario, a Abde a juzgar por la arrancada que protagonizó por la banda izquierda nada más pisar la cancha y que acabó con un gol de Lewandowski (m.6). La jugada fue una sorpresa en un partido dominado por el Arsenal, mucho más rodado, ya con cuatro partidos disputados y un equipo enriquecido con los fichajes de Rice, Havertz y Timber. Una inversión de 230 millones para reforzar el liderazgo de Arteta.
El Arsenal tenía más recursos y pulmones que el Barça. Los azulgrana no paraban de correr detrás de la pelota y si los gunners no remontaron en veinte minutos fue porque Saka falló un penalti por manos de Araujo después de que hubiera empatado por un error de Christensen (m.12). Los centrales no se ajustaban, Marcos Alonso era reiteradamente desbordado en su lateral por Saka y no entraban en juego los medios de Xavi. No hubo más noticias azulgrana en campo rival que la jugada de Abde hasta que pasada la media hora marcó Raphinha (m.34).
Un tanto afortunado a la salida de una falta porque el cuero dio en Odegaard y despistó a Ramsdale. No marcaba el Barça con un tiro libre desde el 2 de mayo de 2021 en Mestalla cuando todavía reinaba Messi. Las faltas se sucedían sin parar ―20 en 40 minutos―, al igual que las tarjetas, muy combativos y hasta desquiciados los ingleses y refugiados los barcelonistas en Araujo. El uruguayo oficiaba de cacique en un equipo falto de piernas y sin línea de pase, sobrepasado por las revoluciones de un Arsenal que empató después de que Saka volviera a percutir sin marca por el extremo derecho y su centro fuera rematado por Havertz (m.42).
Ter Stegen era continuamente exigido por los errores no forzados de jugadores fiables como Pedri. El descanso fue un alivio para el Barcelona. Xavi cambió a los once futbolistas para continuar con el rodaje ante un Arsenal que solo sustituyó a Havertz. A escena salieron por parte azulgrana: Peña; Sergi Roberto, Kounde, Eric, Balde; Kessié, De Jong, Fermín López (Lamine Yamal); Dembélé, Ansu Fati y Ferran Torres.
El partido se abrió un poco porque el Arsenal dejó de presionar y Dembélé encontró espacio para progresar hacia Ramsdale. El Arsenal, sin embargo, perseveró en sus llegadas y remates y alcanzó la goleada a partir de los contragolpes, generalmente rematados por el doble goleador Trossard (m.55 y m.78). Los disparos barcelonistas, en cambio, se estrellaron contra los postes ―Dembelé y Balde― hasta que acertó Ferran (m. 88). La función la cerró un golazo de Fabio Vieira (m.88) cuando Arteta ya había dado salida también a la mayoría de suplentes del Arsenal.
El partido, en cualquier caso, dará más que hablar por la indumentaria del Barça que por su fútbol mostrado en Los Ángeles. El blanco nunca se asoció al Dream Team, ni al equipo de Guardiola, tampoco a la figura de Ronaldinho y menos a la de Messi. Ha sido más bien un color a combatir en las épocas de bonanza azulgrana que empiezan precisamente con Cruyff en el banquillo del Barça. Ahora, sin embargo, se trata de recuperar la imagen de Cruyff futbolista, el mismo que a finales de los años setenta se batía contra el Ipswich y el Aston Villa, heredero al fin y al cabo de una camiseta que ya vistieron Kubala y hasta Samitier.
La memoria es muy selectiva en tiempos de mercantilismo y hoy vestir de blanco no es pecado ni supone ninguna herejía, sino que reconcilia con la historia culé y queda bien, o incluso muy bien, porque se trata de “un blanco Barça” como ha dicho Laporta. Y nadie discute el barcelonismo del presidente, un excelente vendedor y animador, y también ganador, respetuoso con las tradiciones del Barça. La zamarra ya se ha puesto de moda antes de ser estrenada con derrota en Los Ángeles.
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