La autoridad antidopaje quiere infiltrar espías en los equipos durante el Tour de Francia
Agentes de Europol, a las órdenes de la fiscalía de Marsella, registran en Polonia, Eslovenia y España los domicilios de ciclistas del Bahréin a tres días del comienzo de la ‘grande boucle’ en Dinamarca
Se acerca el Tour, que comienza el viernes en Copenhague, y, como las golondrinas que anuncian la primavera, el dopaje, y las tácticas de la policía para abordarlo, regresa a los titulares de los medios.
El Bahréin, el equipo de Mohoric, Gradek, Tratnik o Luisle, comunica que la policía, coordinada por Europol, ha visitado en Polonia, Eslovenia y España a algunos corredores seleccionados para la grande boucle, y al mánager del equipo, Milan Erzen, y ha registrado sus casas. Lamenta el equipo financiado directamente por el emir del reino de Oriente Medio que aún no disponga de información sobre los avances de la investigación de la fiscalía de Marsella iniciada con el registro de su hotel en Pau durante el pasado Tour y critica que las fechas de las intervenciones coincida siempre con el Tour, lo que les pone de los nervios.
Seguramente a los responsables del equipo que lideraron Landa y Pello Bilbao en el Giro de Italia, ni a ningún otro equipo, tampoco les haga gracia las últimas tácticas de las autoridades antidopaje, anunciadas por la Unión Ciclista Internacional (UCI) hace unos días.
“Que no haya positivos no significa que no haya dopaje”, admite en vísperas del Tour Amine Lanaya, directora general de la UCI, y los demás asistentes al seminario, responsables de la lucha antidopaje en el ciclismo, asienten, y dirigen su mirada al cartel en el que figura el título de la reunión: “Más allá de los controles, un programa de inteligencia independiente para abordar el dopaje en el ciclismo”.
Y todos, convencidos de que los controles de toda la vida, hasta los de fuera de competición, solo sirven para atrapar a los muy incautos o desesperados, concuerdan en que si se de lo que se trata no es tanto atrapar a ladrones sino evitar los robos, la estrategia debe cambiar. Menos controles, más inteligencia, más información. “Nos llegan muchas noticias dispersas, muchas informaciones poco concretas. Necesitamos romper la omertà [ley del silencio] del pelotón recurriendo a la inteligencia”, dice el policía Nicholas Raudenski, el director de inteligencia de la Agencia Internacional de Controles (ITA), la oficina antidopaje del Comité Olímpico Internacional (COI). “Necesitamos una inteligencia proactiva. Agentes activos, espías dentro de los equipos”. La decisión recuerda a los usos de la policía española, que colocó a algunos agentes como falsos camareros en el Parador del Teide en los tiempos en los que el doctor Michele Ferrari tenía una habitación reservada todo el año y ciclistas de medio mundo pululaban por sus instalaciones.
Y Amine Lanaya va más allá, aún. “Tenemos que infiltrar los equipos. Pagar informantes para saber qué pasa en su interior. Necesitamos esa información”, dice la burócrata de la UCI, un organismo acostumbrado a recibir informaciones de ciclistas descontentos o de trabajadores y auxiliares descontentos. Soplones de toda la vida, con muchas palabras y pocas pruebas. Ahora quieren profesionales del tráfico de la información. “Y que los corredores lo sepan y se asusten: hay una carrera para alcanzarlos”.
“Y para ello nosotros aumentaremos la contribución de la UCI a la ITA”, promete David Lappartient, el presidente del ciclismo mundial, que recuerda que el ciclismo, el deporte más golpeado por el dopaje, trabaja duramente para recuperar una credibilidad quizás inalcanzable, y pone sobre la mesa la prohibición de todo tipo de inyecciones, la del analgésico opiáceo Tramadol, la de los corticoides, productos y métodos solo prohibidos en el ciclismo. “Este año daremos ocho millones de francos suizos para la lucha contra el dopaje. <NO>Recuperar la credibilidad no tiene un precio, pero sí un coste muy elevado”.
”De hecho”, señala Benjamin Cohen, director general de la ITA, “deberíamos ser quizás un poco más optimistas. Es verdad que no ha habido grandes casos, ni grandes nombres, en la lucha contra el dopaje los últimos años, pero quizás si no cogemos a las figuras no es porque no podemos, sino porque no se dopan. Creo que ha habido una gran evolución positiva en el pelotón. Nuestros esfuerzos han dado fruto”.
La lucha continúa, y no solo con inteligencia, sino con un mejor uso de los viejos y queridos controles, como anuncia Olivier Banuls, director del ciclismo dentro de la ITA. Hasta hace muy poco, los controles durante el Tour se dividían entre los que se hacían al final de las etapas al ganador, al líder, y a unos cuantos ciclistas señalados, a los que se les avisaba poco antes de terminar la carrera, y en los globales, de sangre y orina, que se hacen en los hoteles a todos los corredores de todos los equipos. En el Tour pasado ya se ensayó la táctica de no avisar ni a los ciclistas ni a los auxiliares que los esperan en meta si tienen o no tienen control. Son los llamados chaperones los que, terminada la etapa, se acercaban a los corredores elegidos y los llevaban directamente al centro de control. Ello generaba a veces, cuenta un responsable de control en el Tour, que los chaperones a veces no encontraran a los ciclistas elegidos y a que no se presentaran. “Así que”, recuerda este agente, “algunas veces teníamos que subir a los autobuses de los equipos en los que esperaban los corredores para volver al hotel, merendaban y se duchaban, y tomarles allí la muestra de orina…”
“Esta práctica de los autobuses sin previo aviso se va a ampliar”, advierte Banuls. “En cualquier momento, por la mañana, antes de las etapas, después, por la noche, el agente podrá entrar en los autobuses de los equipos a proceder a controles. Ningún corredor podrá estar seguro de no pasar control… Y siempre serán controles dirigidos a aquellos ciclistas de los que más sospechemos gracias a la información que nos proporciona nuestro servicio de inteligencia”.
Aunque los únicos controles y test y positivos de los que se habla los tres últimos años es de PCRs, antígenos y Covid 19, la lucha contra el dopaje sigue, silenciosa y, creen sus ideólogos, inteligente, en busca de una credibilidad aún volátil y lejana, más allá de las proclamas de los anuncios oficiales.
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