El ‘Proyecto ADN’ de Seb Bouin: ¿Es esta la otra escalada más dura del planeta?
El francés propone una dificultad de 9 c para su vía en las Gargantas del Verdon, que viene a unirse a la única ruta de igual dificultad que existe
El escalador francés Sébastien Bouin anunció este jueves un logro tan inesperado como mayúsculo: la segunda propuesta de 9 c de la historia (sería la tercera, tras la proclamada en 2019 por Álex Megos y rebajada después a 9b+) para una vía bautizada como Proyecto ADN, descubierta y equipada por él mismo en las Gargantas del Verdon, en Francia. Bouin, del equipo Black Diamond, logró encadenarla hace escasos días. Es decir, que la escaló sin colgarse para reposar ni agarrarse a los seguros para progresar hasta alcanzar el descuelgue o cadena (de ahí el término encadenar). Para señalar la dificultad de una vía de escalada deportiva, es decir una ruta protegida con anclajes fijos que soportan sobradamente el peso de una persona en caída libre, se recurre a una escala de grados y en Europa se emplea la graduación francesa.
Hasta la fecha, la vía más difícil del planeta se llama Silence, está en Noruega y fue concebida y encadenada en 2017 por el checo Adam Ondra, reputado como el mejor escalador del presente siglo. Cinco años después, Seb Bouin habría alcanzado al checo: si esto fuesen los 100 metros lisos de atletismo, tendríamos algo parecido a un empate en el récord del mundo. Existe un problema, no obstante: aquí no hay jueces, ni cronómetros, ni estamento oficial que valide las ascensiones. La dificultad de las vías se alcanzan por consenso de muchos escaladores, pero hay tan pocos seres humanos capaces de alcanzar dificultades de 9c que a día de hoy ni siquiera se sabe si ese grado existe más allá de la imaginación de sus aspirantes. Nadie ha repetido el encadenamiento de Silence tras el anuncio de Ondra.
Y, por supuesto, el único en haber encadenado Proyecto ADN, Séb Bouin, tiene serias dudas: ¿se trata de un 9b+ o de un 9 c? Para empezar, el francés acumula más de 60 vías de dificultad comprendida entre el 9a y el 9b/+. No ha encadenado nunca un 9b+ confirmado, pega que él mismo asume cuando explica su propuesta de grado. “He pasado varias noches sin dormir dándole vueltas al tema de la graduación de esta vía, preguntándome si estaba legitimado para hacer semejante propuesta, comparándola con otras rutas de la máxima dificultad que he escalado. Si digo 9b+ sé que no me equivoco; si digo que es 9c asumo un riesgo… pero lo voy a asumir. Y mis razones son estas: nadie ha repetido aún las vías de noveno grado que he equipado desde 2014 en esta pared de Ramirole. Si comparo el tiempo invertido en Proyecto ADN con el invertido en las vías más duras que he escalado, esta es más dura y eso que su estilo desplomado es el que mejor me va. Como solo existe una propuesta de 9c en el mundo, me resulta muy difícil estar seguro y confiado con mi propuesta porque nunca antes había intentado algo tan difícil”, expuso el francés.
Bouin se hace preguntas: “El hecho de que sea un primer ascenso añade más dudas: ¿Y si me ha costado tanto porque partía de cero, sin información y a los que vengan después, con más información, les resulta más fácil? Pese a tantas dudas, decido proponer 9c y necesito que otros escaladores vengan, la escalen y den su opinión para confirmar su dificultad o ajustarla. La suma de opiniones hace que las propuestas de grado sean cada vez menos subjetivas. Nuestro deporte es bello: no necesitamos jueces porque somos los jueces… pero es difícil juzgarse a uno mismo… Por eso invito a los escaladores más fuertes a que vengan a intentar la ruta, que está en un lugar céntrico de Europa y muy bonito”.
El escalador francés descubrió la posibilidad de crear la ruta en 2019. La intentó durante seis meses en 2020 y durante seis meses más en 2021. Hasta el día en el que la encadenó invirtió casi 200 días en la pared y probó la ruta unas 250 veces. El trabajo en la pared ha sido inmenso, casi infinito, una prueba especialmente severa en lo psicológico: ni siquiera estaba seguro Bouin de ser capaz de escalar la ruta y llegó un punto en el que caía y caía una y otra vez pasada la zona más severa. “Existen ciertas esperanzas a las que nos aferramos. Sueños que nos mantienen vivos. En muchos momentos me pareció una empresa imposible, pero conservé una pequeña luz de esperanza para volver a intentarlo una y otra vez… aunque confieso que hubo momentos en los que me sentí perdido y perdí la esperanza”, reconoce el francés.
En estos más de dos años de probaturas, Bouin ha intentado también encadenar sin éxito la vía Bibliographie, la misma que Megos señaló erróneamente como un 9c: “No es mi estilo en absoluto y al final desistí para regresar a mi propio proyecto donde me he enfrentado a mis miedos, he peleado contra la frustración, he manejado muchas dudas y he sentido grandes alegrías”, reconoce el escalador galo. Y espera no tener que esperar cinco años, como Ondra, hasta que alguien repita su gesta y juzgue la dificultad de su obra.
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