El Barcelona avasalla al Atlético
Dani Alves, que acaba expulsado, y Adama marcan la diferencia ante un rival deprimido
El Barça alcanzó la zona Champions después de descolgar al Atlético en un partido muy temperamental por la valentía de los delanteros, el temblor de las defensas y la vulnerabilidad de dos porteros que expresan la caída de ambos equipos en la Liga. Adama y Alves funcionaron como refuerzos de invierno y marcaron la diferencia en la vuelta al estadio en 2022. Los dos cambiaron la cara del equipo en su regreso al Camp Nou. El Barça tuvo más pasión y fútbol que el Atlético. El optimismo azulgrana contrastó con la depresión de los rojiblancos en una tarde febril en Barcelona.
El Atlético ha dejado de ser el retrato del Cholo, que no logra ganar en el Camp Nou, perdedor también contra Xavi. Vagó sin pena ni gloria y también sin alma, falto de carácter y de juego, más pendiente de los fallos del rival que de los suyos, sorprendentemente frágil, más espectador que protagonista para suerte del Barça. Los azulgrana recuperaron la autoestima con una goleada terapéutica y facilitada por el coladero que fue el Atlético. Los rojiblancos intimidaron más a los 74.221 espectadores que al propio Barça.
La nómina de delanteros ha aumentado hasta 10 y quedó reducida a dos en la alineación: Adama y Ferran Torres. Xavi prefirió ser aparentemente prudente en un momento de máxima excitación por el reto de Simeone y la afrenta de Dembélé. Ambos invitaron al técnico a atacar sin parar en el Camp Nou. El entrenador renunció a un extremo para ganar a un falso cuarto medio: encajó a Frenkie de Jong en la medular y situó en la punta izquierda a Gavi. El once camufló a una formación desbocada del Barça.
La novedad estaba más en la cancha que en la pizarra porque Alves se situó como volante y el Barça cerraba con tres centrales ante un Atlético previsible y también certero nada más empezar cuando Carrasco culminó un centro de Luis Suárez desde la derecha. Nadie había previsto que Suárez y Carrasco se intercambiaran los puestos frente a una zaga azulgrana permeable, mal ajustada y poco sostenida por Ter Stegen. Aunque se empeña en atacar mejor, el Barça no aprende a defender con 4-3-3 ni con 3-4-3.
Gran volea de Alba
El nudo del juego está en los laterales, vulnerables en su área y desequilibrantes en la contraria, decisivos en el empate: Alba enganchó una volea extraordinaria, tal que fuera Van Basten, después del centro templado de Alves en una acción ganada por Adama, vencedor en el cuerpo a cuerpo con Koke. La potencia y la habilidad del extremo desarmaron a Hermoso y al Atlético y envalentonaron al Barça. Adama no paró de desbordar y puso también la pelota para el 2-1. La cabeza de Gavi se anticipó a la de Vrsaljko.
A Simeone no le quedó más remedio que corregir su plan y montar una defensa de cinco con Carrasco encima de Adama. El Atlético necesitaba mejorar en la contención porque a cambio llegaba de vez en cuando a la cancha barcelonista a partir de João Félix. Los muchachos de Simeone no sabían acabar las jugadas igual de bien que los de Xavi. Los azulgrana, más contundentes, presionaban de manera colectiva y procesaban el juego a través de la cabeza de Pedri. El pie derecho de Alves era un guante y Adama daba amplitud, profundidad y fuerza para desespero de Oblak.
Los rojiblancos se vencen incluso en los rechazos como se percibió en el 3-1. Alves centró, Piqué cabeceó al larguero y Araujo remató el remonte del Barça. A los 38 años, Alves incluso marcó el cuarto gol con un remate cruzado para finalizar una acción colectiva de Gavi, Pedri y Ferran. El brasileño solo se venció en el minuto 68 después de una entrada a Carrasco que le costó la expulsión cuando el Atlético había marcado el 4-2 a la salida de un saque de esquina culminado por Suárez.
Aunque el partido se calentó, el árbitro se desquició y el público se impacientó, el Atlético no respondió ni con los cambios de Simeone, reducido por el Barcelona. Ya no estaba Adama sino el debutante Aubameyang mientras Nico templaba el fútbol en un equipo que defendía en inferioridad numérica, más disciplinado y concentrado que en anteriores partidos, consciente de que tenía un colchón de dos goles y no de uno como acostumbraba con Xavi. No flaqueó el Barça, mejor que el Atlético como cuarto de la Liga.
Los rojiblancos juegan sin confianza mientras los barcelonistas aumentaron su intensidad y recursos sin recurrir a Dembélé. Xavi evitó el plebiscito con el francés, mereció el respeto del plantel con su decisión y, desde la zona Champions, gana tiempo para defender su proyecto ante escépticos como Simeone.
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