Delito o no delito en el Barça
Aunque la actuación de la Policía provocó opiniones contrapuestas, la sensación fue que el Barçagate acabaría por pasar la factura al expresidente Josep Maria Bartomeu
A efectos formales, la presentación de la auditoria de gestión interna encargada por la directiva que preside Joan Laporta, conocida como Forensic, cumplió de sobras con el objetivo de señalar la gestión de la junta saliente, sobre todo por el tono intimidador empleado en el Auditori 1899 del Barça. Hablar de administración desleal, apropiación indebida y falsedad contable, así como de pagos sin causa, con causa falseada o desproporcionados, suena a denuncia muy grave, aumenta la presión sobre Josep Maria Bartomeu y predispone al oyente a aguardar serias sanciones para los miembros del consejo dimitido en octubre de 2020.
Bartomeu tuvo un doloroso final de mandato porque gobernó muy mal desde 2015. No solo se equivocó, sino que generó tanta desconfianza que algunos de sus mejores compañeros abandonaron sus cargos y sembraron múltiples dudas sobre el “modus operandi” de un presidente llegado al palco por casualidad después de la renuncia de su amigo íntimo Sandro Rosell. Incluso se especuló con la posibilidad de que alguien hubiera metido la mano en la caja después de que se supiera que se habían pagado comisiones muy altas por fichajes difíciles de facturar y troceado facturas para evitar el control del club y de los Estatutos del Barça.
La situación se convirtió en irreversible desde que la Cadena Ser desveló el Barçagate. El Barcelona había contratado una empresa dedicada a intervenir en las redes sociales para proteger la reputación del presidente y erosionar la imagen de personas que no le eran afines entre las que se encontraban jugadores como Piqué y Messi. La convocatoria de una moción de censura, cuya fecha quedó condicionada por la covid, fue el detonante al que se acogió Bartomeu para salir del Camp Nou después de acusar al Govern de la Generalitat –todavía hoy sostiene que mantener la independencia del club respecto al procés le costó la presidencia del Barça.
El regreso de Laporta no es ajeno a la caída de Bartomeu. El socio apostó por un cambio radical en las elecciones que propiciaron la vuelta del expresidente porque se asociaba su figura a la etapa dorada del Barça. Laporta asumió la responsabilidad de devolver al equipo y al club a la cima del mundo a pesar de la situación de quiebra que había heredado, hoy cifrada en una deuda de 1.350 millones. El paso del tiempo ha demostrado que el remonte era imposible a corto plazo y el barcelonismo se ha resignado a aceptar fichajes por una temporada después de perder a Messi. No se puede levantar el vuelo con la losa de Bartomeu.
Así que a diario se dan vueltas sobre el tamaño de la piedra sin que de momento se hayan delimitado responsabilidades desde el Barça. Tampoco lo hizo Laporta. El presidente, el vicepresidente Romeu y el abogado Jaime Campaner fueron muy explícitos cuando se trataba de conceptualizar y por contra no personalizaron: no se sabe quiénes son los desleales ni puede que se sepa a la espera de que intervenga la Fiscalía Provincial de Barcelona. La junta de Laporta no quiere ejercer de juez después de que haya hecho de policía en una decisión novedosa si se tiene en cuenta las que se dieron en los mandatos de 2003 y 2010.
El propio Laporta prefirió no levantar la alfombra que tapaba las vergüenzas de Gaspart mientras que Rosell no se encomendó a los jueces sino a los socios para una acción de responsabilidad contra Laporta. La actuación de Rosell ha podido condicionar al presidente, que prefirió no dar nombres –por más sabidos que sean en la prensa– y acudir a una tercera vía, como es la Fiscalía, en lugar de presentar una denuncia y exponerse a un efecto boomerang en caso de un fallo contrario en los juzgados de Barcelona. La cuestión es que no hubo efecto sorpresa y el asunto está donde estaba antes del Forensic: no se sabe si hay delito en la obra de Bartomeu.
La diferencia es que la investigación se presentó de tal manera que parece clamar para que haya penas severas contra los denunciados, de manera que Laporta se garantiza haber cumplido con su deber sin necesidad de pasar por la asamblea y delega en la Fiscalía mientras sigue en curso el Barçagate. La imagen más impactante hasta hoy no ha sido la del Forensic, sino la de Bartomeu detenido y puesto en libertad por los Mossos en marzo de 2020. Aunque la actuación de la Policía provocó opiniones contrapuestas, la sensación fue que el Barçagate acabaría por pasar la factura a Bartomeu.
A falta de pruebas para poder calificar y sancionar el pecado, la manera de proceder del anterior presidente, en el fondo y en la forma, llevó al Barça a una situación crítica, sobre todo por mercadear de mala manera: despilfarró el dinero con los contratos de los jugadores y los fichajes y se pagaron comisiones infladas y más que sospechosas sin que por el momento se sepa si fue por mala fe o porque no supo mandar mejor, dilema que abona una discusión muy barcelonista ante el difícil control de la gestión de las directivas: ¿Quién fue peor presidente: Gaspart o Bartomeu?
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