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EL JUEGO INFINITO
Columna
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El peor enemigo es el vecino

El Athletic es una ‘Galia’ que sobrevive con orgullo a los nuevos tiempos; la Real tampoco olvida las raíces

Jorge Valdano
Jorge Valdano

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Según leamos el periódico el lunes o el viernes, España será última en la próxima Eurocopa, o primera. Así son las cosas en el apresurado primer mundo futbolístico. A la selección le faltó añadir unas gotas de aceite a la maquinaria de ataque, pero hay un problema mayor. Desde Sudáfrica, todo lo que no sea ganar es sospechoso. Grecia se plantó con diez en su propio campo, sacó un empate milagroso y dejó a España con dudas trascendentales: ¿no se habrán hecho viejos los veteranos? ¿No serán muy niños los jóvenes? Lo clásico cuando se está atravesando una transición, que no es más que ir encontrando un encaje entre los que están llegando y los que se están yendo. Por suerte, llegó el jueves con buenos goles y una lluvia de oportunidades para que los niños volvieran a ser jóvenes, los veteranos expertos, y España optimista.

Dos vascos en Sevilla

El dinero le da poder competitivo a la aristocracia futbolística que tendrá esta semana, en la Champions, su espacio natural. Pero hay otros escenarios donde mostrar grandeza. Todo buen aficionado mirará con admiración la demorada final de Copa que nos pone ante otro poder: el de las cosas bien hechas. La Real y el Athletic homenajearán al fútbol vasco de la manera más sencilla, siendo como son. Durante mucho tiempo, los dos clubes estuvieron esperando para la ocasión a su gran razón de ser: la gente. Esfuerzo vano, porque un año después ni la voluntad ni el mérito ni la paciencia han podido con la covid. Sin gente que los anime, pero conscientes de que el honor no se regala, aquí llegan dos orgullosos vascos discutiendo a muerte en Sevilla. Equipos vitales, amables y de fuerte carácter que nos demostrarán que, en fútbol, no hay enemigo más temible que el vecino.

Otra forma de ser

Desde la Ley Bosman hacia aquí, los futbolistas llegan desde lejos para jugar en clubes que pertenecen a propietarios millonarios y remotos. El fútbol funciona igual y hasta se ha fortalecido económicamente, pero es inevitable que, en el camino, haya perdido fuerza representativa. Hay una Galia que sobrevive con orgullo a los nuevos tiempos. Si el fútbol es una historia que las comunidades se cuentan a sí mismas sobre sí mismas, el Athletic es el ejemplo supremo. Lo miraré desde mi lugar. Desde que llegué a España observé que el Real Madrid era el modelo al que la mayoría de los clubes querían parecerse. El Athletic, no. Si el Madrid es el que adivina el futuro y marca tendencia, ser del Athletic es intentar no ser como el Madrid. Y así se ha convertido en una historia de éxito comunitario que trasciende sus fronteras, causando admiración en el mundo. Nutrirse de identidad para generar identidad, es el gran secreto de su energía competitiva.

Grandes y discretos

La política de la Real Sociedad ha sido más laxa, pero no hasta el punto de olvidar sus raíces y el compromiso social. La propiedad, que es local, está construyendo un club en permanente evolución que sabe diferenciar el plano institucional del deportivo. Hay inteligencia empresarial para hacer un club serio (estadio maravilloso, instalaciones deportivas modernas, solidez económica) y otra inteligencia, más específica, con profesionales muy capaces que llevan adelante un proyecto deportivo exitoso. La cantera, trabajada con rigor y sensibilidad, es el epicentro de un modelo que ha provocado una gran identificación entre los aficionados de todas las edades. Haciendo buena la máxima africana de que a un niño lo cría la tribu, San Sebastián favorece, por su discreta personalidad, el crecimiento sano de los jóvenes jugadores que funcionan, como en el Athletic, como cuadrilla antes que como estrellas. En Sevilla, las dos cuadrillas se desafían por el honor.

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