Jaycee Carroll: “Presión es poder pagar la luz, no tirar un triple”
El extranjero con más partidos en la historia del Real Madrid, misionero en Chile hace 15 años, confiesa sus inquietudes personales y profesionales antes de afrontar la Copa
A base de triples y de un rendimiento infatigable Jaycee Carroll (Wyoming, EE UU, 37 años) se ha convertido en una pieza indeleble del Real Madrid de Laso y en el extranjero con más partidos en la historia del club. Fue misionero antes que triplista (tiene el mejor porcentaje de acierto, 42,3%, entre los 10 mejores lanzadores del ranking de la Euroliga), llegó a España en 2009 y, tras dos temporadas en el Gran Canaria, se lanzó a hacer carrera vestido de blanco. El verano pasado dudó hasta el último instante para renovar porque quería volver a casa. Ahora no se cierra puertas. Este jueves espera el Valencia en el partido estrella de los cuartos de la Copa (21.30, #Vamos).
Pregunta. Está replicando los números de sus mejores temporadas en el Madrid y se le ve fresco físicamente. Es como si no envejeciera, ¿cuál es el secreto?
Respuesta. Estoy disfrutando mucho del baloncesto y vengo todos los días a entrenar con una sonrisa. Me encanta seguir compitiendo y ayudando al equipo en los minutos que tengo. ¿El secreto? Soy mormón. Nunca he tomado alcohol ni he fumado. Llevo un estilo de vida bastante sano.
P. ¿Y, al margen de no tener esos vicios, sigue alguna dieta o rutina?
R. Siempre he trabajado mucho en el gimnasio con Juan Trapero [preparador físico del club], con una preparación específica. También procuro cuidar mucho lo que como. Me encantan los helados y los dulces, pero intento limitarlos y comer mucha carne y verdura.
P. El propio Juan Trapero tiene la teoría de que parte de su buen estado de forma se debe a aquellos dos años de baloncesto que se guardó mientras ejercía de misionero en Chile, ¿está de acuerdo?
R. Seguro que tiene algo que ver. Fueron dos años en los que no castigué mi cuerpo. Pateé mucho las calles intentado ayudar a la gente, predicando, colaborando en proyectos. Pero fueron dos años sin recibir golpes en los bloqueos, sin castigar las rodillas y los tobillos. Eso me ha permitido llegar mejor hasta aquí.
P. ¿Qué aprendió en esa etapa?
R. A dejar de lado el egoísmo y pensar más en los demás. Fueron dos años de disciplina y autocontrol. Aprendí a intentar llevar felicidad, alegría y ayuda a la gente que lo necesita. Fue una experiencia inolvidable. 15 o 16 años después, pienso en aquello todos los días. Me sirvió para crecer mucho como persona.
P. ¿Se relativiza la presión del deporte de élite viviendo esa realidad?
R. Jugar al baloncesto es un lujo. Ha sido mi sueño y mi trabajo desde los 10 años. He tenido la gran bendición de disfrutar de este deporte durante mucho tiempo. Y claro, en ese último lanzamiento en el que te juegas un partido o un título hay mucha presión. Pero no tiene nada que ver esa presión con la de poder pagar la luz o comprar comida. Las consecuencias de fallar un triple no son comparables con las de no poder llegar a fin de mes.
P. ¿Esta temporada es The last dance para usted o volverá a haber dilema el próximo verano?
R. Ahora no quiero cerrar puertas. Y menos en febrero antes de la Copa. Tengo la confianza de seguir compitiendo a buen nivel y ayudando al equipo. Veremos. El verano pasado nos tocó tomar decisiones familiares. Yo me quedé aquí con mi hija mayor, de 12 años, y mi mujer se marchó a Estados Unidos con mis otros tres hijos. Pero, dentro de poco, volverán aquí a tiempo completo.
P. En los conciertos siempre se pide una más, aunque este año no esté la afición para cantarle el “¡Carroll quédate!”.
R. Ojalá estuvieran en la grada y esperamos que vuelvan pronto. Lo bonito de la vida es estar juntos y compartir experiencias, sufrir y disfrutar con tu equipo. El año pasado les escuché y me quedé. Este año no están, pero les sentimos igualmente con nosotros.
P. Es muy difícil ver que alguien se retira cuando todo el mundo le pide que siga
R. Todos los deportistas desearían que su retirada fuera así. Es peor no tener opción. Lo ideal es llegar a las últimas temporadas con la posibilidad de poder tomar tu propia decisión.
P. ¿Se imaginó alguna vez estar 10 años en el Madrid?
R. Cuando estaba en Gran Canaria sí pensé muchas veces ‘ojalá alguna vez tuviera la oportunidad de jugar en el Madrid’. Cuando me llamaron fue el día más feliz de mi vida. Algún compañero me dijo ‘si tienes la opción algún día de llegar allí, tienes que hacer lo máximo para que no te vayas nunca’. Y es lo que he hecho. Se han pasado rápido estos 10 años. Hemos tenido grandes éxitos con el núcleo de Pablo [Laso], Felipe [Reyes], Sergi [Llull] y Rudy [Fernández].
P. Laso dice de usted que es un goleador, ¿cómo definiría la profesión de triplista?
R. Me costó asumirlo. Yo salía a la pista intentando hacer canastas en función de los huecos que encontrara en las defensas rivales, triples, bandejas… lo que fuera. Ahora ya bromeo con los compañeros y les dijo ‘ya todos saben que voy a salir y voy a tirar’ así que vamos a entrenar juntos con esa idea.
P. ¿Quiénes fueron sus ídolos en la infancia?
R. Todos los niños de principios de los 80 crecimos con Jordan como ídolo. ¿Qué hacía Jordan?, sobre todo meter canastas. Así que yo, desde pequeño, empecé en el baloncesto pensando que esa era la manera de jugar. Primero atacar y después atacar.
P. ¿Qué consejo le daría a un niño o a un joven que quiera aprender a tirar triples como usted?
R. El primer consejo que daría a un niño es que no tire de tres. Hay que practicar dentro de la línea hasta conseguir la técnica perfecta y luego, cuando tenga la fuerza suficiente, salir a tirar de tres. Primero hay que aprender a hacer fintas desde el triple y penetrar. Mi padre no me dejó tirar de tres hasta que tuve 14 años. A los 14 me dijo, ‘venga, ya puedes’ y ahí cambió todo. Cuando no tienes la fuerza suficiente la técnica se resiente. A mí me ha servido mucho esas dos opciones, la de tirar y la de escapar con uno o dos botes y acabar con un tiro o una bombita.
P. ¿Hay que tener un carácter muy especial para lanzar el tiro decisivo?
R. Es cuestión de confianza más que de carácter. Y la confianza se gana con todas las horas que dedicas a mejorar el tiro, con todos los lanzamientos que haces a lo largo de tu carrera. Después, es importante saber que el equipo tiene confianza en ti. La vida de un tirador es confianza. La puntería es talento, genética y, sobre todo, trabajo. Muchas veces ves como el trabajo gana al talento. Por eso no hay que parar de trabajar duro.
P. ¿Qué destacaría del Valencia, el rival en cuartos?
R. Tienen muchos recursos, pero sobre todo tienen una efectividad desde el triple que es impresionante. Todos son capaces de anotar desde fuera. No es cuestión de parar a Prepelic; todos tiran y todos meten. Hay que salir duros en defensa. Luego tienen también mucho juego al poste bajo con Kalinic y Dubljevic. Tienen mucha clase.
P. Si dentro de unos años tuviera que contar a sus nietos qué fue aquella era Laso en la que usted participó desde el primer día, ¿qué les diría?
R. Les diría que fue un periodo muy alegre de mi vida. Con un poquito de sufrimiento, pero con muchos éxitos después. Una etapa muy bonita, así de fácil.
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