Thiem firma su propia sentencia
El austriaco cometió un error imperdonable, que le perseguirá durante varias semanas, al bajar la intensidad y el nivel de agresividad. Cuando quiso rectificar ya era tarde y la fiera había resucitado
Tendremos que esperar una nueva oportunidad para conocer el nombre del próximo tenista que se estrene como ganador de un Grand Slam. En esta ocasión, Dominic estuvo muy cerca de conseguirlo. Pero cometió, a mi modo de ver, un error imperdonable ante un jugador de la magnitud de Novak Djokovic: bajó su intensidad en el cuarto set para provecho del serbio.
Después de un set inicial en el que este fue superior, Dominic se anotó las dos siguientes mangas adelantándose en el marcador con una estrategia muy clara: mantener un ritmo muy alto en los peloteos e intentar en todo momento ser él el que marcara el compás del partido. Hasta tal punto lo consiguió que en el tercer parcial vimos a un Djokovic anómalamente cabizbajo en este torneo y llevado en algunos momentos a la desesperación.
Cuando parecía que la estrategia era clara y acertada, y que estaba dándole sus frutos, no fue capaz de mantenerla y vimos un cuarto set en el que Thiem empezó más a cortar su revés y a dejar de apretar con sus golpes al serbio. Bajó su nivel de agresividad y dejó de ser él quien marcaba el ritmo del encuentro. Y, claro, darle la oportunidad a Novak significó permitirle recuperarse y, con ello, firmar su propia sentencia. Aunque en el quinto set vimos un nuevo intento por parte del austriaco, mi sensación en ese momento fue de que ya era demasiado tarde y la fiera había resucitado.
Este error perseguirá a Dominic durante unas cuantas semanas, impidiéndole disfrutar del gran torneo que ha jugado.
Creo que asistimos a un gran partido de altísima intensidad, de increíble nivel y con puntos de gran belleza. Él y Novak son dos grandes luchadores que con su entrega ayudaron a engrandecer nuestro deporte. A buen seguro, esta derrota, aunque dolorosa, ayudará al austriaco a dar un paso más en su admirable progresión. Al serbio la victoria le acerca, afortunadamente para él y peligrosamente para los otros dos, Rafael y Roger Federer, al número uno del ranking mundial histórico.
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