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Stephen Jackson, en nombre del ‘hermano gemelo’

El exjugador de la NBA vuelve a asumir el papel de activista tras la muerte de su íntimo George Floyd

George Floyd, segundo por la izquierda. y Stephen Jackson, segundo por la derecha, posan junto a unos amigos. (INSTAGRAM)
George Floyd, segundo por la izquierda. y Stephen Jackson, segundo por la derecha, posan junto a unos amigos. (INSTAGRAM)EL PAÍS
Robert Álvarez

Stephen Jackson arenga alto y fuerte, tieso ante el megáfono. “Sinceramente, quiero la pena de muerte para los policías que mataron a mi hermano. La única forma en que la gente sentirá que hay justicia, y la única forma en que esta policía dejará de matar gente a plena luz del día como si no fuera nada, es si también ellos comienzan a morir”.

Los airados manifestantes contra el racismo escuchan con veneración a uno de los puntales de su reivindicación. La voz de este exjugador de la NBA de 2,03 metros, encapuchado, con sudadera negra, se alza poderosa e incitadora, in situ, rodeado por la muchedumbre ante el ayuntamiento de Minneapolis. La soflama truena, inculpadora, beligerante con los blancos: “No puedes decir que me amas, que te gusta cómo juego al baloncesto y no estar de pie aquí a mi lado. Terminaron esos días”.

Jackson aglutina el hartazgo, la rabia del momento y de los años de ignominia. Lo sabe y lo sufre. Es activista desde su época de jugador y era amigo personal de George Floyd, el afroamericano fallecido el 25 de mayo tras ser reducido de manera cruel por el policía Derek Chauvin. Jackson y Floyd nacieron en Texas y crecieron en Cuney Homes, unas viviendas sociales en Houston. Jackson fue criado por su madre soltera. Cuando tenía 16 años, su medio hermano Donald Buckner, de 25, fue asaltado y falleció. La amistad entre Jackson y Floyd se fraguó estimulada por su extraordinario parecido físico. “Cuando nos vimos, lo primero que dijimos fue: ‘Hombre, ¿quién es tu padre?”, explicó el exjugador al portal The Undefeated. “Y solo por eso, porque nos parecíamos tanto, mantuvimos un estrecho vínculo desde ese día”. Desde entonces se consideraron gemelos.

Cambiar la realidad

Jackson, padre de dos hijos, tiene 42 años y presenta All Smoke de Showtime Basketball, un popular podcast, junto al también exjugador Matt Barnes. “En este momento, mi único propósito es que se haga justicia, estar con estas personas e intentar ser un buen líder”, afirma, tras prolongar su visita a Minneapolis para apoyar a la familia de Floyd. Aboga por una protesta firme pero pacífica. “No debemos caer en sus trampas”, advierte, y pone como ejemplo que en Atlanta aparecen de repente ladrillos en las zonas de las manifestaciones. “¿Quién los pone ahí para que la gente los tire?”, se pregunta. Propugna la participación en los comicios como método para cambiar la realidad: “Tenemos que votar. No solo hablo del presidente. Hablo del ayuntamiento local, de tu jefe de policía, de tu jefe de bomberos. Necesitamos votar por todo ese tipo de cosas, al final es lo que importa”.

Algunas de las proclamas de los últimos días no son bienvenidas por Jackson. Por ejemplo la de Roger Goodell, comisionado de la NFL, que abogó por la unidad de las razas y dijo estar con quienes protestan contra la brutalidad policial. “Eso es tan falso… Sabemos que no es real. No deberían decir nada. Si va a hablar sobre esto, que comience con una disculpa a Colin Kaepernick. Entonces tal vez lo aceptemos”, sentencia en relación al jugador de los 49ers que, a finales de 2016, hizo mundialmente famoso su gesto de protesta, arrodillado mientras sonaba el himno de Estados Unidos, que después fue estigmatizado y no ha podido volver a jugar en la Liga.

Marihuana y peleas

Jackson destacó como jugador universitario y fue elegido en el puesto 42 del draft de 1997 por Phoenix Suns. Pero tuvo que ganarse un puesto en la NBA jugando primero en la CBA, la segunda competición entonces, unos partidos en Australia y un tiempo en Venezuela y la República Dominicana. Su carrera en la NBA empezó en 2000 con New Jersey Nets, y tras dos años en San Antonio Spurs, con los que fue campeón en 2003, y otro en Atlanta, empezó su etapa en 2005 con Indiana. Allí, en su primera temporada con los Pacers, el 19 de noviembre de 2004, estuvo involucrado en Malice at the Palace (Malicia en el Palacio), la mayor reyerta jamás vista en la NBA, una pelea entre jugadores y aficionados en las gradas del Palace de Auburn Hills, en Detroit. Jackson fue sancionado con 30 partidos lo que le supuso una pérdida de 1,7 millones de dólares en salario.

Jackson, que tras su retirada en 2014 admitió que había fumado marihuana durante toda su carrera para relajarse tras los partidos, dijo sobre la pelea: “Veo las imágenes con frecuencia porque, me guste o no, mi nombre permanece en la historia por eso. Pero estuve allí porque estaba protegiendo a mi compañero de equipo. Y lo volvería a hacer hoy, así fue como me criaron. Obviamente, fue un error ir a las gradas”.

Jackson también se vio envuelto en otro incidente, en octubre de 2006, una pelea en un club de striptease por el que fue suspendido con siete partidos. Jugadores y entrenadores consideran a Jackson un excelente compañero y un extraordinario jugador y la NBA le reconoció por sus causas caritativas con el Premio de Ayuda Comunitaria en 2008. Don Nelson, el entrenador con más victorias en la historia de la NBA, dijo de él: “No creo que la gente se dé cuenta de lo bueno que es. Rinde todas las noches, juega, tira, y lo único en que no destaca es en el rebote. Hace que todos sean mejores”. En 14 cursos en la NBA, Jackson jugó 858 partidos, con promedios de 15,1 puntos, 3,9 rebotes y 3,1 asistencias.

El activismo de Jackson viene de lejos. Se significó después de que un policía de Ferguson matara a tiros a Michael Brown, un negro de 18 años, en agosto de 2014. Ya entonces dijo estar harto del racismo en Estados Unidos. Poco antes, la NBA expulsó de por vida a Donald Sterling, el dueño de los Clippers, por unos comentarios racistas. Jackson utilizó el hip hop para desahogarse y junto al rapero Scarface publicó la canción America Da Beautiful. Cinco años después, Jackson ha vuelto, muy a su pesar, al primer plano: “No esperaba desempeñar este papel, tener a tanta gente esperando a qué tengo que decir y cuál es el próximo movimiento. Lo estoy asumiendo”.


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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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