El Valencia tiene más presente que el Real Madrid
Los de Marcelino, lanzados con 17 partidos seguidos sin perder, doblegan a los de Zidane, que encaja su primera derrota sin más recursos ofensivos que los centros aéreos
En su cruce de caminos el Valencia y el Madrid quedaron retratados. Los de Marcelino, con 17 partidos consecutivos sin perder —récord de la entidad— no quieren que el curso acabe por nada del mundo: a un punto de la zona de Liga de Campeones, en la final de Copa y en los cuartos de la Liga Europa. Los de Zidane no tienen presente alguno, solo un incierto futuro pendiente de la revista que pasan su técnico y los rectores. En Mestalla, Guedes y Garay mandaron a la lona a un Madrid que ya fue al garete con Lopetegui, se fundió con Solari y ahora ya cuenta la primera derrota con Zidane.
El partido se puso en marcha con mucha emboscada, mucha guerrilla. La gente mordía como loca por birlar la pelota. Con tanto tonelaje, Mestalla resultaba selvático para el equipo que quisiera dar dos, tres toques seguidos. Más era imposible. Todo, lo de unos y lo de otros, se fraguaba en medio campo. Nadie daba con el remedio para progresar hacia las áreas. El Madrid abortaba los contragolpes del Valencia, su especialidad. Y los locales, impermeables delante de Neto, frustraban cada ataque estático de los visitantes. Si al cuadro valenciano le faltaba precisión para despegar a la contra, al conjunto madrileño le faltaba ingenio para infiltrarse en el perímetro de Neto. Un Madrid enchufado, pero demasiado cartesiano. Sin gracia en los últimos metros, enclaustrado por las dos líneas de cuatro ordenadas por Marcelino, más el auxilio en campo propio de Rodrigo y Gameiro.
Un tirito de Kroos a las manos del portero brasileño fue la única amenaza madridista. Ni rastro ofensivo del Valencia, salvo una jugada en vuelo mal articulada por el zurdo Rodrigo, que negó a su pierna derecha y prefirió un taconazo atrás que el remate. Sin pisadas en las zonas calientes hasta que un córner local derivó en el gol de Guedes. Navas despejó de puños y Soler y el portugués trenzaron una pared en el balcón del área. Sin mayores estorbos, con la zaga visitante bloqueada delante de Keylor y con los espacios mal repartidos, Guedes armó un disparo seco y clínico a la derecha del guardameta costarricense. En una plaza cruda como Mestalla y ante un aspirante a la Liga de Campeones, titular por delante de Luca Zidane, que le adelantó el pasado domingo ante el colista y en Chamartín.
El gol de Guedes excitó al Valencia y aturdió al Madrid, que notó la sacudida. Gameiro, con un deficiente cabezazo, y Kondogbia y Rodrigo con dos disparos acogotaron al Real hasta el descanso. El cuadro de Marcelino encontró una marcha más en vanguardia, la que nunca tuvo el de Zidane hasta el segundo acto. No desbordaba Asensio, que no abundó en los retos con Wass, amonestado desde el minuto cinco. No tenía hilo Benzema. Anodinos Modric y Kroos, más guardianes de la pelota que asistentes de riesgo.
De vuelta del intermedio, el Valencia redobló su apuesta por la contra, predilección que no disimula. Tiene un equipo perfilado para ello. Como muestra, a partir de un toque en corto de Neto, en un parpadeo Soler se plantó ante Keylor, con varios camaradas también en carrera. El portero madridista evitó el 2-0.
Con horizontes el grupo local, el Madrid fue más profundo. Encontró la ruta por la vía de Odriozola, lateral que frecuenta y frecuenta el ataque. Optimista como es, nunca regula, por más que le cueste el camino de vuelta. En Mestalla, con la escolta de Lucas, no le intimidó Guedes, al que mantuvo el pulso. También pujó Marcelo, más chisposo que en los últimos meses.
Visto que con el impulso de sus laterales no era suficiente, Zidane intervino pasada la hora. Bale e Isco —dinamita y chistera— relevaron a Kroos y Asensio. El Madrid anidó más en el área de Neto, pero las alertas se producían en el de Keylor. A Rodrigo se le fue un contragolpe por un dedo. Y en otra salida al galope, cuatro valencianistas se enredaron frente a solo dos centinelas madridistas. El partido se cerró con dos sistemas antagónicos. El cuadro levantino ceñido a los sprints de Rodrigo y los velocistas que iba incorporando Marcelino (Cheryshev, Ferran). El conjunto madrileño con la esperanza en sus cabeceadores, centro va, centro viene. A Ramos se le sumaron Bale y Mariano. Pero como el fútbol tiene guiños imprevistos, resulta que el Valencia mandó al cuarto oscuro a su oponente por la vía aérea: un saque de esquina bien combado por Parejo y cabeceado con plomo por Garay. De nada sirvió el tardío 2-1 de Benzema. No hay redención para el Madrid, tampoco para el Madrid de Zidane. Escala y escala el Valencia.
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