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Lenglet: “En los entrenamientos sufro mucho”

El defensa del Barcelona charla con El País sobre su carrera y el partido de Copa del Rey ante su exequipo, el Sevilla

Juan I. Irigoyen
Lenglet, en la ciudad deportiva del Barça.
Lenglet, en la ciudad deportiva del Barça.Massimiliano Minocri

Clément Lengelt (Beauvais, 23 años) aparca su coche cerca de la sala de prensa, siempre dentro de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Conversa brevemente con un empleado del club y saluda con la mano sin esquivar la mirada. Y comienza a hablar. Cuenta que ya identifica los diferentes acentos del castellano, que no tiene tatuajes y que su cuenta de Instagram la abrió cuando llegó a España. “Para estar en contacto con los fans, no me gusta subir fotos de mi vida privada. No quiero presumir de nada”. Le gusta recordar su infancia, en la que cada fin de semana iba a ver jugar a su padre, semiprofesional en la cuarta división francesa, sin poder escapar de los rezongos de su madre cuando jugaba a la pelota dentro de su casa con sus hermanos pequeños. Amable y risueño, pide disculpas cada vez que pronuncia mal una palabra. Se ganó un lugar en el Barcelona después de destacar en el Sevilla y tras descartar una oferta la Juventus, según él, porque todavía estaba verde. Este miércoles vuelve al Sánchez-Pizjuán en el duelo de los cuartos de final de la Copa del Rey.

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Pregunta. ¿Tiene que ser muy difícil decirle que no a la Juve?

Respuesta. Tenía 19 años, después de solo haber jugado seis meses en la segunda división de Francia. La Juve tenía una defensa de puta madre [sic], con Barzagli, Bonucci y Chiellini, además de buenos jugadores jóvenes en el banquillo. En ese momento, lo más importante para mí era jugar para crecer. Necesitaba aprender. Algo que necesitas siempre, pero mucho más a esa edad. El dinero es importante, pero lo que a mí me mueve es el balón. Es poder saltar al campo. Nada más.

P. ¿Su contexto familiar lo favoreció?

R. Sí, por supuesto. Mi padre jamás me dijo algo o me presionó para que firmara por la Juventus. Al contrario, me dijo que hiciera lo que sintiera. Todo es mucho más fácil cuando tu familia te deja pensar y cuanto no tienes esa presión económica. Esa paciencia me ha ayudado mucho. Probablemente he perdido dinero y tiempo, pero estoy orgulloso de la decisión.

P. ¿Cuánta gente le dijo que el tren pasa una sola vez?

R. Mucha. Y claro que piensas que puede ser la única oportunidad que tienes. Es inevitable, pero estaba seguro de que necesitaba tener más partidos para crecer.

P. ¿La experiencia de sus hermanos [Corentin juega en la cuarta división de Francia y Nathan en las inferiores de FC Chambly, de la tercera categoría] le ayuda a mantener los pies en la tierra?

R. No voy a ser original en mi respuesta, sé que soy un afortunado. Lo que pasa es que a veces se nos puede olvidar, se puede normalizar lo extraordinario. Yo tengo el ejemplo en mi familia y también de fuera, porque tengo muchos amigos que quieren vivir del fútbol.

P. ¿Y a Messi se lo puede normalizar?

R. Bueno, ya no le pido que me firme una camiseta. Pero, claro, la primera vez que lo vi era un poco como un sueño.

P. Pablo Aimar decía que la suya fue la última generación de futbolistas que vio partidos enteros, sin embargo, usted se la pasa viendo fútbol.

R. No puedo hablar por los demás, pero yo miro fútbol todo el tiempo. En general, es difícil dormir después de los encuentros. Entonces, cuando llego a casa busco en la televisión el partido que he jugado y observo mi rendimiento. También me gusta ver los partidos de mis amigos y los de los próximos rivales.

P. ¿Se critica mucho?

R. Tengo muchas cosas que corregir. En el campo me doy cuenta cuando cometo un error. Me acuerdo del momento y cuando llego a casa espero a ese minuto del juego y estoy atento para ver qué me ha pasado y por qué he cometido ese error.

P. ¿Lo comenta después con Valverde?

R. No. Lo hablo con mi padre que también mira todos los partidos. Es crítico conmigo y eso me ayuda.

P. ¿Para su padre nunca juega bien?

R. No, pero para él juego más veces mal que bien. Me lo tomo con normalidad, porque sé que quiere lo mejor para mí. Nunca fue de esos padres pesados, aunque sí fue exigente. Su forma de ser me ha ayudado a crecer y a mejorar.

P. ¿Qué es lo que cambia de pasar de un vestuario como el del Nancy, en el que la mayoría son franceses, a uno multicultural como el del Barça?

R. Hay muchas diferencias. La primera, el idioma. Lo tienes que aprender rápido si quieres compartir cosas con tus compañeros. Pero también, la cultura. Un alemán no tiene nada que ver con un argentino o con un francés.

P. ¿Es más difícil construir un grupo?

R. Bueno, son mini grupos. Para mí es más fácil hablar con Ousmane [Dembélé] o Samu [Umtiti]. Pero, al final, te acercas a todos. Lo importante es tener un objetivo en común. Somos 25 tipos que queremos ganar. Y lo queremos en el Barça, en el Nancy o en un equipo de tercera división. Por supuesto, sin faltarle el respeto a nadie, no es lo mismo el vestuario del Nancy que el del Sevilla, mucho menos el del Barça. Pero esa diferencia es solo en el nivel de juego. Aquí hay jugadores top mundial.

P. ¿Con estos jugadores es más difícil entrenar que jugar?

R. Sufro mucho durante los entrenamientos… [se ríe]. En los partidos también, pero es que en los entrenamientos hay que luchar mucho porque si no esta gente te mata. No te dejan pensar. Pierdes la pelota y pum, pum, pum, gol. No hay tiempo.

P. En el rondo, ¿pasa mucho tiempo en el medio?

R. Depende del día… Creo que he hecho una progresión. Si lo comparo con los dos o tres primeros meses estoy un poco mejor, pero todavía tengo que mejorar.

P. ¿Qué es lo que más ha progresado?

R. En muchas cosas, quizá en algunas la gente no nota. Como en la orientación del cuerpo, por ejemplo. O en las decisiones cuando tengo la pelota y cuando no la tengo. Aquí en el Barça hay que jugar lejos de la portería y hay que arriesgar mucho.

P. ¿Da vértigo jugar con 50 metros a la espalda?

R. No. Es el juego del equipo y lo que quiere el míster. Cuando todo el mundo piensa lo mismo, todo es más fácil. Ya había hecho algo similar con Sampaoli en el Sevilla.

P. En el Sevilla tuvo que marcar a Messi mano a mano, ¿cómo fue la experiencia?

R. No lo voy a olvidar nunca. Mi primer partido contra el Barcelona, mano a mano contra Leo todo el partido.

P. ¿Qué tal?

R. Perdimos 3-0. Dos goles de Leo.

P. ¿Ese partido lo volvió a ver en su casa esa noche?

R. Sí, un poco masoquista de mi parte, lo reconozco, pero había que aprender. Y de ese partido aprendí mucho.

P. ¿En los entrenamientos es más difícil todavía marcar a Messi?

R. Juega de comodín, está por todos lados. Es inteligente y se mete en lugares en los que es difícil salir a presionarlo.

P. ¿Qué significa para usted volver al campo del Sevilla?

R. Muchas cosas. Voy a ver a mis excompañeros, amigos y personas que me han ayudado muchísimo en un momento importante de mi carrera. Voy a volver a un estadio espectacular, en el que la afición siempre fue muy buena conmigo. Es un placer volver.

P. ¿En qué ha cambiado la delantera del Sevilla, hoy la segunda más goleadora en LaLiga?

R. Han cambiado el sistema, ahora tienen carrileros y dos en jugadores en punta. Eso les ayuda a tirar centros y a marcar más goles. Además, tienen muchos futbolistas de gran talento que te pueden marcar en cualquier momento.

P. ¿Encuentra alguna explicación al problema que sufrió el año pasado el Barcelona en la zaga?

R. No tengo explicación clara, creo que todo el equipo no había trabajado bien. Y seas el Barça, el Madrid o el equipo que quieras, cuando no estás bien defensivamente encajas goles.

P. ¿Cuándo eres nuevo da miedo a ser señalado?

R. En mi posición siempre hay responsabilidad, pero cuando los compañeros te ayudan, te hablan y te dicen que no has podido hacer nada en un gol, es más fácil. En todo momento, me he sentido arropado por mis compañeros, eso ha sido muy importante.

P. ¿Hay que hablar mucho para ser central?

R. Yo no hablo mucho, pero creo que es importante. Al menos, para dirigir. Hablo lo necesario, no me gusta hablar por hablar. Hay gente que lo hace para centrarse en el partido.

P. ¿Piqué habla mucho?

R. No tanto, Jordi Alba sí que habla… muchísimo.

P. ¿Es tan importante la salida del balón o es algo de lo que se habla más de lo que realmente es?

R. No, es muy importante. Y para todos los jugadores. Los centrales se encargan de la salida, pero el portero también puede sacar la pelota y los laterales tienen calidad de extremos.

P. ¿Eso se trabaja o se tiene?

R. Un poco las dos cosas. Hay que trabajarlo porque si no llega un momento en el que los delanteros te conocen y te tapan el pase. Hay que tener muchas variantes para poder utilizarlas cuando lo necesitas. También hay que trabajar la pierna derecha.

P. ¿Puede jugar de central diestro?

R. Para mí es lo mismo, solo tengo que acostumbrarme al posicionamiento. Jugué ahí contra el Tottenham con Samu y lo hicimos bien.

P. ¿No se esperaba este momento?

R. He jugado más porque Samu está lesionado. No estoy contento por su situación porque es un amigo, pero me ha ayudado un poco para jugar más. Estaba preparado para jugar algunos partidos, pero no esperaba hacerlo en tantos.

P. ¿Usted es el yerno ideal?

R. Habría que preguntárselo a la madre de mi novia.

P. ¿Y Dembélé?

R. No sé… también habría que preguntarle también a la madre de la novia [se ríe]. Lo veo muy bien a Ousmane. Creo que ha entendido algunas cosas y nos está dando goles y asistencias casi en cada partido. Es una cosa increíble por la edad que tiene.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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