El Madrid, víctima de una reforma pendiente
Los informes avisan desde abril de la necesidad de una profunda renovación de la plantilla que Florentino postergó tras ganar la 13ª
“No se puede tapar el sol con un dedo”, dijo Keylor Navas antes de abandonar Moscú este miércoles de madrugada.
El portero del Madrid acababa de caer derrotado ante el CSKA más juvenil de la década (1-0) y no estaba de humor para seguir haciendo el paripé. Cuando le preguntaron cuánto pesaba la ausencia de Cristiano Ronaldo en la actual plantilla cerró el debate con una sentencia. No se quedó solo. Frente al optimismo petrificado del entrenador, Julen Lopetegui, los líderes del equipo le secundaron. Modric declaró que la falta de gol era “preocupante” y Kroos insistió por dos veces en que tenían un “problema” dada la incapacidad de convertir las ocasiones.
El peor arranque goleador del Madrid en casi 12 años es una novedad estadística que no toma por sorpresa a casi nadie en el club. El temblor del próximo tsunami hacía vibrar las oficinas del Bernabéu desde julio. En contraste con la algarabía con que el departamento de comunicación suministraba contenidos a los medios, difundiendo el fichaje de Vinicius como si representara realmente un refuerzo determinante cuando los técnicos sabían con certeza que no sería así, el discurso entre los empleados y altos ejecutivos del club estaba cargado de pesimismo desde la pretemporada.
Si hay algo que no le falta al Real Madrid actual son estructuras de profesionales expertos en recoger información y hacer previsiones con una capacidad de acierto única en el fútbol mundial. Al hilo de los informes en circulación, un dirigente suspiraba mientras el equipo completaba la gira por Estados Unidos: “Estos son los mismos jugadores que en la última temporada han dado muestras de estar cansados de su rol en el equipo; irregulares en las distancias largas y sin cambio de ritmo mental. ¿Por qué va a ser diferente en la temporada que viene?”.
Los analistas que asesoran al presidente, Florentino Pérez, fueron concluyentes. Señalaron que con la actual plantilla, en la temporada 2017-18 el Madrid fue eliminado de la Copa del Rey por el Leganés, perdió la Liga en noviembre, y vivió en la Champions con el agua al cuello. El juego siempre fue declinante. Si el equipo prosperó hasta la final de Kiev fue debido a una serie de accidentes que obraron a su favor contra el PSG, la Juve y el Bayern, cuando no bastaron las acciones de Cristiano dentro del área.
La situación era tan evidentemente crítica que uno de los asesores de la directiva dividió a la plantilla en dos partes: la que conformaban los jugadores crepusculares y la que conformaban los jugadores irregulares. En vísperas del cruce de semifinales contra el Bayern, a mediados de abril, el club trazó un plan de renovación profunda en el que se planteó poner en el mercado hasta a 10 futbolistas con un precio que fijarían en la parte alta de la horquilla de tasación. Cristiano, Bale, Benzema, Modric, Isco y Lucas Vázquez entraron en la lista de los traspasables, según fuentes del Bernabéu. En la lista de los intransferibles permanecieron Asensio, Varane, Marcelo, Ramos, Carvajal, Casemiro y Kroos.
Opción conservadora
La conquista de la 13ª Champions en Kiev el 26 de mayo pasado acabó por cancelar la operación de compras y ventas, más por razones de política social que de pura lógica deportiva. Contra la opinión de José Ángel Sánchez, el director general, Florentino Pérez optó por ser conservador antes que tajante. Repentinamente, el presidente comenzó a hacer valoraciones positivas en solitario. Dos personas que asistieron a la toma de decisiones en aquellos días observaron que la marcha atrás se completó sin consultar con Zinedine Zidane tras la final de Kiev. Esta actuación convenció al técnico de renunciar al cargo el 31 de mayo, seguro de que los recursos de que dispondría serían insuficientes o inadecuados.
La posterior marcha de Cristiano a la Juventus no provocó en el club una reacción compradora. Otra vez en solitario, el presidente se mantuvo firme en su postura de dejar las cosas como estaban ante lo que podía ser una oportunidad de crecimiento para futbolistas como Bale, Asensio o Benzema.
Cuando Julen Lopetegui se apresuró a estampar su firma para coger el relevo, el 12 de junio, se hizo cargo de un gigante que se tambaleaba. Los fichajes de Courtois y Odriozola vinieron a apuntalar dos de los puestos que menos refuerzo necesitaban. Tres meses después, el entrenador se muestra cada día más pálido y crispado. Lopetegui es el primer técnico del Madrid desde Hiddink, en 1998, que pierde tres de los primeros 10 partidos que dirige. En Moscú le preguntaron una y otra vez cuál era el camino para salir de la crisis. Sus respuestas sonaron invariablemente huecas. “La línea a seguir es afrontar cada partido intentándolos ganar”, dijo.
El hombre ya se sabe al frente de un grupo de futbolistas más o menos amortizados, entre irregulares y crepusculares, y, para colmo, sin los goles de Cristiano. Al igual que hacen la mayoría de los directivos del club desde julio, comienza a verlo todo oscuro.
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