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La ‘intocable’ (y reincidente) Serena Williams

Estados Unidos protege a la tenista, de casi 37 años y uno de los iconos de su patrimonio deportivo, que en 2009 y 2011 ya fue penalizada durante el torneo de Nueva York por amenazar a dos jueces en la pista

Alejandro Ciriza
Serena Williams, reflexiva, durante la ceremonia final después de caer derrotada ante Osaka en Nueva York.
Serena Williams, reflexiva, durante la ceremonia final después de caer derrotada ante Osaka en Nueva York.JASON SZENES (EFE)

Lo decía Spike Lee, mientras la veía jugar desde la grada de Nueva York estos días: desde hace mucho tiempo, Serena Williams dejó de ser solo una tenista. “Cuando le veo a ella estoy viendo a Michael Jordan, a Muhammad Ali, a Joe Namath, a Jim Brown… Son personas impresionantes”. Y ella, tocando ya con los dedos los 37 años, agradecía el elogio del cineasta: “No tengo palabras. Ali hizo muchísimo por el deporte y muchísimo por el mundo, por todos. Es lo que yo quiero hacer y como quiero que se me recuerde”.

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La tenista es, seguramente, una de las estrellas más comprometidas y que más se han significado en un entorno, el del deporte, donde es más sencillo vivir cómodamente en el escondite que exponerse públicamente. Sin embargo, Williams protagonizó el sábado una inexplicable secuencia de ofensas contra un árbitro, el portugués Carlos Ramos, cuyo único pecado fue únicamente aplicar el reglamento: detectó que recibía instrucciones de su técnico –“lo hice, pero lo hacemos todos, admitió este– y la sancionó, y cuando la tenista entró en combustión y le llamó “ladrón” y “mentiroso”, entre otras cosas, la penalizó con dos sanciones más por romper la raqueta y reincidir en las descalificaciones.

Después de caer derrotada en la final por la joven Naomi Osaka, lejos de rectificar su comportamiento la estadounidense se reafirmó ante los periodistas y condujo la polémica hacia un terreno pantanoso, introduciendo el sexismo y la causa particular que ella, imagen insigne de los derechos de los afroamericanos y tantas otras injusticias sociales, defiende siempre que puede. Hubo un estupor general, o cuando menos sorpresa por esas palabras que, sin embargo, tuvieron continuidad en boca de otra leyenda del tenis americano, Billie Jean King, ganadora de 12 grandes: “Cuando una mujer es emocional, ella es una ‘histérica’ y se le castiga por ello. Cuando un hombre hace lo mismo, él es ‘franco’ y no hay repercusiones. Gracias, Serena, por recordar este doble sentido”.

También la respaldó el que fuese número uno y campeón del US Open en 2003, su compatriota Andy Roddick: “¡El peor árbitro que he visto nunca, el peor!”, tuitéo; “antes del game penalty, ella estaba en disposición de ganar. No puedo estar más impresionado por ella”.

Medios y organismos oficiales

La defensa encontró igualmente recorrido en los medios estadounidenses. Por ejemplo, en el Washington Post, donde la periodista Sally Jenkins relataba: “El poder de Serena y Osaka queda ensombrecido por el poder de un árbitro. Carlos Ramos logró robar no a una, sino a dos jugadoras, en la final femenina. Lo que comenzó como una infracción menor, él lo convirtió en una de las controversias más desagradables y emotivas de la historia del tenis, solo porque no pudo soportar que una mujer le hablase con dureza. Williams rompió su raqueta, pero Ramos hizo algo más feo: abusó de su autoridad”.

Carlos Ramos no pudo soportar que una mujer le hablase con dureza Sally Jenkins, del 'Washington Post'

El apoyo continuó a través de la WTA, el organismo que rige el circuito femenino. “Enhorabuena a Osaka y Williams, porque jugaron un tenis soberbio en la final. Algunas cosas de las que sucedieron deberán ser revisadas. Naomi mereció la victoria y Serena jugó en todo momento con clase y nos enorgullece”, comunicó a través de una primera nota, protegiendo a su principal gancho mediático desde hace prácticamente 20 años. Porque Serena es, al fin y al cabo, su principal bastión. Con ella o sin ella, el tirón y, en consecuencia, patrocinios, ingresos por televisión y presupuestos son radicalmente diferentes. “La WTA cree que no debe haber diferencias en los estándares de tolerancia provistos a las emociones expresadas por los hombres frente a las mujeres”, defendió ayer en un segundo texto.

Y también se posicionó la Federación de Tenis Estadounidense (USTA), a través de un escrito de su máxima representante, Katrina Adams: “Lo que Serena hizo en el podio demuestra la clase y la deportividad de una campeona”. “Lo que Serena ha logrado este año en su regreso es increíble. Ella siempre trabaja para intentar mejorar y está dispuesta a aceptar nuevos desafíos. Para mí es una inspiración y da crédito a nuestro deporte, gane o pierda, porque sigue intentando ser la mejor. Sé que terminó frustrada, pero la forma en que dio ese paso adelante después de la final y elogió a Naomi dice mucho de quién es”.

“Eres fea por dentro, estás llena de odio...”

Es decir, ninguna censura ni reproche. Todos ellos se olvidaron, tal vez, de recordar que no era la primera vez que su figura, ya uno de los grandes símbolos históricos del deporte estadounidense, se comportaba así. En las semifinales de 2009, también en Nueva York, la juez de línea le señaló a Williams una falta de pie cuando se disponía a sacar frente a la belga Kim Clijsters. La norteamericana se dirigió a ella de malos modos y amenazándole con lo siguiente: “Voy a hacerte tragar la puta bola, te voy a matar…”. Entonces, la juez del partido, Louise Engzell, la penalizó con un punto –con 6-5 y 15-30 adverso en el segundo set–, y perdió.

Lo que hizo en el podio demuestra la clase de una campeona KATRINA ADAMS, DE LA USTA

“¡Nunca diría que voy a matarte! ¿Vas en serio?”, se defendió mientras el responsable arbitral del torneo –Brian Earley, el mismo que tuvo que intervenir durante el show del sábado– y la juez de ese choque dialogaban para tomar una decisión definitiva. El castigo se basó en la “conducta antideportiva” de Serena.

La sueca Engzell era una mujer.

Después, en 2011, protagonizó otro incidente sonado sobre la pista durante la final contra la australiana Samantha Stosur. Había perdido la primera manga y en la segunda, 30-40 en contra, gritó un audible “come on!” mientras su saque se dirigía todavía a la adversaria. La juez de ese duelo, Eva Asderaki, aplicó la norma al entender que su propósito era despistar y le concedió el punto a Stosur. A partir de ahí la increpó y luego, en el primer descanso, le dedicó la siguiente frase: “Eres fea por dentro, estás llena de odio. Si te cruzas conmigo, mira hacia otro lado. ¡No me mires!”.

Asderaki, también, era una mujer.

MULTADA CON 14.600 EUROS

La organización del US Open impuso una multa de 17.000 dólares (14.691 euros) a Serena Williams por su comportamiento durante la final del torneo. En concreto, 10.000 dólares (8.643 euros) corresponden al "abuso verbal", otros 4.000 (3.457) por haber recibido señas desde su banquillo (coaching) y 3.000 más (2.592) por romper su raqueta, lo que el código denomina racquet abuse.

La cantidad se descontará del premio que Williams —de 36 años y ganadora de 23 trofeos del Grand Slam— logró el sábado como subcampeona del US Open, un total de 1,85 millones de dólares (1,6 de euros). Osaka ganó por 6-2 y 6-4.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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