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Un Croacia-Francia de otro planeta

Las selecciones de waterpolo femenino de ambos países se aíslan en el agua de cualquier noticia sobre el duelo del Mundial de fútbol con el que se solapó

Robert Álvarez
Presentación de las jugadoras croatas en la Picornell.
Presentación de las jugadoras croatas en la Picornell.LEN

Fútbol es fútbol dijo Vujadin Boskov. Y waterpolo es waterpolo, dijeron Florian Bruzzo y Dragan Matutinovic el día en que los duelos entre ambas selecciones coincidieron casi en horario en el Mundial de Moscú, los unos, y en los Europeos de Barcelona, las otras.

A las cinco de la tarde, mientras Croacia y Francia empezaban a disputarse el balón por la supremacía mundial en el estadio Luzhniki de Moscú, Croacia y Francia, en waterpolo y en categoría femenina, iniciaban los ejercicios de calentamiento en la piscina anexa de la Bernat Picornell de Barcelona. Como si estuvieran en otro planeta, ajenas al universo que gravita en torno al Mundial de fútbol, francesas y croatas, con media piscina para cada selección, se aplicaban en sus rutinas previas al partido que las enfrentó a partir de las seis y media de la tarde. Ejercicios en seco, ida y vuelta de lado a lado de la piscina, pases de balón a mano alzada, disparos, estiramientos… Ni siquiera los entrenadores estaban pendientes de cuanto sucedía en Moscú. “¿Qué no me gusta el fútbol?” Florian Bruzzo, el seleccionador francés de waterpolo echa mano de su móvil y te enseña un fondo de pantalla con la alineación del Paris Saint Germain de los noventa con tres de sus grandes estrellas Raí, Weah y Ginola.

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“Pero llevamos preparando el campeonato desde el 30 de mayo, así que les he dicho a todas las componentes del equipo que nos olvidáramos del Mundial de fútbol. Claro que muchas de ellas lo siguen, pero el horario es el que es y nada podía distraernos de nuestro objetivo que era el de ganar a Croacia”. Bruzzo explica que el objetivo de Francia es clasificarse para los próximos Campeonatos del Mundo. Para ello debe concluir entre las seis primeras del Europeo.

Si el Mundial de fútbol no existía para las jugadoras que dirige Bruzzo, para las que de Dragan Matutinovic, todavía menos. El seleccionador croata es bien conocido en España. Es el sargento de hierro, el hombre que dirigió a la selección española que ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, pero que perdió la dramática final contra Italia. Sus jugadores le aborrecían por el trabajo estajanovista al que les obligó y la serie de reglas e imposiciones que implantó. Pero Matutinovic es un acérrimo seguidor de fútbol. Presionó a la organización de los Europeos de waterpolo para que cambiara el horario del partido de waterpolo para poder ver la primera final de Croacia en la historia del Mundial de fútbol. Sus demandas no tuvieron éxito.

Quienes estuvieron pendientes de la final y la vieron a través del ordenador conectado a la wifi de la sala de prensa fueron los dos enviados especiales de la prensa croata, uno de ellos, ataviado, con la vistosa camiseta ajedrezada rojiblanca. “El waterpolo femenino no tiene nivel ni tradición. Solo hay seis clubes en la liga croata y de ellos solo dos alcanzan un nivel alto”, explica uno de los periodistas de Radio Zagreb mientras sigue el partido de Moscú con pocas expectativas, cuando el resultado ya es 4-2 a favor de Francia y en la piscina Picronell las franceses empiezan a cumplir los pronósticos y se adelantan por 3-1. En cambio, el equipo masculino croata es de los que aspira al oro. Lo acredita su condición de campeón mundial y medalla de plata en los Juegos de Río.

En la grada de la Picornell, ocho aficionados franceses. Uno de ellos llevaba la voz cantante. Es el novio de Estelle Millot, la capitana del equipo, que se desplazó desde Niza . “Entre que no hay mucha afición y que estaba la final del Mundial… Pero ha valido la pena”, explica, ronco, después de haberse desgañitado en apoyo de su selección. Francia, como en el fútbol, triunfó (17-6), aunque en Barcelona no se jugaba una final, solo la segunda jornada de la fase de grupos. Y solo lo presenciaron unas decenas de espectadores. Aun así, fue un partido muy especial.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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