Messi se agiganta ante el Girona
Alrededor del argentino, el Barcelona recupera su mejor versión y golea a un rival muy alegre y valiente que se adelantó en el marcador con un tanto de Portu
El barcelonismo se abraza entusiasmado al Girona. Hay en el Camp Nou un boato interesado y también una merecida pleitesía hacia los nobles muchachos de Machín. Muy pocas veces habían tenido los azulgrana un compañero de viaje tan agradecido en la Liga: ha restado puntos al Madrid y al Atlético, le ha quitado protagonismo mediático y social al Espanyol y ha perdido sin discusión los dos partidos con el Barça. El protagonismo en Montilivi recayó en la marca al hombre de Maffeo a Messi. Liberado en el Camp Nou, la figura fue solamente Messi.
El recital del 10 fue memorable porque se le suponía mustio, fatigado y puede que apenado por la muerte de su abuelo materno, el marido de Doña Celia. Ni el gol de Stamford Bridge acabó con algunas murmuraciones sobre la forma de Messi y la necesidad de que se tomara un descanso ante el Girona y puede que en Las Palmas. No conviene dudar y menos sospechar del genio de Rosario. El argentino se desató con una actuación sublime, mitad Xavi y mitad Maradona, protagonista de un partido jugado a pecho descubierto por el Girona y el Barça.
Tanta fue la omnipresencia de Messi que apenas se reparó en la dificultad de Coutinho para calzar como interior y destacar en cambio como delantero y, por otra parte, observar también la habilidad de Dembéle para desmarcarse y centrar y por el contrario en su facilidad para equivocarse en el tiro y en la última decisión, demasiado pendiente de los movimientos del 10. La alegre alineación de Valverde y la valentía de Machín invitaban a atacar y Messi fue incontenible para las espaldas del trío de centrales del Girona después que el partido comenzara alrededor de Busquets.
El mediocentro se equivocó después de que su equipo se estirara y acelerara mucho y bien por el centro y por los dos costados, y propició una contra del Girona que remató Portu, goleador ante los tres grandes, rematador extraordinario, más listo y pillo que el calmo y confiado Umtiti. El volante se corrigió acto seguido con un toque vertical y profundo para Messi, preciso en su apertura profunda para el infalible Luis Suárez. Busquets siempre fue una solución y nunca un problema para el Barça del extraordinario Messi.
El Girona no dio tregua al Barcelona y Messi descuartizó al valiente equipo de Machín. Iba y venía la pelota de área a área a un ritmo vertiginoso, sin pausa, los dos equipos abiertos y desafiantes, imposible descansar en el reivindicativo Camp Nou, repleto de banderas amarillas, reiterativo en los cánticos de libertad, hermanadas las dos aficiones, especialmente festiva la del Girona. Apretaba arriba, llegaba bien y acababa siempre la jugada el plantel de Machín mientras el de Valverde atacaba los espacios y con las veloces transiciones de Messi.
Asistente de Luis Suárez en el 1-1, el 10 marcó el 2-1 después de una jugada prodigiosa: habilitado por el 9, el rosarino se fue directo al poste izquierdo de Bono y, en lugar de chutar, se giró, se sacó a sus dos marcadores de encima, se recreó mientras se alejaba del marco para darse después media vuelta y rematar con la zurda a la red del Girona. Un poco más tarde metió de falta el 3-1. Al estilo Rivaldo, Messi disparó raso al tiempo que se levantaba la barrera y el balón se coló por debajo de las piernas rojiblancas para sorpresa del guardameta Bono.
Protagonismo de los nuevos
El cuarto gol fue muy hermoso. Atravesó Messi el campo con velocidad y precisión para asistir a Coutinho y el toque del brasileño lo embocó Suárez. Pero ya nada fue igual a la vuelta del descanso. Messi permitió que el foco se pusiera sobre los fichajes: marcó Coutinho, reiterativo en su tiro de rosca; y Dembélé asistió a Suárez para que completara su triplete mientras se lesionaba Semedo y Alba se ganaba una tarjeta para poder descansar en Las Palmas. El árbitro, en cambio, se negó a amonestar a Suárez pese a que el uruguayo buscó de mil maneras la amarilla para recibir limpio al Atlético. El espectáculo fue ridículo y reprobable, una mancha en un partido muy bonito y divertido por la ambición del Girona y por el talento de los cuatro magníficos del Barça: Suárez, Dembele, Coutinho y el gigante Messi.
Volvió la mejor versión del 10 después de invernar un tiempo y el Barça recuperó la luz, habilitado por el amable Girona, un amigo para el líder invicto de la Liga.
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