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Piqué silencia al mejor Espanyol

Un gol de cabeza del central del Barça iguala el tanto de Gerard Moreno en un derbi muy caliente

FOTO: Piqué celebra el tanto del 1-1 en el derbi. / VÍDEO: Declaraciones de Piqué tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: Manu Fernández (AP) / ATLAS
Ramon Besa

El derbi empezó y acabó con Piqué. Necesitó el Barça de la condición de culer de su central para neutralizar al Espanyol. Jugaron sin más los azulgrana, desatentos y fatigados, sin reparar en el contencioso ciudadano, como si fuera una jornada más de Liga, reducidos futbolísticamente por el plan de Quique Sánchez Flores. El partido no tenía solución para los azulgrana cuando apareció Piqué y cabeceó una falta lateral botada por Messi. El zaguero mandó callar a la hinchada y ardió el RCDE Stadium.

A nadie le amargaba más la derrota que a Piqué desde que marcó Gerard Moreno y la grada pasó a insultar a la familia del zaguero del Barça. La determinación del defensa resultó decisiva para que el Barça mantenga la condición de invicto en la Liga. Los mejores equipos necesitan a veces recurrir a la vía pasional para resolver los encuentros irremediables como el que disputaba el Barcelona en un día desagradable por la lluvia y el viento en casa del Espanyol.

A nadie del Barça parecía interesarle el derbi salvo a Piqué, que celebró el 1-1 con orgullo y rabia, desafiante con la afición, insistente en pedir silencio, siempre provocador al entender del club blanquiazul, defendido en la cancha por su símbolo Gerard Moreno. El excelente delantero reprendió el proceder de Piqué con una entrada sin sentido y por un momento el derbi fue un derbi en mayúsculas, también en Cornellà, como afirma Piqué.

El Espanyol fue el Espanyol, especialmente reconocible en su feudo, consecuente con la liturgia de la previa, que anunciaba un equipo valiente, dispuesto a hacerse visible después de sentirse pisoteado en sus duelos con el Barça. Los blanquiazules se afirmaron desde la alineación con Leo Baptistão como segundo delantero y el delicado Jurado en calidad de centrocampista, mientras David López regresaba al puesto de central con Naldo.

Y Valverde fue igualmente fiel a su anuncio de que refrescaría la formación, más por los muchos partidos disputados que por los venideros, aunque el jueves aguarde el Valencia en la Copa. El técnico relativizó el derbi: no jugaban los laterales titulares, tampoco el omnipresente Rakitic ni sorprendentemente Messi, quien estrenó su condición de suplente en la Liga después de no jugar de salida en la Champions ni en Turín ni en Lisboa.

Las rotaciones de Valverde dejaron el partido a pies de Coutinho mientras la apuesta de Sánchez Flores señalaba a Leo Baptistão: el azulgrana expresó el dominio de su equipo, superior en el control de juego y gobierno del encuentro, con un disparo desde la frontal del área que repelió el larguero —el número 32 durante la temporada del Barça— y el blanquiazul desequilibraba por los dos costados, mal defendidos por Semedo y Digne.

Muy exigido Busquets y sus centrales, el Barça no encontraba situaciones de superioridad ni profundidad en cancha del Espanyol. Y Leo Baptistão llegaba muy solo al campo azulgrana porque sus volantes y laterales eran igualmente requeridos por la posición de los atacantes del Barcelona. Las ocasiones fueron muy escasas y tampoco se contaron jugadas interesantes cuando se alcanzó el descanso en medio de un notable aguacero en el RCDE Stadium.

Aunque el campo se ponía cada vez más imposible, el choque se reanudó con una jugada de bricolaje del Espanyol que acabó con un gol de Gerard Moreno. El árbitro anuló la jugada porque el balón había rebasado la línea de fondo cuando centró Leo Baptistão. La confianza y pasividad azulgrana contrastaron con el acierto del juez de línea de Gil Manzano. No intervenía Coutinho y al Espanyol le alcanzaba con tapar la línea de pase a Iniesta.

El contexto invitaba a discutir sobre si se impondría el plan de Sánchez Flores, como pasó en la Copa con el gol de Melendo, o se impondría la rutina azulgrana en la Liga. No hay equipo que madure mejor los partidos que el Barça. Las segundas partes acostumbran a ser del equipo azulgrana, ya reforzado con Sergi Roberto y Messi. La respuesta del técnico blanquiazul fue igualmente atrevida al poner a Sergio García por Jurado.

Y la contienda giró a favor del Espanyol. Tonteó el Barça y se aplicaron los muchachos de Sánchez Flores, más intensos, revitalizados por la hinchada de Cornellà-El Prat. Ter Stegen sacó mal de portería, Digne se quitó de la disputa del cuero ganado por Leo Baptistão, quien tocó para Sergio García y el centro del punta desde la derecha lo remató con la testa Gerard Moreno. El cuero dobló la mano del meta y el Espanyol se adelantó 1-0.

Nadie, ni siquiera el reincorporado Jordi Alba, parecía poder cambiar el partido para el Barça. Tampoco Messi. Hasta que apareció Piqué y dobló la mano de Diego López. El central se puso el dedo en la boca repetidamente mientras miraba a los aficionados del fondo del estadio y se armó una bronca de mucho cuidado en el RCDE Stadium. El contencioso se alargó un rato con una entrada a destiempo de Moreno a Piqué y no acabó hasta que los jugadores abandonaron el campo del Espanyol.

Al Espanyol le escoció el resultado porque jugó un muy buen partido: estuvo serio y concentrado, fue solidario, no hizo concesiones y solo se venció a balón parado; ha sido un especialista en disputar el derbi en Cornellà-El Prat. Y el Barça se dio por satisfecho porque temió más que nunca una derrota después de totalizar la cifra récord de 22 partidos invicto en la Liga. A falta de sentido colectivo, suerte tuvo de Piqué, protagonista de principio a fin, en la cancha, en la grada, en la sala de prensa del RCDE Stadium y del Camp Nou.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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