El último gallo
Con el fichaje de Joseba Etxeberria comenzó la ‘guerra fría’ entre Real y Athletic
Con 17 años era el benjamín de la expedición. Andoni Goikoetxea se lo llevó al Mundial sub-20 de Qatar. El titular iba a ser Fernando Morientes, un año mayor que él y con 20 partidos en primera con el Albacete. El cacereño se lesionó en el partido de debut y llegó su oportunidad. La aprovechó. Joseba Etxeberria fue Bota de Oro del torneo con siete dianas. Era la gran perla de una Real Sociedad que tenía en ataque a uno de los mejores delanteros en color que jamás tuvo: Meho Kodro. Consciente del inesperado éxito del joven, el presidente Luis Uranga se apresuró a la mejora exponencial de una ficha de juvenil que iba en progresión desde las 150.000 pesetas que percibió aquella temporada. Recibió un no. El Athletic Club de José María Arrate se lo había llevado por la mano. Se pagó la cláusula de 550 millones de pesetas y fue el traspaso más alto jamás pagado en la Liga por un jugador nacional.
La Real Sociedad rompía relaciones con el Athletic Club, comenzaba la guerra fría. El capítulo más trascendente del trasvase de la A-8. Esa autovía que va desde Irún hasta Baamonde en Galicia y que enlaza San Sebastián con Bilbao. Esa carretera que pasa por encima de Azitain, un barrio de Eibar donde los jugadores de ambos bandos, y campeones en los ochenta, quedaban para meterse un buen cordero entre pecho y espalda. En realidad siempre se dio un buen ambiente entre los futbolistas vascos, de los de ayer y de los de hoy.
El fichaje de Íñigo Martínez, vizcaíno de Ondarroa como Kepa Arrizabalaga, hurga en esa herida, que ni por asomo será tan profunda.
Etxeberria tuvo un doble mérito en su primer año en San Mamés. Capeó dos líos, las críticas desde Gipuzkoa y a su entrenador. Dragoslav Stepanovich estuvo muy cerca de mandar al Athletic Club a Segunda. Lo nunca visto. El día que Arrate lo echó, el serbio abandonó Ibaigane en coche, fumando un puro y escuchando a Julio Iglesias. Amorrortu lo salvó. Llegó Luis Fernández, lo puso en la derecha y acertó de pleno. El viejo San Mamés vibraba cada vez que el gipuzkoano cogía el balón, esperaba al lateral y lo quebraba. Un gallo, así le llamaban. En sus buenos años era un filón. Uno de los últimos retadores, de los extremos de siempre que ya no hay, una especie en extinción cuya bandera sujeta el bético Joaquín.
Etxebe aún es el tercer león con más partidos, por detrás de Iribar y Txetxu Rojo. Le faltó un título, el mismo que persiguió su gran socio en el campo, Julen Guerrero. Perdió su última opción en la final de Copa de 2009 en Mestalla ante el Barcelona. Lo lamentó en el campo y con lágrimas: para entonces ya no era titular en el equipo. Más de 500 partidos, 105 goles.
Hoy es entrenador en el Amorebieta de la Segunda División B, después de trabajar en Lezama. Sueña con entrenar al Athletic.
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