Las claves del derrumbe del Real Madrid
Tras solo 17 partidos el actual campeón se ha despedido del título y ha pasado de ser un equipo llamado a marcar una época a mostrarse vulnerable, carente de gol e incapaz de revertir la situación
18 jornadas del campeonato liguero y el Real Madrid, actual campeón, ya ha dicho casi adiós al título. Cuarto en la clasificación, con 19 puntos perdidos, solo dos menos que la temporada pasada en todo el año, a 16 del líder, el Barcelona, aunque con un partido menos, repetir corona podría catalogarse como un imposible para los blancos. Una proeza, ya que nadie en la historia de la liga ha conseguido una remontada de dicho calibre. Solo Europa, donde el equipo de Zidane ha impuesto su ley con dos títulos consecutivos para la historia, se antoja como consuelo. Pero el panorama tampoco augura un camino halagüeño. Segundo en la fase de grupos, superado por el Tottenham, quinto de la Premier, el azar le ha cruzado con el Paris Saint-Germain, el equipo de Neymar y Mbappé, el rival más temible del continente junto al Manchester City de Guardiola. Al margen de los grandes torneos, ni las primeras rondas de la Copa le han servido como vía de escape.
Zidane, incapaz de dar con la tecla
El empate frente al Valencia en la segunda jornada de Liga abrió el declive en Chamartín. La inercia ganadora de los de Zidane desapareció tras la conquista de las dos Supercopas y la victoria en Riazor en el debut en liga. Desde entonces, el técnico se ha mostrado incapaz de ponerle freno al derrumbe deportivo del equipo. Sobresaliente a la hora de desempeñar el papel de gestor durante su primer año y medio en el banquillo, ha fracasado cuando le tocaba revisar la estrategia y enseñar su lado de entrenador más puro. Lejos de estrujarse en encontrar alternativas en la pizarra, el francés ha optado por afrontar la crisis sin tocar casi nada. Ni siquiera a Benzema, señalado por la afición y por unas cifras y un nivel paupérrimo.
El equipo, desdibujado y plano, no da muestras de ningún automatismo ni patrón en su juego, del que se ha esfumado la mordiente ofensiva y la brillantez que alcanzó a partir del toque en los últimos meses de la temporada pasada. Su discutible lectura de los partidos, la gestión de los cambios y el planteamiento en clásico, con Isco, el jugador llamado a liderar el futuro del equipo, en el banquillo los 90 minutos y Kovacic, su baza para parar a Messi, naufragando, han elevado aún más el ruido en torno a sus capacidades. "Tengo que detectar el problema porque soy el responsable", dijo ayer Zidane.
Ataque estéril
En los primeros días de crisis, todos los análisis realizados en Chamartín apuntaban únicamente al gol y a la fortuna. El Madrid, un equipo que se había mostrado demoledor con Cristiano como filón, se quedó seco. Falta de acierto, mal momento de los atacantes, ausencia de un goleador... sea como sea, la realidad es que a estas alturas el equipo registra 14 goles menos en liga que la temporada pasada (32 por 46) y está a 16 tantos del Barcelona.
A estas alturas, el Madrid suma 14 goles menos que la temporada pasada y está a 16 del Barça.
El Madrid es el equipo menos efectivo del campeonato. Sus delanteros, los menos precisos. Cristiano tan solo suma cuatro goles, ocho menos que el año pasado; Bale acumula el mismo botín y Benzema tan solo ha firmado dos tantos. Entre los tres suman menos goles que Messi (16) y Suárez (11) de manera individual. Tan preocupante es la falta de gol que al salir de Vigo era la primera vez en la historia del club que ningún jugador de la plantilla había anotado más de cuatro goles en los primeros 17 partidos.
Vulnerable ante cualquiera
Si bien es cierto que el equipo de Zidane no se destapó como un equipo brillante de forma continua el curso pasado, sí que lo hizo como un plantel capaz de resolver con un amplio abanico de estilos: dominando, a la contra, a base de centros laterales, de la estrategia o de un arrebato de fe en los últimos minutos. Todas estas variantes parecen haber desaparecido de su catálogo. No se impone en el juego y le cuesta un mundo cerrar los partidos. A excepción del Deportivo en la primera jornada (0-3), del Sevilla (5-0) en la decimoquinta y de los dos duelos europeos frente al APOEL (3-0 y 0-6), cualquier rival le ha mirado de tú a tú. Todos han tenido oportunidad de meterle mano. Del Barcelona al Fuenlabrada.
Es este un Madrid intermitente, de continuas desconexiones, que da muestras de haber perdido solidez y equilibro y al que solo el hecho de superar su primera línea de presión y encadenar cinco pases le puede generar una ocasión de gol.
Los laterales ya no suman; ahora restan
El equipo se ha quedado sin las bandas, una de sus armas más efectivas de la temporada pasada. Parte del éxito de Zidane desde su llegada había residido en la producción de Carvajal y Marcelo. Son dos elementos clave en este equipo. En una formación sin extremos y con escasos jugadores capaces de desequilibrar, los laterales, especialmente el brasileño, el jugador con mayor desborde en el once junto a Isco, ejercían un papel protagonista en el ataque. Eran capaces de sorprender y romper líneas y de ejercer el papel de agitadores en los momentos de bloqueo. Pero esta temporada apenas hay rastro de ellos. En el plano ofensivo su incidencia es testimonial: solo un gol y una asistencia, cuatro menos que el año pasado.
Su bajón no solo afecta al ataque. La parcela defensiva también se está viendo afectada por el bajo estado de forma de ambos, sobre todo de Marcelo. El tono físico del brasileño es alarmante. Un habitual en cada acción en campo contrario, se muestra sin fuelle para regresar, dejando una autopista a su espalda. Ocurrió, por ejemplo, en el primer gol del Barcelona en el Bernabéu y ayer en Balaídos, donde fue uno de los grandes señalados.
La segunda unidad no responde
Otro elemento capital para la conquista del título de la temporada pasada fue sin duda el denominado Madrid B, un once suplente cargado de primeras espadas que lideraban Isco, Asensio, James y Morata. En ellos se apoyó Zidane especialmente en el último tramo del campeonato y la respuesta fue el trofeo. Este año, el técnico mira al banquillo y apenas encuentra un revulsivo de garantías. Los suplentes ofensivos del equipo han aportado ocho goles y cuatro asistencias en liga, cifras que prácticamente firmaron el curso pasado entre James y Morata (seis goles y seis asistencias).
Morata y James registraban seis tantos y seis asistencias; entre todos los suplentes de ataque acumulan este año ocho dianas y cuatro pases de gol.
Sin ellos, Pepe ni Danilo, la apuesta por la cantera y el talento joven del club no entra de momento en los planes de Zidane. El francés no ha dado carrete a Mayoral pese a su efectividad y parece no confiar en Ceballos, Vallejo y Llorente, tres jugadores con un papel residual en la plantilla. Además, Lucas está lejos de aquel dinamizador de su primera temporada, Theo todavía no ha dado muestras de aquel lateral explosivo que destacó en el Alavés y Achraf evidencia su juventud e inexperiencia en la élite.
Las jugadas aéreas ya no son una baza
Cuando más feas se le ponían las cosas al Madrid, la solución a la que recurría el equipo no era otra que una de las fórmulas más primarias del fútbol: centro lateral y remate. En acción o a balón parado, fue un elemento decisivo para que resultase campeón. En todo el año firmó 40 goles de cabeza y en estas fechas de campeonato contaba ya los 16 por los seis de este curso. La amenaza en las jugadas de estrategia también ha disminuido. Un equipo que gobernaba el aire como nadie, con Sergio Ramos como máximo exponente, acostumbra ahora a descartar los envíos directos al área para botar los córners en corto. Pese a eso, siete son los goles que han surgido a partir de un saque de esquina o un lanzamiento de falta.
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