Zidane, un título cada 89 días
Para no haber inventado el fútbol no le va mal al entrenador del Madrid, que ya ha ganado ocho trofeos
Lo que tiene no haber inventado el fútbol es que te permite sonreír, transmitir una tranquilidad que casa muy mal con un deporte en el que, como entrenador, te enfrentas no ya al juicio de la afición, respetable casi siempre, sino al de una legión de analistas, pensadores, eruditos y sacerdotes del buen hacer que se arrogan el derecho de decirle a uno de los mejores futbolistas que jamás existió cómo se juega al fútbol. Hace unas semanas Zidane, que de él hablamos, era un zoquete, un palurdo que, parapetado tras una brillante y perpetua sonrisa, no sabía lo que tenía entre manos, plegado a las exigencias del poder y más cándido que la abeja Maya. Ese era Zidane, sí, un indocumentado que no paraba de ganar títulos porque algunos, en el trasero, tienen lo que tienen y él en cambio tiene un jardín. Y los primeros triunfaban gracias a sus revolucionarios conocimientos mientras él lo hacía gracias a la botánica.
Para no haber inventado el fútbol no le va mal a Zidane. Que el sábado, en ese mal llamado Mundial de clubes, logró el octavo título de su carrera como entrenador. Es este un torneo en el que el triunfo para el campeón de Europa es, precisamente, ser campeón de Europa, y el fracaso irse de él sin el trofeo. Un campeonato inventado por la FIFA en su mejor época de putrefacción. La FIFA, conviene aclararlo, es ese organismo corrupto de la F a la A que anda muy preocupado porque un Gobierno intervenga en las tropelías de una federación, la española en este caso, que depende precisamente de ese Gobierno, que además le da unos buenos dinerillos. Pero esa es otra historia. Estábamos con Zidane, el Madrid y su triunfo en el Mundialito recién finalizado. De la semifinal ante el minúsculo Al Jazira poco o nada queda por reseñar. El Madrid pudo marcar 20 goles en la primera parte y acabó contagiado de la pobreza del rival, hasta el punto de que tuvo que aparecer Bale para deshacer el entuerto. Que es lo que suele hacer Bale cuando no está lesionado: inventar jugadas que están lejos del alcance del resto de los seres humanos y deshacer entuertos. Y respecto a la final ante el Gremio, todo se resume en un nombre y un apellido: Luka Modric, que demostró, por si falta hacía, que es el mejor centrocampista del planeta, dicho esto desde la más absoluta subjetividad. Tanto es así que el premio al mejor jugador del torneo no fue para el goleador de turno, en este caso (como en todos), Cristiano, sino para el futbolista más grande que allí se personó, croata él. Pero esa también es otra historia.
Zidane gana con el Madrid un título cada 89 días. El dato es mareante. No le ha hecho falta al francés inventar el fútbol para firmar unos registros que la historia no contemplaba. Todo empezó en enero de 2016, todavía no hace ni dos años, cuando relevó en el banquillo a un Benítez al que se le caía encima el Bernabéu ladrillo a ladrillo. Desde entonces, el Madrid de Zidane solo ha dejado de ganar dos torneos de los 10 que ha disputado: la Liga de aquel curso, en la que cogió al equipo a cinco puntos del Barça y luchó por el título hasta el último minuto, y la Copa pasada, eliminado por el Celta. Todos los demás trofeos ya están en el museo del club. A saber: dos Champions, dos Supercopas de Europa, una de España, dos Mundialitos y la última Liga. Ocho títulos en poco más de 23 meses. Y eso sin inventar el fútbol. Y sonriendo. Y con el respeto máximo de la plantilla. Y sin inmutarse cuando día a día, hora a hora, minuto a minuto, escucha los consejos de un ejército de sabios que reparten certificados de inventor del fútbol y que le critican a él como podían criticar la ley de la gravedad, que siempre gana.
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