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El Valencia es fuego, el Barcelona agua bendita en Mestalla

El Barça iguala con un gol de Alba un espléndido duelo presidido por la intensidad de un Valencia espoleado por la diana de Rodrigo y un error arbitral

Alba, autor del tanto para el Barça, pelea por el balón con Paulista. En vídeo, reacciones al gol no concedido a Messi.Vídeo: DAVID RAMOS (GETTY IMAGES) / ATLAS
Ramon Besa
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El Valencia es fuego; el Barça, agua. Agua bendita cuando interviene Messi, incluso cuando el árbitro no le concede un gol que era gol como sucedió en Mestalla. El factor campo tuvo un peso decisivo en el segundo empate azulgrana en la Liga después del concedido en la cancha del Atlético. Aturdido por un muy buen Barcelona, el Valencia se encendió tras repostar en el descanso, correspondiente el equipo con el ánimo de su hinchada, vitalista y enfebrecida, más coral que nunca al grito de “Amunt Valencia”. Hay que saber sobrevivir para competir con el Barça, irreductible incluso en la adversidad, también en Mestalla.

La mano del entrenador se nota cada vez más en los partidos del Barça. No alcanza con mirar la alineación sino que se impone atender al encuentro para advertir las consignas que tienen los futbolistas, los matices tácticos preparados en los entrenamientos, los detalles que son importantes, asuntos capitales en noches exigentes como la de Mestalla. El Barça fue un equipo serio, riguroso, equilibrado, solidario, más jugón y también menos contundente que el Valencia. No tuvo la finura ni la agresividad expresada por los valencianistas en el gol de Rodrigo. Un rayo tronó después del chirimiri azulgrana hasta que reapareció Messi.

El Valencia fue más espectador que protagonista hasta el 1-0. Nadie se enteró de que jugaba el inédito Vermaelen y no el sancionado Piqué y Paulinho calzó estupendamente en la formación rematada por Messi, fresco por la suplencia en Turín, feliz con su Bota de oro, recién renovado por Bartomeu. Al entrenador azulgrana le preocupaba el contragolpe del Valencia. Había que limitar las pérdidas, acabar las jugadas y asegurar el repliegue, compactar al equipo, razón de más para apostar por un marcado 4-4-2 con Paulinho y Messi de medias puntas por detrás de Luis Suárez. Y el plan redujo al Valencia.

Los azulgrana tomaron la pelota nada más salir a la cancha y se pusieron a tocar pacientemente mientras rugía Mestalla. A las largas posesiones del Barça, respondía con selectivos latigazos el Valencia. Tocaban los azulgrana en busca del pase interior de Iniesta y de Messi o del disparo de Paulinho y Rakitic y se estiraban rápido de vez en cuando Zaza y Rodrigo. A los barcelonistas, excelentes en el control, les faltaba profundidad y precisión y a los muchachos de Marcelino les sobraba excitación, envalentonados por la hinchada y al mismo tiempo reducidos pora la defensa rápida, fuerte y adelantada del Barcelona.

Los chicos de Valverde visualizaron estupendamente el partido, pensaban bien, presionaban y cortaban mejor y en cambio ejecutaban mal las jugadas, excesivamente alejado Messi del área de Neto. Una vez reducido el Valencia, al equipo azulgrana solo le faltaba contundencia, un remate o un disparo, incluso un susto en el área de Neto, para coronar su dominio del encuentro, especialmente de su cancha, gobernada por el fútbol de Umtiti, un cacique con pie de seda, símbolo de los nuevos tiempos que corren por el Barça. El partido no rompía como anunciaba la jerarquía azulgrana hasta que se presentó Messi.

El 10 enganchó un tiro seco que se coló por entre las piernas de Neto. La pelota se escurrió por las manos del meta y solo el asistente y el colegiado no vieron gol en Mestalla. La hinchada se puso a jalear a su equipo para que el juego no se detuviera y el Valencia no paró hasta que Zaza disparó a la izquierda de Ter Stegen mientras los azulgrana se quejaban sin parar al asistente de Iglesias Villanueva. No hacía falta ni siquiera el VAR para certificar que el cuero botó dentro de la portería del Valencia. El error arbitral no paró la ofensiva azulgrana que siguió con una gran parada de Neto a remate de Luis Suárez.

La pelota y el partido eran del Barça. Mestalla, sin embargo, aupaba al Valencia. Al equipo de Marcelino le llegaba el aire de la grada, siempre intimidadora, feliz con un equipo que ha despertado con Marcelino y Alemany. A partir de la intensidad y de la agresividad, el Valencia equilibró la contienda tras el descanso y obligó al Barça a extremar las precauciones alrededor de Ter Stegen. Los locales y los forasteros estiraban tanto que el encuentro se rompió para suerte del Valencia.

No perdonó en cuanto se desajustó la defensa del Barça. No cerraron bien la banda Semedo y Rakitic ante la profundidad de Guedes y Gayà, después de una apertura de Parejo, y el centro del lateral acabó en la punta de la bota del incisivo Rodrigo. Aunque Luis Suárez nunca supo salir de la posición de fuera de juego, no desesperó el Barcelona. Aguantó y esperó a Messi. Y el 10, sustituido Iniesta, no paró hasta que conectó con Jordi Alba. Hay jugadas que son un seguro de vida, incluso en las circunstancias más adversas, ninguna como el pase de Messi para el desmarque y tiro cruzado sin parar del exlateral del Valencia.

Aunque hubo más llegadas en las áreas para subrayar que los Valencia-Barça son fuertes e intensos, ya no hubo más goles y el final respondió al guion: Marcelino sigue sin ganar al Barça, que lleva 10 años sin perder en Mestalla. A efectos futbolísticos, los azulgrana reforzaron su liderato a pesar de ceder dos puntos ante un equipo que llevaba la cifra récord de ocho victorias y ya encadena 19 partidos invicto cuando afrontan la parte más difícil del calendario: aguardan Villarreal, Madrid y Anoeta. Aunque ha perdido calidad y desequilibrio, el Barça ha ganado cordura, coraje y sentido de equipo con Valverde.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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