El Valencia golea al Leganés (3-0) y firma su séptima victoria consecutiva
Los de Marcelino refrendan su racha con goles de Parejo, Rodrigo y Santi Mina, de penalti
Séptima victoria consecutiva del Valencia en Liga. Algo inédito en la historia del club. Jamás el Valencia había sumado siete partidos seguidos ganando. Es el Valencia de Marcelino que rompe registros y presume de estadísticas, todas brillantes. Goleó, otra vez, el murciélago, al que se le caen los goles y suma ya 30. El bloque de Marcelino sufrió para derribar al Leganés, que trabajó bien, planteó muchas dificultades, enjauló a Parejo, sujetó a Soler, fue mejor en muchas fases del partido pero se llevó a casa, desconcertado, un 3-0.
El partido empezó con un Leganés bien posicionado que cerraba bien los espacios y enseñaba el orden que lo mantiene arriba en el campeonato. Un pequeño desajuste en banda izquierda lo aprovechó el Valencia para atacar con saña y hacer daño. El Valencia de este curso huele bien esos momentos en los que el rival se desordena y elige su movimiento con acierto. Un robo de Gayà y una pared rapidísima entre Guedes y Zaza provocó una falta en la frontal. Ideal para Parejo, que ayer volvía tras su sanción, y su excelente estado de forma. El capitán, despreciado por Lopetegui en las últimas tres listas, aprovechó que los jugadores de la barrera saltaban para enviar por debajo la pelota en dirección a la portería de Pichu Cuéllar. Era su revancha. Parejo reclama que tiene espacio en la selección. La decisión es de Julen que, de momento, dice no.
Celebró Parejo, festejó la grada y sonrió Marcelino que ayer, tras conocer la lista de convocados en la selección, se mostró en desacuerdo con la decisión de Lopetegui de prescindir de Parejo. “Respeto a Lopetegui pero la percepción que tengo es que Dani está para ir a la selección. Si un día lo lleva, lo llevará siempre. Para mí es un jugador top”. Probablemente el de Coslada atraviesa por el mejor momento de su trayectoria en el Valencia. De la mano de Marcelino recuerda e incluso supera el fútbol que exhibió en el Valencia de Valverde durante el segundo tramo de la temporada 2012-13.
La primera parte fue pepinera. El Lega fue mejor. Más firme, más ordenado y poniendo en aprietos a la defensa local donde Murillo ejercía de cacique y se multiplicaba para corregir la falta de contundencia de Garay y los agujeros de Montoya. El lateral catalán, que ya sufrió con Pedraza la semana pasada en Mendizorroza, fue exigido por Szymanowski, una pesadilla tanto para él como para Garay. Enjaulado Parejo y perseguido Soler por Diego Rico, el Valencia se ahogaba. Solo Gayà y Guedes alimentaban a Rodrigo y Zaza. Asier Garitano había trabajado bien el partido y el bloque del Lega se comió a un Valencia de rachas y cifras históricas. Su equipo tenía las llaves del partido. El Valencia acabó pidiendo el descanso y en pleno aluvión de llegadas pepineras, Beauvue envió arriba la mejor ocasión de la primera parte tras el único error de Murillo, muy seguro en todo momento.
El Valencia estaba encadenado por el Lega y no podía hacer lo que más le gusta: correr. Atrás, en cambio, tampoco recibía balas. El Leganés le había comido los espacios. Parejo necesitaba ayuda y llamó a Guedes para que bajara a recibir. Rodrigo empezó a bajar unos metros para ayudar también en la salida de balón y el Valencia empezó a activarse… y a acelerar. Guedes disparó un balón al palo tras recibir de Rodrigo y sentar a Zaldua en el recorte. El Valencia se desperezaba.
Szymanowski, mejor vigilado en el segundo acto, obligó a lucirse al gigantón Neto que desbarató la opción del empate para el Lega. El regalo para el argentino llegó de Murillo, que siendo el mejor defensa del encuentro, cometió dos errores gravísimos durante el partido. El Leganés se marchó a por el partido y el Valencia lo decapitó. La parada de Neto fue clave, otra vez y Marcelino hizo un movimiento ganador en ese momento. Retiró a Soler, que jugó un partido gris, y metió a Andreas Pereira, tipo frío pero talentoso. Y Pereira asistió a Rodrigo para el que el internacional marcara el 2-0 de cabeza. El tercero fue cosa de Santi Mina, que transformó un penalti que él mismo forzó. Cuatro goles para el gallego partiendo siempre desde el banquillo.
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