Dani Parejo: “Yo contra la presión ya estoy vacunado”
El mediocentro del Valencia, capitán del equipo revelación de la Liga, reflexiona sobre la restauración del equipo con Marcelino tras los años críticos del desembarco de Peter Lim
Daniel Parejo (Coslada, 1989) fue la perla de la cantera del Real Madrid. Pero en 2011 fichó por el Valencia y se sumergió en la crisis interminable de un club consumido por la deuda primero y por el caos institucional después. En pleno ciclo autodestructivo, un sector de la opinión pública le señaló como a un haragán y pronto se sumaron los adeptos del escarnio público sin que él dejara nunca de asumir la responsabilidad de conducir al equipo en el campo. La llegada de Marcelino García Toral al banquillo, este verano, transformó el horizonte. El entrenador le nombró capitán y a su alrededor se gesta el resurgimiento. Hace un año Mestalla le pitaba. Hoy es el punto de apoyo del equipo revelación de la Liga y el seleccionador español, Julen Lopetegui, no le quita ojo.
Pregunta. Ha jugado en todas las categorías de la selección menos en la absoluta, ¿por qué?
Respuesta. No lo sé. Yo sigo intentando aprender y ayudar. Ojalá pueda ir al Mundial. De pequeño nunca hubiese dicho que sería profesional, y lo soy. ¿Por qué no voy a jugar en la selección? Sería un sueño. Sería una forma de crecer como futbolista.
P. ¿Ha analizado el juego de España? ¿Cómo encajaría usted?
Cualquier equipo en Mestalla nos ponía en peligro, estábamos rotos. Tenías temor a coger la pelota y dársela a compañeros que son jóvenes y no tenían experiencia. Ahora la dinámica cambió y me dan dos, tres, o cuatro opciones de pase
R. Me gusta analizar el fútbol. Veo muchos partidos al cabo de la semana. La selección tiene jugadores para ser protagonistas, tener la pelota y jugar en campo contrario. Juegan con cuatro atrás y uno o dos por delante; con Busquets y a veces con Koke que pueden formar un doble pivote, o con un pivote y dos volantes por delante. En Valencia he jugado de pivote, de doble pivote y de volante. Las tres posiciones que tiene la selección en el medio. Además, he tenido la suerte de ir a todas las categorías inferiores, que se asemejan mucho a lo que es la absoluta. He sido campeón de Europa dos veces. Y siempre me queda la espinita de jugar con la absoluta.
P. El Mundial es el campeonato de lo impredecible: los campos, los hoteles, el público, los rivales, todo exige adaptación rápida. Lopetegui busca jugadores que manejen la presión y eso se aprende en los clubes grandes. ¿Mestalla proporciona estas condiciones?
R. Hombre, yo de eso ya estoy vacunado. Aquí hemos pasado por situaciones muy complejas. Contra eso… Ya me lo sé.
P. ¿Qué fue lo más duro?
R. No estar a gusto con la familia. No estabas a gusto yendo a pasear con mi mujer por la calle. La gente aquí vive mucho el fútbol y alguno se cuela de vez en cuando y te falta el respeto. Esas situaciones son las que más te merman. La gente te pide ganar siempre, y a nosotros también nos gustaría ganar todos los partidos. ¡Pero jugamos contra once que también viven de esto y también quieren ganar todos los partidos! Ganar es muy bonito, pero para que ganen unos tienen que perder otros.
P. ¿Cómo vivió estas últimas dos temporadas el vestuario?
R. Fue complicado por muchas razones. Por el cambio de directiva y por todos los movimientos dentro del club. Había mucha incertidumbre. Y al final, quieras que no, acabó afectando bastante a la plantilla. No sabías a quién ir a pedir una solución cuando tenías problemas, no ya futbolísticos sino también personales.
Salgo al campo y me evado de todo. De lo bueno y de lo malo. Creo que son momentos para disfrutar, no para sufrir
P. ¿Los jugadores tenían miedo a jugar en Mestalla?
R. Era complicado. Por mi forma de ser y pensar nunca tuve ese temor. Pero dentro del vestuario se respiraba algo diferente. Jugar en casa era como un mundo: era como tirar una moneda al aire y si los dos primeros pases salían bien todo parecía que se encarrilaba un poco, y si salían mal era padecer los 90 minutos. Ya sabíamos que íbamos a sufrir.
P. En los peores momentos, cuando la gente lo insultaba, usted pedía el balón y transmitía serenidad. ¿Cómo lo hacía?
R. Es la forma de ser que me ha llevado a estar donde estoy ahora. Salgo al campo y me evado de todo. Sea bueno, positivo, que siempre ayuda, o sea negativo. Pienso en evadirme, en salir a disfrutar y pasarlo bien haciendo una cosa increíble que es jugar al fútbol. Creo que son momentos para disfrutar, no para sufrir. A mí me gusta participar, me gusta tener la pelota, a pesar de que, evidentemente, unos días estás mejor que otros.
P. Usted juega en el puesto más delicado. En el mediocentro los peligros vienen desde los 360 grados. Es una posición que no da tregua porque tampoco permite imprecisiones. Recibir un balón ahí supone estar muy expuesto. Si además lo pitan, ¿cómo se juega con esa tensión?
R. Yo entiendo el juego de forma que si tú controlas bien el centro del campo y tienes la posesión, creo que tienes mucho ganado. Si tú eres capaz de ser dominador ahí en el medio tienes un porcentaje muy alto de ganar un partido. Pero estos años atrás no hemos sido capaces de tener controlada esta situación. Cualquier equipo que venía a Mestalla nos ponía en peligro, estábamos rotos. Era complicado. Tienes temor a coger la pelota y a dársela a compañeros que son jóvenes y no tenían experiencia suficiente en Primera para afrontar situaciones complicadas. Tienes el temor de qué pasará si pierdo la primera pelota; qué pasará si pierdo la segunda… No juegas suelto. El equipo fue el primer perjudicado.
P. ¿Había que pensar mucho a quién darle la pelota?
R. La movilidad no era la misma. No todos querían la pelota, como la quieren ahora.
P. Usted dijo que Marcelino lo convenció con el primer entrenamiento. Y él dijo que en el primer entrenamiento se dio cuenta de que usted tenía muchas ganas de jugar al fútbol. ¿Por qué?
En Valencia he jugado de pivote, de doble pivote y de volante. Las tres posiciones que tiene la selección en el medio. Ir al Mundial es un sueño
R. Yo estaba en una situación difícil… A mí me gusta mucho el fútbol. Por suerte o por desgracia he tenido muchos entrenadores a lo largo de mi carrera y al final cuando un entrenador tiene algo lo percibes. Te dices: ‘este tío sabe lo que hace, sabe lo que quiere, tiene las cosas claras’. El primer día vi algo en él que dije: ‘este tío sabe de fútbol’. Por cómo hablaba, por los tipos de entrenamiento, porque cada ejercicio no consistía solo en ejecutar sino que te hacía pensar mucho, tienes que estar muy concentrado.
P. ¿Puede dar un ejemplo?
R. Tácticamente Marcelino es muy bueno. Le gusta estar organizado. Le gusta tener automatizados algunos movimientos y no rehúye del balón. Esto es importante. No es solo defender.
P. ¿En qué hace más hincapié en sus entrenamientos, en el inicio de la jugada o en la finalización?
R. Depende de cada partido, de cada rival, de cada campo. No es lo mismo atacar contra 11 desde el saque de portería que robar en el mediocampo y atacar contra cinco o cuatro. Cada fase tiene su matiz. El míster trabaja cada situación.
P. Sorprende el contraste entre la velocidad conque atacan y su tranquilidad en el control y el primer pase. ¿El Valencia es un equipo vertiginoso porque usted antes pone la pausa?
R. Tener el balón controlado es determinante. Si no tienes el balón controlado el destinatario va a tener otra camiseta. Cuando las cosas estaban mal aquí faltaba de todo. Faltaba movilidad, todos estábamos muy lejos unos de otros, nunca defendíamos en bloque, cada uno… tampoco teníamos una idea clara de juego y esto es muy importante. En el fútbol de hoy necesitas un orden.
P. ¿Qué es más importante, el control o el pase?
Está claro: el control es la gran diferencia entre jugar en la élite y jugar en otra categoría. Pero no es cosa solo mía; si la gente no se mueve arriba no tienes a quién dársela
R. El primer control tiene que ser el primer regate: controlar bien la pelota es quitarte un rival de encima o ganar espacio para poder jugar y para que tus compañeros puedan aprovecharlo. Está claro: el control es la gran diferencia entre jugar en la élite y jugar en otra categoría. La élite exige que el control no se vaya. Pero no es cosa solo mía; si no hay movilidad arriba controlar bien no sirve de nada. Si la gente no se mueve no tienes a quién pasarle el balón.
P. Cuando atacan, a su alrededor se mueven todos: los laterales, los interiores, y los dos delanteros no paran de cambiar de lugar. Pero usted y Kondogbia permanecen estables.
R. El año pasado jugábamos con otro sistema: 4-3-3. Al jugar con dos volantes te facilita tener más llegada, ir a sitios en los que con 4-4-2 es imposible porque no puedes dejar el centro del campo descubierto. Ahora estamos en otra dinámica: todo el mundo se ofrece, todos piden el balón, todos quieren jugar. Cuando tienes el balón tienes dos o tres o cuatro opciones de pase: lo difícil es encontrar la mejor. Si tienes cuatro siempre hay una que es la mejor. Si eliges la segunda mejor sigues teniendo el control del juego y sigues creciendo.
P. Usted cuando inicia el juego muchas veces mete el pase por el medio, raso a Zaza, a Rodrigo o a Guedes, para dividir la presión del contrario. Muchos equipos prefieren salir más por afuera. ¿No es muy arriesgado canalizar el juego por el medio? ¿No se expone a una pérdida peligrosa?
R. Los pases buenos y complicados y que suponen un riesgo son los que rompen líneas. Te quitas a lo mejor a cinco jugadores. Es complicado pero es el pase que determina la jugada. Luego te queda encarar una línea de cuatro pero ese primer pase ha roto un poco al equipo contrario. Es el pase que ya te permite enfrentarte a una línea de tres o de dos. Encontrar ese tipo de situaciones no es fácil.
P. ¿Es por eso que este Valencia genera tantas situaciones de uno contra uno, tres contra tres o cuatro contra cuatro, algo tan difícil en el fútbol?
R. Esto no es improvisación. Queremos salir jugando. En el fútbol hay una cosa muy clara: si no eres el Barça, el Madrid o el Bayern, si puedes plantearte en el área contraria con tres toques mejor que con 20. Para los equipos que no tenemos ese tipo de jugadores que controlan tanto los partidos, con la capacidad de tener la iniciativa, jueguen con quien jueguen, es más fácil llegar al área en cuatro pases que en 20.
P. La temporada pasada el Valencia metió 50 goles en las 38 jornadas; esta temporada en nueve jornadas han hecho 25, solo uno menos que el Barcelona, que es el equipo más goleador de la Liga. Rodrigo lleva cinco, los mismos que en toda la temporada pasada. Zaza lleva ocho y el año pasado hizo seis… ¿Qué ha pasado para que una plantilla sin grandes goleadores esté en estos niveles?
R. Los goles se meten con la estabilidad. El club está estable, al míster se le deja trabajar, su idea es muy clara y él exige eso. La capacidad de meter goles no tiene que ver con atacar bien: depende de estar organizados, de saber a lo que juegas, que en determinados momentos fases del partido marques un gol y para el rival se le ponga cuesta arriba y se meta en tu campo y deje espacios. Nosotros con espacios estamos demostrando que somos muy buen equipo. Pero no nos engañemos: no es normal meter 13 goles en 3 partidos [los que marcaron ante Athletic (3-2), Betis (3-6) y Sevilla (4-0)]. No es normal ni para el Barça ni para el Madrid.
Ernesto Valverde me puso de mediocentro solo y me enseñó el juego de posición. Cuando estás atacando también tienes que estar defendiendo
P. ¿A quién admiraba de pequeño?
R. Guti me gustaba mucho. Por la calidad que tenía. Era un jugador extraordinario.
P. Pero usted, que también es mediapunta de alma, ha aprendido a robar más balones que Guti: 77 esta temporada. Es el segundo jugador que más roba en esta Liga, después de Rubén Pérez (90).
R. En su etapa Ernesto Valverde [temporada 2012-2013] me puso a jugar de seis, en el 4-3-3 de pivote solo por delante de la defensa. Al final me enseñó el juego posicional, la colocación, la interpretación. La gente se piensa que roba balones el más fuerte, y roba el que mejor lee el partido, el que sabe dónde más o menos puede caer el balón en determinadas situaciones, o a quién le puede caer, dónde están los rivales y qué pueden hacer. Es más determinante el nivel de concentración que ser rápido o fuerte. Yo tuve la suerte de jugar con Albelda. Él era un especialista en eso. Y al final se te quedan muchas cosas.
P. Hay muchos casos: Kroos, Illarra, Sahin, Pirlo… A los mediapuntas cuando se retrasan les cuesta cerrar espacios con los centrales: ¿Cómo ha aprendido a estar pendiente de proteger a su defensa?
R. Cuando estás solo de seis muchos jugadores se te meten a la espalda. Pero, al final, en eso consiste el juego de posición. En que cuando estés atacando también tengas que estar defendiendo: eso es la vigilancia. Hay que estar muy cerca del rival porque cualquier ataque puede acabar en un despeje. Si estás bien colocado tienes una probabilidad muy alta de que te llegue el balón a ti, que conlleva seguir atacando, o si no te llega a ti, de estar cerca y poder apretar esa pérdida, robar, hacer falta… Es una de las facetas más importantes del juego. Queremos ser un equipo ambicioso, agresivo, que quiere jugar en campo contrario. Eso es fundamental.
P. ¿Se ha vuelto más austero ahora que se ha retrasado?
R. Creo que en el medio tienes que valorar muchas veces las situaciones: qué ganas si sales de un dribling y qué pierdes si no sales. Entiendo que tienes muchas más cosas de perder que de ganar. Por nuestro sistema tenemos que ser conscientes de que tenemos que jugar a uno dos toques, darle fluidez al juego, llevar el balón de un lado al otro, y en determinados momentos romper líneas y jugar con los delanteros.
P. Marcelino lo ha nombrado capitán. ¿Se imaginó que podía ser un líder, un gestor, en el campo y en el vestuario?
R. Llevo seis años aquí. Muchos. Es otra faceta más. Conozco el Valencia. Ttodos los aspectos del club, como se mueve, los empleados, el márketing, la comunicación. La gente me pregunta para que le aconseje. Me gusta estar al tanto de todo. Ayudar a los compañeros y a la gente para que todo vaya bien y sea positivo.
P. El Barcelona le quería. ¿Por qué no se fue?
R. Hablé con el Valencia y les dije que no quería salir más de aquí. Llevo mucho tiempo, muchos años. Quitando dos años en Getafe casi toda mi vida profesional ha sido aquí. Yo al Valencia le debo mucho. Yo siento que no puedo dejar tirado al Valencia. Hablé con el club en su momento, hace dos veranos y le dije que yo no quería salir más de aquí. Lo único que me falta para ser igual de valencianista que Gayá o Soler es haber nacido aquí. Este es un club grande. Siempre ha peleado por jugar Champions.
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