Dovizioso gana el GP de Malasia y logra alargar la pelea por el Mundial; Márquez es cuarto
El piloto de Ducati fuerza que el campeonato se decida en Valencia, donde al español le valdría con ser 11º en caso de victoria del italiano
Andrea Dovizioso se descubrió a sí mismo esta temporada. Y se mostró al mundo. Se le había visto luchar cuerpo a cuerpo otras veces, con una Yamaha satélite, por ejemplo, pero entonces peleaba por cuartos puestos. Y cuando se acercaba al podio le faltaban argumentos (o esa confianza que ahora le sobra) para mirar a la cara a sus rivales y creerse tan bueno como ellos. Así que daba por bueno todo lo que se acercara a la victoria. Decidió no hacerlo más este año. El triunfo debía ser el objetivo. Y, empeñado, suma ya seis victorias, las mismas que el líder del Mundial, Marc Márquez. Aun con sus formas, cauteloso, racional, el piloto de Ducati se ha erigido como el único rival capaz de discutirle la hegemonía de este campeonato al todopoderoso Márquez, el chico que parece poder con todo, le acompañe más o menos esa Honda que ha ayudado a moldear.
Este domingo, en Sepang, Dovizioso tenía que ganar. Era la única de manera de intentar alargar la pelea hasta Valencia, la última carrera del año, el 12 de noviembre. Y ni siquiera así, con un primer puesto, se aseguraría triunfar en su objetivo. Márquez tenía 33 puntos de ventaja y con un segundo puesto se proclamaría campeón. A favor del piloto de Forli jugaron su magnífico estado de forma –confiado desde el primer día de libres, competitivo sobre la pista seca y mojada, como estaba a la hora de la carrera–, lo bien que se entiende la Ducati con esta pista –dos largas rectas, dos horquillas que exigen una buena frenada y una mejor aceleración, curvas lentas– y el buen trabajo en equipo de una fábrica que aspira a ganar su primer título mundial desde que Stoner se coronara en el 2007.
Dovizioso hizo todo lo que se podía esperar de él: ganar la carrera. Y Márquez, tras un fin de semana duro, complicado llegó hasta donde pudo. El trazado no ayuda a su Honda, tan necesitada de una mejor aceleración a la salida de las curvas y esta vez también muy justa en las frenadas, donde él acostumbra a recuperar todas las décimas que pierde por culpa de un motor que aún tiene que afinar mejor y ganar potencia. Acabó cuarto, lo mínimo para llegar a la última carrera del año con la confianza necesaria y un colchón de puntos (21) suficiente para sentenciar el Mundial apenas sin despeinarse. Dovizioso está obligado a ganar en Valencia (25 puntos) para optar al Mundial, e incluso en ese caso a Márquez le valdría con un 11º puesto (5 puntos) para ser campeón. Si el italiano no gana la carrera, el español será campeón pase lo que pase.
La victoria de Dovizioso en Sepang fue lo justo, también, para insuflar una bocanada de aire en el box de Ducati, que manejó los hilos de la competición a la perfección. Fue poco purista, si se quiere, pero muy profesional.
Hubo órdenes de equipo en el garaje de la fábrica de Bolonia, por mucho que Dovizioso dijera no saber nada del asunto y que Lorenzo no se diera por enterado. El caso es que el segundo, siempre respetuoso con el rival, decidió no poner en peligro el campeonato de su compañero a cambio de una victoria. La pista no estaba para juegos. Hubiera jugado en otras circunstancias, pero no es semejante escenario.
Después de que Zarco arrancara como un rayo y tomara la delantera (1,7 segundos de ventaja al cabo de cinco vueltas respecto de Lorenzo, segundo), las dos Ducati se lanzaron al ataque. Lorenzo fue el que persiguió al francés desde el primer giro. Dovizioso, que perdió posiciones en la salida, fue recuperando con considerable facilidad y adelantó a Márquez en el quinto giro –no sin antes tener que sudar un poco: el de Honda le devolvió la pasada, casi se tocan, y tuvo que probar con un segundo intento–, luego se acercó a su compañero de equipo. Y ambos dieron caza a Zarco. Le alcanzaron en la vuelta nueve. Fácil. En la diez, a mitad de carrera, Dovizioso ya le sacaba un segundo, tres a Márquez. Pero aquel resultado no le valdría para prolongar la pelea por el título. Así que como Lorenzo siguió tirando (le sacaba un segundo a su compañero), Ducati le mandó un mensaje a través de la pantalla electrónica situada en el frontal de su moto, que él aseguró más tarde no haber visto: “sugerimos un cambio de mapa: mapa ocho”.
Ocurrió que apenas dos giros después, el español tuvo un susto en la última curva: perdió el control del tren delantero de su Desmosedici en plena curva, salvó la caída, pero tuvo que abrirse ligeramente, y ese hueco lo aprovechó el italiano para colarse dentro, acelerar mejor y tomar la delantera. Lorenzo ya no lo intentó más. Se conformó con un segundo puesto. “Hemos hecho lo que era justo hacer en estas condiciones”, declaró a Movistar TV el director deportivo del equipo, Gigi Dall’Igna, al término de la prueba. “Cuando Andrea me iba a adelantar la perdí y me fui un poco. Intenté alcanzarlo, tiré, pero no tiré a fondo. Una segunda posición está bien”, fueron las palabras del mallorquín, que ansía lograr su primera victoria con la marca italiana.
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