Bartomeu asume la crisis del Barça
El presidente defiende la no suspensión del partido ante Las Palmas, pese a las críticas y la dimisión de dos miembros de la Junta
Después de la comparecencia del presidente del FC Barcelona, Josep Maria Bartomeu y del portavoz Josep Vives, se explica mejor cómo se sucedieron las cosas el domingo en el Camp Nou. Más por las informaciones no oficiales y por los silencios o medias verdades en la sala Ricard Maxenchs del estadio que por el relato de los hechos al que evocó el máximo mandatario de la entidad azulgrana. Así pues, el Barça decidió jugar ante Las Palmas a puerta cerrada como única vía posible después de negarse LaLiga a una suspensión del partido —así lo asegura la junta— y tras asumir que no le ampararía la Junta de Seguridad ni su plantilla, favorables ambos a la disputa del encuentro, obviamente por diversos motivos. La decisión causó el mismo domingo 1 de octubre dos dimisiones en la Junta, la del vicepresidente de Relaciones Institucionales, Carles Vilarrubí, y la del comisionado del Barça Innovation Hub, Jordi Monés, que no estaban a favor de celebrar el partido por la situación excepcional que vivía Cataluña.
Según explicó el mismo presidente, cerrar los accesos al estadio a los seguidores sería la manera de llamar la atención ante la opinión pública por los sucesos vividos en una jornada marcada por la represión policial sin tener que atenerse a las sanciones de las que le informó la Federación Española de Fútbol (perder el partido por 3-0, y otros tres puntos menos de sanción en la clasificación) en caso de obligar a una suspensión de manera unilateral, extremo que se barajó inicialmente.
De hecho, ese había sido el compromiso al que había llegado la Comisión Delegada —el presidente acordó con sus vicepresidentes Cardoner, Mestre, Vilarrubí y Arroyo, con el director ejecutivo Grau y con ejecutivos de marca y comunicación la decisión—, pero se encontró con demasiadas trabas por el camino. “Fue un día difícil para todos los que vivimos en Cataluña y fue un día difícil para el Barça. Recibimos presiones de todo tipo. Una vez que no pudimos aplazarlo, decidimos que el partido se jugara a puerta cerrada pensando que sería un gran altavoz. Era una gran manera de que el mundo se preguntara qué sucedía en Cataluña”, apuntó Bartomeu.
El presidente explicó que las conversaciones comenzaron a las nueve de la mañana. “Durante el día nos fuimos llamando con Ernesto Valverde y con el capitán Andrés Iniesta. Piqué, Iniesta, Mascherano, Messi, Busquets... todos participaron y expresaron lo que querían. Y al final, la decisión la tomé yo”, señaló.
Aunque existían motivos para hacer pensar que podrían producirse altercados durante la competición —la Grada d'Animació movió por las redes sociales un mensaje llamando a ocupar el césped en el minuto uno de partido—, fue una voluntad política y de solidaridad con el pueblo catalán la que movió al Barcelona. Pero no encontró aliados. No los encontró entre sus propios jugadores, la mayoría predispuestos a saltar al campo, a excepción de Piqué y alguno más —él y Sergi Roberto fueron los únicos que mostraron por las redes sociales haber ido a votar—; tampoco en LaLiga, que había querido antes adelantar el partido al sábado, ni aceptó la solicitud del Barça de aplazar el partido para una jornada menos convulsa; y ni siquiera los encontró entre los Mossos o el Govern, que preferían cualquier otra opción antes que un partido a puerta cerrada.
El deporte catalán secunda el paro
El Barça, el Espanyol, el Girona, el Reus, el CN Sabadell... La mayoría de clubes y federaciones deportivas catalanas se suman hoy al paro general en Cataluña a causa de las cargas policiales en el referéndum del domingo. Las instalaciones de esos clubes y federaciones permanecerán cerradas. Los clubes se suman al llamamiento de la Taula per la Democràcia, integrada por entidades, sindicatos y organizaciones catalanas.
En continuo contacto con la Junta de Seguridad, el Barcelona buscó amparo en los Mossos, pero estos garantizaron al club que no habría problema alguno. Bartomeu llegó a contactar con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para que este mediara y la policía autonómica certificara que no era seguro llenar el Camp Nou con miles de aficionados. Pero su petición cayó en saco roto. Tanto Puigdemont, como Jospe Lluís Trapero, el jefe de los Mossos con quien Bartomeu también estuvo en contacto, se decantaban bien por la celebración del partido, bien por la suspensión.
Así pues, el máximo mandatario del club no encontró la manera de imponer su voluntad y la de la Comisión Delegada. Se encontró solo. Y acabó negando a su propia Junta. Su recurso de cerrar las puertas del Camp Nou —“era la decisión más responsable y la que permitía que el mundo conociera lo que ocurría en Cataluña”— no evitó una crisis institucional cuyas consecuencias todavía son inciertas. “No creo que el Barça deje de ser més que un club. Que 154 países vean un partido y se pregunten qué pasa porque está vacío el campo solo lo puede hacer el Barça”, afirmó ayer.
Y subrayó el compromiso del club azulgrana con la situación que vive Cataluña. “En los últimos años nos hemos unido al pacto nacional por el referéndum y por el derecho a decidir. A raíz de las detenciones en la Generalitat condenamos las decisiones que vulneren el derecho a la libertad de expresión y defendimos a la gente que trabaja para defender estos derechos. Siempre respetando la pluralidad de nuestra masa social”.
Y preguntado sobre qué Liga jugaría el Barça en caso de que Cataluña declarase su independencia, Bartomeu afirmó: “Ante la complejidad de lo que pueda suceder en el futuro con la independencia de Cataluña, dónde pueda jugar el Barça o no es algo que abordaremos cuando toque con la Junta y lo haremos con seny (cabeza), como decimos aquí”.
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