Nadal: “Yo hago mi camino, no pienso en Federer”
El mallorquín, que no ganaba un torneo en pista dura desde 2014, celebra su plenitud física y se desmarca de la carrera con el suizo: "En la vida uno no puede estar siempre mirando a su alrededor"
En el salón del complejo Billie Jean King en el que suelen relajarse los jugadores se observa una alegría contenida. Todavía no ha llegado Rafael Nadal, en esos momentos atendiendo a la televisión estadounidense en un set instalado en la plaza que da acceso a la pista central. Circula el champán, se brinda, se reparten besos y felicitaciones pero no hay excesos. Allí se concentran el padre del tenista, Sebastià; la madre, Ana Maria; su hermana Isabel, que tiene muy buena sintonía con Xisca Perelló, la novia del campeón; primos, amistades y Manolo Santana, acompañado de su esposa Claudia.
“Un campeón de verdad no se cansa nunca de ganar”, responde cuando se le pregunta por el último éxito del balear, muy superior a Kevin Anderson en la final del grande estadounidense. Después de un buen rato aparece el propio Nadal, que preside la foto de familia y después se funde en un abrazo con Santana. “Lo que ha hecho Rafa es increíble. Volver y hacer lo que ha hecho este año no es normal”, indica el pionero, refiriéndose a una temporada que se resume en cinco títulos y tres finales más, con el número uno en el zurrón y todavía algún que otro episodio por delante.
Después de saborear este major, Nadal regresará unos días a Manacor y luego competirá en Praga, Asia y finalmente en la Copa de Maestros, como broche a un curso que ni él mismo podía imaginar hace un año. “He podido jugar prácticamente todos los torneos con la sensación de que podía luchar por cosas importantes. Estoy contento porque he estado desde principio del año preparado para ganar”, expresó el mallorquín en una sala de medios abarrotada, con un buen número de periodistas de pie, en los pasillos.
Después de 34 torneos y ocho finales perdidas, Nadal volvió a vencer en un evento disputado sobre pista rápida. No lo hacía desde Doha 2014. “Lo puedo decir yo y suena mal, pero al final es una realidad: uno que juega la final del Open de Australia, que juega la final de Acapulco y la de Miami, que gana aquí… Es verdad que juego pocos torneos en pista dura, pero son todos ellos de mucho nivel, 500, 1.000 o Grand Slams”, precisó, entrando después a valorar su rivalidad con Federer.
El campeón, más allá del tenis
“Competir en el US Open es suficiente estímulo. Yo no pienso en si Federer ha ganado dos torneos, o ha ganado cuatro o 24”, dijo. “Yo hago mi camino y a mí me motiva mi carrera, no la carrera de los demás. Yo soy feliz haciendo lo que hago. Yo soy feliz si yo estoy bien; luego, si alguien lo hace mejor que yo bienvenido sea, se le felicita y me voy a casa. Al final, en la vida no se puedes estar pensando en si el otro tiene más dinero que tú, más casas que tú o un barco más grande que el tuyo. La vida no consiste en eso; la vida consiste en conformarse y ser feliz. El conformarse no significa no querer más, pero uno no puede estar siempre mirando a su alrededor. Yo no entiendo así la vida”, amplió.
En perspectiva, se le cuestionó sobre si se imagina jugando a los 36 años, como el suizo. “No, no lo creo, pero a los 26 tampoco pensaba que estaría jugando a los 31”, manifestó; “de todas formas, mi vida no es solo el tenis, sino muchas otras cosas que también valoro. Cuando he estado lesionado también he disfrutado de muchas otras cosas que no tienen nada que ver con el tenis: mi familia, mis amigos… Hay otras cosas en la vida. No me planteo hasta cuándo jugaré. Cuando deje de ser feliz haciendo lo que hago, hay otras muchas cosas”.
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