Kevin Anderson, un gigante en el diván
Veterano sin gloria, el sudafricano trabaja con la psicóloga que ayudó a Murray. Tocó fugazmente el 'top-10' y las lesiones le han lastrado los dos últimos años: “Me ha costado mucho sacar mi mejor tenis”
Un vozarrón retumba estos días en la central de Nueva York. El ritual es idéntico todo el rato: un bronco e interminable come on! y a continuación tres puñetazos en el pecho y un par de gruñidos. Intimida Kevin Anderson (Johannesburgo, 31 años), cuya efusividad cada vez que convierte un punto llama la atención, tanto por el tono como por la reiteración.
“Me ha costado mucho sacar mi mejor tenis”, razonaba después de batir a Pablo Carreño en las semifinales el gigante (2,03m), uno de esos tenistas que han figurado siempre en la segunda línea y a los que se les ha resistido la gloria. Así lo refleja su expediente, con mucho polvo y poco metal, tan solo tres títulos menores en los torneos de Winston-Salem (2015), Delray Beach (2012) y Johannesburgo (2011).
Ahora, en el imprevisible escenario de Nueva York, la torre se encuentra ante su gran oportunidad después de un periodo de dos años extremadamente dificultoso. Lesiones de rodilla, de hombro y de tobillos. Largas estancias en la reserva. En consecuencia, vueltas, vueltas y más vueltas a la cabeza. Correspondía un punto de giro y este tiene nombre y apellido: Alex Castorri, la psicóloga que ha trabajado con varios jugadores, entre ellos Andy Murray, al que ayudó a terminar con los miedos y a engarzar los primeros grandes.
“Mucha gente dice que el tenis es un 90% mental. Todos sabemos cómo golpear la pelota y llevamos jugando tanto tiempo que es difícil hacer grandes cambios, así que la mente es esencial”, explicaba estos días el sudafricano, hijo de ingenieros, amante de la lectura y forjado en las pistas de la Universidad de Illinois. “Me ha llevado un tiempo, pero la espera ha merecido la pena, eso está claro”, resuelve el jugador con peor ranking (32) de la Era Open que ha pisado una final en Nueva York.
Instruido por el técnico Neville Godwin, desde que el 12 de octubre de 2015 alcanzara su mejor posición en el listado mundial —filtrándose fugazmente en el top-10, una semana— fue perdiendo presencia y decayendo. Sin embargo, en Flushing Meadows ha conseguido progresar y no ha dado ningún paso en falso. En su trazado hacia el pulso con Nadal se deshizo de Ernests Gulbis, Borna Coric, Paolo Lorenzi, Sam Querrey y en las semifinales de Carreño. “No ha sido fácil”, esgrime Anderson, un gigante en el diván.
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