Nadal - Anderson: frente a un martillo, el mejor escudo
El número uno y el sudafricano, los mejores al resto y al servicio, chocan esta noche (22.00, Eurosport) en la final del US Open. Si vence, el español firmaría su tercer título en Nueva York y su 16º grande
Touni, do you need a ball-boy?”, le preguntaba ayer con picardía un adolescente a Toni Nadal mientras este hacía un aparte con su sobrino durante la sesión matinal de entrenamiento, a las puertas de la gran cita en Nueva York, de la final que hoy (22.00, Eurosport) dirimirán Nadal y el sudafricano Kevin Anderson. “No, thank you”, respondió el preparador, agradecido ante la propuesta del niño para actuar como recogepelotas del ganador de 15 grandes, que de resolver esta noche con acierto lograría su tercer trofeo en Nueva York y redondearía una temporada fantástica.
“Está siendo un año espectacular”, reconocía el mallorquín después de batir a Juan Martín del Potro en las semifinales y exhibirse con una de sus actuaciones más categóricas de la temporada. “Pero no sé si estoy jugando el mejor tenis de mi carrera… Creo que ha habido muchos momentos de mi carrera en los que he jugado el mejor tenis de mi vida, así que no creo que esté jugando a mi mejor nivel, porque eso no existe. Cada época es distinta”, precisaba el balear, sereno y hambriento de cara a su tercera gran final del curso, la octava del año.
“Si el año pasado me hubieran dicho que sería número 1 y estaría compitiendo por ganar dos Grand Slams esta temporada, hubiera dicho que era imposible”, prolongaba Nadal, que hoy tendrá enfrente a una torre (2,03) que supondrá un nuevo examen para su temple y su escudo, el más resistente del circuito. Frente al mazo del sudafricano, cañonero de raza, el español se presenta en la final con el atributo de ser el restador más prolífico del torneo. De los 90 juegos en los que él no llevaba la iniciativa con la primera bola, se ha adjudicado hasta ahora 37 (un 41%).
Necesitará hoy Nadal estar fino en ese sentido, porque enfrente se topará con el mejor sacador del campeonato. Anderson, de la misma quinta que él (31 años), es un tenista de registro único, bombardero y pegador. Si el de Manacor comparece con el aval de la defensa, el sudafricano argumenta con sus cifras a partir del servicio. Es el que más puntos directos ha obtenido —114, muy por encima del segundo, Sam Querrey—, el que más rédito extrae con los primeros saques (83%) y el que menos concesiones ha hecho: cinco juegos (103/108).
El balear, claro favorito
“Es un jugador de máximo nivel y más en este tipo de superficies”, valoró el número uno. “Está sacando muy bien y juega agresivo, así que tendré que serlo yo también. Tendré que cambiar ritmos y dinámicas en los puntos. Contra Carreño jugó de memoria”, amplió Nadal, en este torneo en una línea claramente ascendente, pletórico en el pulso contra Del Potro, el adversario de mayor entidad con el que se ha medido en Nueva York, porque en los cinco previos no encontró oposición numérica más elevada que la de Andrey Rublev, el 53 del mundo.
En cualquier caso, cuesta imaginar que a Nadal se le puedan escapar el triunfo y el título de Flushing Meadows, donde no gobierna desde 2013. A la experiencia en las finales le acompaña la condición novel de Anderson, presente por primera vez en una situación de esta magnitud. Además, ante los sacadores ha ofrecido tradicionalmente un gran rendimiento, aunque nunca baje la guardia, y más sabiendo que este año se le atragantaron tres en Brisbane (Raonic), Acapulco (Querrey) y Wimbledon (Müller).
Mientras, el sudafricano reconoce que es admirador de Nadal, del que elogia su espíritu. “Siempre me ha impresionado su capacidad para pelear por cada punto, independientemente de la situación. Eso es algo que siempre me ha gustado de él”, indicó hace unos días en Nueva York. “Nunca eres lo suficientemente mayor para seguir aprendiendo cosas y en ese sentido Rafa es el mejor. Puedes extraer algunas lecciones de su manual”, zanja el gigantón.
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