La natación sincronizada española sigue sin definir un proyecto
Los responsables vuelven a justificar el estancamiento del equipo en el cambio generacional, pero estudian el fichaje de la entrenadora japonesa Mayuko Fijiki
La natación sincronizada española sigue buscando respuestas bajo el agua. La obra insólita de Ana Tarrés, el equipo que entre 2003 y 2013 ofreció a los dirigentes federativos un colchón de resultados sobre el que justificar sus proyectos, ha dejado de producir las medallas que regularmente ofrecía. El hundimiento de los Mundiales de 2015, en Kazán, verificado en la puntuación de los jueces y justificado por técnicos, nadadoras y dirigentes en el “cambio generacional”, se profundiza en Budapest. El discurso y el procedimiento de los responsables, sin embargo, permanece inmutable. Asistimos, dicen, a otro “cambio generacional”. El segundo en dos años. Esta vez, más profundo y, a falta de confirmación oficial, acompañado de la contratación de la japonesa Mayuko Fujiki como nueva entrenadora.
Ona Carbonbell acabó los Mundiales de 2015 abatida después de lograr un bronce y una plata en las finales de solo. “Es muy duro ganar únicamente dos medallas en un mundial”, dijo. En Budpest, la capitana española ha vuelto a conseguir únicamente dos medallas (de plata) en las pruebas de solo. España no puede presumir de mayor cosecha, con el agravante de que el solo no es prueba de categoría olímpica. Ninguna disciplina radiografía mejor el estado de un deporte que aquella que realiza el equipo entero. Y en Budapest el equipo ha repetido el sexto puesto: tanto en la rutina libre (90.700 puntos) como en la técnica (88.468); un peldaño por debajo de los resultados de Kazán, en donde logró dos quintos puestos con mejor puntuación en técnica (91.375) y libre (92.466).
Ana Montero, directora técnica de la sincronizada, es la principal responsable del equipo desde 2013. En 2015, argumentó que la caída en los resultados se debía al cambio generacional. Hace un año, tras la eliminación de los Juegos de Río insistió en que arrastrarse no es malo: “Hemos bajado al barro y el barro te devuelve la ambición”. Montero no ha querido hacer declaraciones en Budapest. Explica que así las nadadoras no se desanimarán con lo que lean en la prensa.
Teresa Valido, juez internacional de sincro, subraya las causas del bache: “Ha habido una regeneración demasiado fuerte. De repente han entrado muchas niñas nuevas que son incluso júniors. No se ha cambiado chicas poco a poco. Ha habido una revolución y eso se nota en la falta de experiencia. En 2020 podríamos aspirar a medalla”.
España nunca ha tenido tantas nadadoras de base como ahora. Proliferan las niñas preparadas para la competición, incluso en clubes pequeños como el Sincro Sevilla, que sin más ayuda pública que un trocito de piscina han formado Alisa Ozhogina, una excelente nadadora de 17 años sumada a las filas del equipo en Budapest. La responsable de Sincro Sevilla, María del Mar Gómez, habla de un trabajo artesano pleno de obstáculos: “En Andalucía no se apoya al deporte. No tenemos ayuda ninguna. Cualquier Comunidad Autónoma adapta los estudios al entrenamiento en centros de tecnificación. Aquí tienes resultados y a las instituciones les da igual. Les da igual que haya una niña sevillana en un campeonato del mundo. La Comunidad de Madrid beca con 6.000 euros a las nadadoras que se internan en el CAR. A Alisa el CAR le paga la comida y la cama, lo demás se lo tienen que dar sus padres".
Itzar, Amber y Cecilia
La natación sincronizada es una maquinaria frágil que impone recorridos largos. Cada pieza debe moverse cuidadosamente en función de una visión estratégica sólida, a riesgo de caer en el estancamiento o, peor, desperdiciar el talento de niñas como Alisa Ozhogina.
En el Mundial de 2015 la selección presentó un equipo con 22 años de media. Las apuestas más jóvenes fueron Itziar Sanchez, Paula Ramirez, Cecilia Jimenez y Amber Bakker. “La experiencia es importante para las más jóvenes, pero el cambio generacional hace que los resultados requieran tiempo”, dijo Ona en Kazán.
En Budapest el equipo tiene 20 años de media. Ya no están Itziar Sánchez, ni Cecilia Jiménez, ni Amber Bakker, cuya experiencia de Kazán se suponía que serviría para sentar las bases del futuro. De aquel primera ola renovadora solo permanecen Meritxell Mas y Paula Ramírez. Dos excelentes nadadoras en busca de un plan. La contratación de Mayuko Fujiki es la última idea de la federación para impulsar al equipo. La japonesa vendría a sustituir a Esther Jaumá en las labores de entrenamiento. Ana Montero permanecería como directora, dando y recortando potestades.
Entretanto, Ana Tarrés, despedida por la federación en 2013, obtiene resultados en otros países. El viernes el equipo de Ucrania obtuvo un bronce histórico con una coreografía suya.
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