La Cibeles mexicana celebra la Liga del Real Madrid
Aficionados mexicanos y españoles se reúnen en la réplica del monumento de Madrid para festejar el campeonato local
“Esto es lo más cercano de la Cibeles, del Real Madrid”, comenta Jesús González mientras espera a las afueras de la marisquería más madridista ubicada en uno de los barrios de clase media alta en la Ciudad de México. Enfrente del lugar está una réplica de la Cibeles. Este hombre con la camiseta blanca y el nombre de Cristiano Ronaldo aguarda a que le asignen un lugar. Trae consigo una bandera española con el escudo del Madrid. Para él es un día de trámite y también de celebración, “hoy festejamos la liga”, menciona.
La pequeña peña del Real Madrid está incrustada en una glorieta adornada con una réplica de la fuente de Cibeles, es más pequeña y funciona como el fondo ideal para los hinchas merengues. El lugar abre justo en la hora del Málaga-Real Madrid y ahí se agrupan los aficionados con distintas versiones de las camisetas del club, por ahí un par de extraviados trae los colores del Barcelona. El lugar está abarrotado para seguir al equipo de Zidane.
“Venir aquí es una tradición porque esa fuente es el símbolo de la unidad entre México y España”, refiere Carlos Álvarez a la Cibeles, construcción que pagó y donó la comunidad española radicada en México en los años ochenta. Allí no solo se han celebrado los triunfos del Real Madrid, sino también de la selección de España. Es una especie de embajada extraoficial. La marisquería es el punto de reunión pese a estar abarrotada y no los establecimientos de los costados que lucen vacíos.
En lo que algunos aficionados pedían el primer tarro de cerveza o un cóctel de camarón, llegó el gol de Cristiano Ronaldo. El grito de gol rompió con la armonía de aquella glorieta mexicana. A la par de la narración del partido se escuchó de fondo un organillero con el ‘Cielito Lindo’, himno no oficial del equipo mexicano de fútbol. Esa mezcla era el madridismo al puro estilo mexicano.
“¡Así, así, así gana el Ma…”, vociferó un chico con la camiseta de Bale, la de la décima Champions, pero se atraganta con la tostada de mariscos. Toma cerveza, tose y vuelve a lo suyo. “¡Venga, Madrid!”, grita. En las afueras del lugar algunos hacen suyo los postes de luz para recargarse y seguir el juego. En cuanto en la televisión mencionaron los goles del Eibar al Barcelona, volvieron los aplausos. Benzema hizo el 0-2 y la remontada culé pasó a segundo término.
En cuanto se selló el título de Liga para los futbolistas de Zidane, los aficionados se enfilaron rumbo a la escultura de la deidad de la fertilidad. Uno de ellos prendió una bengala púrpura, subió al monumento y empezó un tímido festejo que reunió a no más de 100 personas. “Aquí mínimo te puedes subir y festejar”, mencionó uno de los chicos que tomó una bufanda y se la colocó a la escultura, por ese momento experimentó, de alguna forma, lo mismo que Casillas, Ramos y Ronaldo cuando celebraron las Champions League pasadas, hasta que llegan algunos policías a retirarles. "¡Déjame tomarte una foto aunque sea, ¿no?!", pide uno de los hinchas aunque sin éxito.
Un grupo de amigos españoles recitan un par de cánticos, se prestan las banderas, una fotografía, clic y listo. El festejo fue un tanto sobrio. "El año pasado [en la final de la Champions] fue una locura, algunos de los aficionados quería entrar a la marisqería y llevarse todo el alcohol, esta vez están tranquilos", comenta uno de los meseros del lugar. Con algo se tenían que conformar, con una parte de Madrid para alentar ese amor a la distancia.
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