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Jonas ‘el pistolero’ ha vuelto

El delantero benfiquista empezó a dedicarse al fútbol a los 20 años, pero nunca ha marcado tantos goles como a sus 32

Jonas, el goleador brasileño del Benfica.
Jonas, el goleador brasileño del Benfica.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)

Araraquara se quedó sin un farmacéutico, pero Brasil ganó un futbolista, Jonas Gonçalves Oliveira, para los defensas, Jonas. En abril va a cumplir 33 años y si los chicos del Borussia de Dortmund solo se guían por el carné de identidad, en el enfrentamiento de la Champions contra el Benfica, van a tener un problema, o dos.

Jonas suele meter goles a pares, tiene esa rara habilidad, adquirida recientemente, con la edad. La edad ha sido muy importante en la carrera de este futbolista que no quería serlo. Desde los 13 años destacaba por su habilidad y finura en las canchas de Taiúva, pero la familia le tiraba más que la pelota. El Guaraní se lo llevó a tan tierna edad y a las dos semanas regresó a casa enfermo de saudades; a los 15 lo llevaron a un club de Campinas, y otra vez regresó a su pueblo.

Salió de casa solo para ir a la universidad más cercana, a 90 kilómetros, en Araraquara (São Paulo). Cursó dos años en la facultad de Farmacia, con sobresalientes en los estudios y en los partidos que jugaba entre examen y examen. Solo cuando cumplió los 20 años, el fútbol pudo más que las aspirinas y la casa familiar.

Dicen que el cuerpo humano es una máquina con X kilómetros de vida que solo empieza a desgastarse cuando se arranca el motor, tenga la edad que tenga. El contador de Jonas se puso en marcha tarde y por eso su máximo rendimiento ha llegado cuando otros se van para la China.

No es alto, pero tampoco bajo; no es rápido, pero tampoco lento; no destaca por su juego aéreo, pero cabecea; sería difícil adivinar si es zurdo o si es diestro, pero golea con todas y cada una de las partes de su cuerpo

Jonas ha aguantado muchas mofas antes de salir en los periódicos junto a Messi, Cristiano e Higuaín. En la pasada temporada marcó 32 goles en la liga portuguesa y disputó la bota de oro a todos esos cracks y fue llamado a la selección de su país; pero no siempre fue tan feliz. Había llegado al club lisboeta en octubre de 2014 desahuciado por el Valencia. Desde entonces ha marcado 76 goles en 97 partidos (0,78 de media). Jamás un jugador del Benfica había marcado tanto en tan poco tiempo; en una temporada, Jonas ha hecho casi tantas dianas como en las cuatro temporadas del Valencia (35 goles, con una media de 0,30).

Como estudiante de farmacia, Jonas tiene el secreto de la pócima mágica: “Compenetración con los compañeros, cariño de la afición, respeto de los empleados y dinámica de juego”; y por encima de todo, trabajo de equipo. “Siempre miro el trabajo colectivo y a partir de ahí me fijo en las metas individuales”, explicaba en una reciente entrevista a un medio brasileño.

Con una lesión mal curada, Jonas ha pasado esta temporada más tiempo en la enfermería que en el césped. Solo ha disputado 9 partidos de Liga, en los que marcó 5 goles (0,5 de media). Ahora comienza a tener continuidad en el juego de sus compañeros; por delante, el griego Tristón Mitroglou, y por detrás le dan alas Pizzi, Salvi y Carrillo para que en medio del revoltijo, entre el tuya-mía, aparezca el brasileño de la edad dorada.

Jonás es de esos delanteros que parece que no están, que parece que no son nada. No es alto, pero tampoco bajo; no es rápido, pero tampoco lento; no destaca por su juego aéreo, pero cabecea; sería difícil adivinar si es zurdo o si es diestro, pero golea con todas y cada una de las partes de su cuerpo; un jugador futbolísticamente incorrecto, fuera de los cánones establecidos, porque el talento y la intuición son difíciles de esquematizar.

El brasileño saltará hoy al campo con ese aire suyo de haber salido de juerga hasta la hora del calentamiento; despeinado, ojeroso y barba de dos días. El árbitro saludará al gran capital benfiquista Luisão (500 partidos, 36 años ayer), los focos seguirán al fotogénico Audemayang y Jonas se mimetizará con la sombra hasta que llegue el flashazo del último rebote. A los 32, El Pistolero ha renacido en el estadio de La Luz.

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