Leo busca a Messi en la eternidad

Leo Messi cumple años mañana (29) y, como suele ser costumbre, lo hará rodeado de sus compañeros de la selección argentina, lejos de la familia. Esta vez será en Nueva York, adonde llegará hoy con una sola idea en la cabeza: ganar la Copa América. Para la Albiceleste puede que sea solamente un título más (lleva 14) pero para Messi supone el todo o la nada ante la necesidad vital de lograr, al fin, un título grande con su país. Es cierto, sumó dos: un Mundial sub-20 en 2005 y después la medalla de oro en los Juegos de Pekín 2008. Pero esta vez ganar tiene sabor a razón de ser, a algo eterno. Vienen Messi, y Argentina, de perder dos finales consecutivas, la del Mundial en Brasil y la última Copa América en Chile, y admite el 10: “Perder nos sirvió para aprender. Estamos más maduros. Son tres finales seguidas y lo que consiguió este grupo es impresionante. Merecemos esta Copa”.

Lo dijo con la barba convertida en cábala —“si me afeito me matan”, insiste— tras doblegar a EE UU (4-0) en la semifinal y superar el récord de Batistuta en la Albiceleste —55 goles ya—, y con esa dejadez con la que suele encarar su hábito de ser más grande cada día: “Como digo siempre, estoy feliz de haber conseguido el récord de Bati pero estamos acá para otra cosa. Vinimos a ganar la Copa América”.

Leo firmó su quinto gol en esta Copa América, y lo hizo en uno de sus países favoritos, donde ha celebrado 12 con su selección, los mismos que logró en suelo argentino. Es el primero que le marca a los Estados Unidos, tras haber firmado goles previamente ante 27 equipos diferentes, desde que se estrenó contra Croacia en aquel abrazo histórico con Riquelme. Leo, que ha logrado 26 dianas en amistosos, cinco en Mundiales, ocho en la Copa América y 16 en eliminatorias para el Mundial, lleva seis dobletes (Argelia, Uruguay, Paraguay, Nigeria, Hong Kong y Bolivia) y cuatro hat tricks (Suiza, Brasil, Guatemala y Panamá) que adornan la trayectoria goleadora del futbolista, que sabe que el mejor debe llegar el domingo, contra Chile o Colombia, sea quien sea el rival en la final.

El de Houston contra Estados Unidos que le convirtió en leyenda de la Albiceleste, por si había dudas, lo explicó: “Estaba analizando dónde poner la pelota cuando me ataba los cordones. Quería pisar bien para no resbalarme, porque la cancha estaba medio jodida. Vi al portero y como estaba parada la barrera, decidí que tenía que patearla por ahí”. Y la clavó. Celebró lo justo: “Vinimos a ganar la Copa América”, insistió.

Eso es lo que le mueve, a él y al grupo, y el detalle lo demuestra porque no se les vio festejar el pase a la final. Messi, tras el partido, lo justificó. “El primer objetivo era estar en la final, pero lo que nos mueve, después de dos finales, es el título. Queremos alzar esta Copa”.

Messi no necesita ese título para ser un referente en los Estados Unidos, donde el torneo pasa desapercibido, pero no él. Empezando por Naila y Sasha Obama, pioneras en manifestar públicamente su admiración por Leo, hasta Stephen Curry —“me hubiese gustado conocerle pero no pudimos coincidir”— pasando por Patrick Chung, de los Patriots de Boston, o el Chicago Tribune, que le comparó en su portada con Michel Jordan antes de enfrentarse a Panamá.

Tan obsesionado está con levantar el título que, por una vez, ni discutió con Daniel Martínez, el médico de la Albiceleste, cuando al llegar de Barcelona con un problema muscular le ajustó los tiempos de juego. Aceptó resignado el banquillo y no fue titular hasta el cruce de cuartos. “No lo llevé bien, sufro en el banco una eternidad”, reconoció tras meterle tres goles a Panamá. Pero, camino de la gloria, Leo luchó con Messi por ser eterno.